47 - Hijo de un hereje

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Varias personas y templarios observaban cómo un joven prisionero era llevado por las calles de San Desiré. A cada paso, la arquitectura del lugar cambiaba a una enfocada en piedra y muros tallados de roca gris. Poco a poco, las casas, edificios y construcciones proyectaban enormes sombras heladas, haciendo que el ambiente cambiara a uno frio e incómodo. Siguiendo por un camino adoquinado, llegaron a una explanada sobria y frente a ella, una enorme catedral se levantaba frente a ellos. 

Bravo y Ark se sorprendieron al ver aquel recinto y mientras se acercaban, pudieron apreciar sus detalles. La piedra con la que estaba hecha tenía un gris exquisito. La exactitud de su diseño era cautivadora, destacando las varias vidrieras de bellos colores que reflejaban los rayos del sol con múltiples figuras. Enormes arcos como dintel, rodeaban las lujosas puertas de madera, labradas con bellos símbolos relacionados con Winkel, el Grande. Así en la fachada podía apreciarse una espada, una rosa, una copa y una moneda de bronce, moneda más usada dentro de las órdenes. 

Sobre una de las paredes junto a la puerta principal, se encontraba un grabado mostrando a cinco personajes. De izquierda a derecha, el primer grabado era el de un hombre arrodillado mirando al centro con una espada grabada en su espalda, representando a los templarios. La siguiente figura era un guerrero recibiendo una moneda en la mano derecha mientras que con la izquierda sujetaba una larga alabarda, representando a los rodos. En el centro, se apreciaba una figura más grande que el resto, Winkel, el grande, personificado por un hombre sano, fuerte, tenaz, en los mejores años de su vida. Winkel entregaba la moneda al rodo con la mano izquierda y con la derecha recibía una rosa. La cuarta figura mostraba a una bella mujer entregando a Winkel una rosa con ambas manos, sobre su capa se divisaba el grabado de una rosa exacta a la que entregaba, así como un arco en su hombro, un rosario. La última, representaba a un joven soldado acercando una copa desbordándose, no tenía arma alguna a simple vista, y en su capa se dibujaba la misma copa, pero vacía, un lirio. Aquellos cinco representaban a las Órdenes de WindRose.

Sin poder hacer preguntas, Ark fue arrastrado hacia enormes puertas de la cede, dos menores, quizá de 20 metros y una central, mayor a los 30 metros. Pese a su curiosidad, ellos entraron en la puerta de la izquierda, siendo conducidos sobre un bello pasillo de mármol con varias estatuas de mártires a los lados, dividiendo así las galerías. Bravo apenas y podía observar los laboriosos detalles de la bóveda sobre él, saturada de oro, pinturas y adornos. El dragón del agua estaba más que asombrado por los cristalinos vitrales que alejaban la oscuridad del lugar, brindando una gama de místicos colores por todas partes, aunado a eso, varios candelabros jugaban con las tenues sombras que quedaban. El ambiente era helado y el silencio absoluto, rompiéndose a cada paso que daban los templarios y resonando en los elaborados detalles de los muros resaltando un bello acabado arquitectónico.

Aunque todo era admirable y cautivador, Necro y Tremor, invisible, ignoraban todo a su alrededor para no perder de vista a Ark, caminando con prisa a pocos pasos tras de él. 

— Comandante, ¿tiene un segundo? — pidió un templario, llegando con prisa.

— No, ahora no — ladró Marcus.

— Pero, comandante, es importante, el general viene en camino — de inmediato el pelirrojo se detuvo y escuchó el reporte mientras sus hombres continuaban caminando con Ark.  

Al llegar a un patio amplio, con varias jardineras y una bella fuente al centro, encontraron los claustros de los templarios. A su izquierda y derecha, varias puertas de madera, una seguida de otra, señalaban las habitaciones. Así, caminando hasta la última de ellas a la izquierda, abrieron la puerta y arrojaron a Ark dentro de ella sin cuidado alguno. 

— ¿Qué sucede? — preguntó confuso Roger Beliviere al abrirse su puerta de golpe y viendo alguien caer dentro.

— Él es nuestro prisionero, debe explicar muchas cosas — llegando a la habitación Marcus se cercioró que el joven llegara al lugar y al ver la confusión de Beliviere, se explicó —. Es hijo de un hereje conocido como Irídeo — pronunció con desprecio el pelirrojo.

Erasus DrakoneWhere stories live. Discover now