108 - Sentido a mi vida

1 1 0
                                    

— Eso sería todo por hoy, vayan a estudiar y mañana continuaremos con el chequeo de los pacientes. 

Un grupo de jóvenes y adultos salieron de la enfermería, revisando notas y compartiendo opiniones, satisfecho, Theron sonrió complacido, antes de que Nina, la enfermera, le abrazara por detrás. 

— Me adelantaré al comedor, doctor. No tarde demasiado — le acarició tras lo cual salió, dejando al galeno más que sonrojado. 

— No se le vaya a subir la sangre a la cabeza, doctor — jugueteó Shin, recostado y vendado. 

— Déjalo, muchacho, algún día entenderás la alegría que alguien se interese en ti — le reprochó Alpheo en la cama de adelante. 

— Tocaría un poco para ambos, de no estar postrado en esta maldita cama — comentó Samec, desesperado de estar acostado. 

— Paciencia, señores. El cuidado del galeno es más que excepcional, no podrán negarlo — respaldó Beth. 

— Sí, pero es un tanto incómodo que tengamos a más de veinte personas cada día viendo nuestra recuperación — añadió Shin.

— Tienen que aprender y dominar la ciencia de la salud y que mejor con casos reales de guerreros experimentados — explicó Theron a los cuatro pacientes con cierta empatía. 

— No les dé demasiada importancia, don Theron. Estos hombres solo juegan con usted. 

Tsade, entrando por la enfermería, llegó sonriente a la enfermería mientras usaba su arco como guía para orientarse. 

— Señor Tsade, deme un segundo, por favor — con respeto, Theron buscó una silla y la acercó a su invitado. 

— ¿Cómo se encuentra nuestro señor? — preguntó Shin, antes que los otros. 

— Está mucho mejor, ya saben cómo es él, tiene mucha energía y siempre quiere estar al pendiente de todo — les aseguró —, estuve en la mañana con él y antes de irme tenía algo de sueño, lo dejé arropado y con la chimenea encendida — aseguró con tono paternal, tranquilizando a sus colegas. 

Theron sintió la interacción entre los hombres, era sana, respetuosa y sincera. No peleaban entre ellos, no se ofendían entre ellos, si no que se desafiaban y animaban para mejorar, se preocupaban por su recuperación y en general, tenían una dinámica sana en sus relaciones. 

Tsade relajó sus hombros y sintió el ambiente cálido de la habitación, su pulcritud, la comodidad y la candidez de los rayos del sol al entrar por la ventana. 

— El ambiente aquí es acogedor, casi tanto como la presencia de nuestro amo — se percató el decreto —. No hay duda de que usted es una gran persona, don Theron.

— ¿Yo? — se extrañó Theron. 

— Su conocimiento sobre la medicina es excepcional sin duda — respaldo Beth.

— Además, su forma de enseñar a la gente es excepcional y paciente — añadió Alpheo. 

— Nina ya le echó un ojo — acotó el joven Shin.

— Solo intento hacer mi parte, al igual que ustedes — reconoció el galeno un tanto sonrojado.

Tsade respiró profundo y suspiró con agrado.

— Esta clase de ambiente es producida por aquellos que son amables, responsables, entregados, entusiastas, no es fácil replicarlo o simularlo, sin embargo... — las largas y blancas cortinas blancas se mecieron con suavidad, dejando entrar una brisa fresca y fría — Noto un poco de duda, hay frialdad en la habitación. ¿Hay algo que te inquiete, Theron? — preguntó tomando por sorpresa al galeno.

Erasus DrakoneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora