21 - Ruido en tu mente

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Dutro preparó las camas mientras los cuatro fueron al arroyo a bañarse. El agua estaba tibia y aprovechando los últimos rayos del sol, se desnudaron y entraron en el agua, adentrándose hasta que el nivel les cubriera la cintura. Sus cuerpos presentaban moretones y algunos rasguños, pero poco a poco comenzaban a prepararse para la adultez, mostrando vello, musculatura y fortaleza en toda su desnuda gloria. 

— Ark, ¿por qué sigues vestido?, ¿no vas a entrar? — invitó Eiron levantándose del agua, mostrando sin pena alguna todo su cuerpo, haciendo que Ark girara la vista. 

— Voy... a ver al viejo — alcanzó a decir —, tengo algo que preguntarle — aseguró retirándose con prisa. 

— ¿Tiene pena?

— Eso parece — afirmó Ryu a Paris mientras se tallaba el cuello. 

Ark caminó con prisa, buscando al viejo en la casa, pero no lo encontró, las camas estaban arregladas y el ambiente era cálido. Salió de la cabaña y buscó con la vista sin encontrarlo, confuso, siguió el arroyo hasta encontrarle de espaldas, sentado a la orilla. 

— No deberías avergonzarte al bañarte con tus amigos.

Ark guardó silencio, aquel viejo le molestaba, pero también le inquietaba.

— ¿Cómo lo hace? — cuestionó el joven molesto.

— Ya se los expliqué — Dutro cerró los ojos y echó la cabeza hacia atrás, sintiendo la temperatura caer al tiempo que la noche comenzaba a surgir.

— ¿En verdad piensa que voy a creer que el bosque le habla? — refutó el joven sin ocultar la incredulidad en su voz. 

— Da igual lo que yo piense, muchacho, pero tú no podrás ser más fuerte si no te libras de esas cadenas mentales que llevas cargando — sentenció. 

— ¿Qué cadenas?

— Tus creencias hacen ruido en tu mente — explicó mientras estiraba un pie y colocaba ambas palmas sobre el césped —, crees en aquello que conoces y en lo que puedes explicar, pero dudas de lo que puedes aprender y lograr.

Ark levantó una ceja, cuestionándose si haber buscado al viejo fue una buena opción. 

— Ven, siéntate un momento a mi lado. 

 El joven no se movió y Dutro solo se limitó a suspirar. 

— Te pareces mucho a mi hijo — sus ojos se humedecieron —. Era igual de terco, incluso se ofendió cuando intenté enseñarle lo que sabía — Dutro tragó saliva, tras lo cual, retomó su cometido —. Observa, quizá esto te ayude a crecer.

Dutro levantó la mano izquierda del pasto, con suavidad, sin prisa, dejando ver un tallo verdoso. Ark miraba sin comprender lo que ocurría cuando noto que el tallo crecía a voluntad de Dutro. Cual pintor, el viejo hizo crecer unos tallos, después unas hojas y al final creó un botón del cual hizo florecer una flor azul. El joven miró en silencio, razonando lo que acontecía. 

— Entonces... es verdad que los Lirios usaban magia. 

— Los cronistas y escribas cambiaron la historia, no podían permitir que Winkel, el grande, fuera asociado con prácticas demoniacas. 

— Al final resulta que las Órdenes son unas hipócritas — pronunció escupiendo las palabras. 

— Ten cuidado con lo que dices, muchacho — advirtió el hombre un tanto molesto —, después de todo, ellas tienen algo que tú no. Fuerza.

 Esta vez, Ark sintió el golpe de las palabras. 

— Ven, acércate — volvió a pedir —, intenta hacerlo. 

Cediendo un poco, Ark caminó hasta Dutro y tomando distancia, se sentó a su lado. 

— Solo cierra los ojos — instruyó Dutro —. Concéntrate, aclara tu mente. Percibe tu entorno. Los árboles, el viento, la tierra, el pasto, la sombra. Dime ¿Qué es lo que más puedes discernir?

Con desconfianza, pero sin mucho que perder, Ark obedeció y se concentró. Escuchó el agua del arroyo, el viento soplar, el sonido de los insectos, las hojas acariciándose unas a otras, escuchó su corazón y para su sorpresa, escuchó el corazón de Dutro, acongojado y cansado. El joven abrió los ojos, extrañado.

— No te desconcentres — indicó el viejo —, enfócate. ¿Qué es lo que sientes?

De nuevo, Ark cerró los ojos y sintió la humedad del agua acariciar su cuerpo, el jugueteo del pasto en sus palmas y piernas, sintió la presencia del viento combinada con la entrada de la noche, como si fueran una sola manta. Reconoció la influencia de las estrellas, la compañía del bosque, la firmeza de la tierra.

— Hay muchos elementos presentes — habló Dutro con suavidad — estira tu mano, permite que se acerquen. 

Manteniendo los ojos cerrados, Ark obedeció y adquirió conciencia de ese instante, grabando su sentir en su mente y por primera vez en mucho tiempo, se dio permiso de relajarse, de respirar y dejó su mente en blanco. De forma tangible, sintió su gema resonar. 

— Abre los ojos — escuchó a Dutro lleno de satisfacción. 

El joven abrió los parpados, despacio, dando tiempo a sus ojos y mente de asimilar lo que ocurría, danzando sobre su mano, una corriente de agua había abandonado el arroyo para circular sobre su palma, rompiendo toda física y desafiando su lógica. 

— Esto... — el joven no encontraba las palabras — ¿esto es posible? — al cuestionarse y considerar que sus ojos le engañaban, el agua perdió su estabilidad y terminó por empaparle.

— No te sabotees tu solo — rio Dutro secándose el agua de la cara —. Dejando eso de lado, has dado un gran paso.  

— ¿Usted lo hizo? — Dutro negó con la cabeza, afirmando lo que Ark pensaba — ¿Cómo lo hice? — intentó comprender.

El viejo se encogió de hombros y miró como el agua corría. 

— No pienses demasiado en ello — aconsejó — deja que todo fluya, si tu elemento es el agua, mientras menos estancado estés en una cosa, mejor.

Ark miró el agua, era relajante. Intentando, colocó su mano por delante y dándose la oportunidad, dejó que su gema resonara, pero en esta ocasión, una esfera de agua comenzó a formarse en su mano. Dutro asintió y el joven lanzó la esfera al agua, incorporándola con el flujo, después creó otra y volvió a hacer lo mismo, todo con una sonrisa discreta. Mientras Dutro recordaba con melancolía a su hijo. 

Tras jugar con el agua, Ark notó cierto cansancio en su cuerpo, llegando incluso a respirar por la boca.

— Eso es normal — advirtió Dutro —, la magia consume mucha energía. Tendrás más apetito a partir de ahora — anticipó —. Ten mucho cuidado, no querrás caer fatigado a mitad de un combate. 

La frase hizo recordar al joven la pelea contra Zain. 

— Comprendo, lo tendré presente.   

Al sentir la brisa de la noche, la humedad en su ropa mojada le incomodó. Levantándose, decidió ir a buscar algo seco. Antes de irse, Ark tomó un momento y miró de nuevo al viejo.

— Gracias — agradeció desconcertando a Dutro, quien solo se limitó a sonreír —, esto me será de gran utilidad.

— Lo hiciste muy bien, solo necesitabas algo de ayuda.

— ¿Su hijo también aprendió a usar magia?

— ¿Tora? — una sonrisa triste se dibujó en la cara del viejo — a decir verdad, él...

Ark notó que Dutro se incorporara, tenso y pálido.

— ¿Qué sucede?

El hombre se lanzó contra Ark, tomándolo por sorpresa y tacleándolo directo al suelo. Mientras caía, el joven notó una daga que pasó justo tras la nuca de Dutro, clavándose con fuerza en un árbol. 

— Vaya, eso no me lo esperaba — exclamó un hombre envuelto en un manto negro, saltando al suelo desde un árbol cercano —. La próxima vez no fallaré — les aseguró.


Erasus DrakoneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora