3 de Zarcum
Cercanías de Tixe.
La espesura del pasto y el aire frio refrescaban los pulmones de Ark quien, acompañado por Grecíl y Lagasse, caminaba junto a su dragón hacia un sendero entre las montañas. El color verde del suelo era interrumpido por piedras blancas y grises, alargando la vista, el rio Sper se cruzaba las montañas, marcando la ruta a seguir. El cielo claro y brillante estaba tapizado por nubes aborregadas y, en el ambiente, los cantos de las aves e insectos disfrazaban la tensión y cansancio que sufría el joven.
Las jóvenes, caminaban contentas y sin inmutarse, sin dejar de hablar, en ocasiones con voz fuerte y clara, en otras, volteando con disimulo para ver Bravo. Ark, extrañado por su actitud, por el libro que Lagasse llevaba en las manos y por el cansancio de la escalada conversaba con quien había propuesto esa idea.
— No sé cómo me dejé convencer — habló Ark con su dragón.
— Estábamos cerca y es conveniente para nosotros, además ellas no tienen malas intenciones — le recordó Bravo.
— Eso no asegura que tengan buenas intenciones — le acotó —. Noto que tienen mucho interés en ti.
Bravo rio por la frase.
— No he querido indagar mucho en su corazón, amo, pero no dudo que usted tenga alguna damisela que llame su atención o que en un futuro cautive su mirada — declaró sonriente.
— ¿De qué habláis? — Grecíl junto con su amiga se acercaron a ellos, sonrojándolos.
— Cosas de dragones — aclaró Bravo con complicidad.
— Pues esperemos que conozcas de esas cosas — alegó Lagasse señalando al frente.
Al frente, a lo lejos, se encontraba una pequeña planicie donde destacaba una especie de masa negra que se movía sobre sí misma, como el agua cuando hierve.
— Es débil, pero puedo sentir una presencia conocida, aunque no distingo a quien pertenece — reporto el dragón.
Sin preguntar nada, Grecíl y Lagasse caminaron hacia la montaña, mostrando destreza pese a lo escarpado de la subida.
— ¿Están seguras de esto? — les detuvo Ark tras de ellas — Si nos topamos con un enemigo, no estoy seguro de poder defenderlas, ni siquiera estoy seguro de poder defenderme a mí mismo — advirtió mientras intentaba subir.
— Eso es verdad — secundó Bravo, preocupado —. Debemos pensar de qué manera proceder si algo ocurre.
— Pues... si algo pasa, tú enfréntalos y nosotras te apoyaremos — propuso Grecíl.
— No es que dude de su fuerza — Ark levantó una ceja —, pero no estoy seguro si será suficiente.
— Permíteme, amiga.
Lagasse se colocó delante de Ark, abrió su libro, tomó un lápiz de carbón de sus ropas y con increíble destreza dibujó sin tardar una pequeña ave, que, gracias a los trazos, estaba llena de vida. Ark a punto de comentar notó que la avecilla se incorporó de aquel libro y alzó el vuelo.
— Eso es...
— Increíble... — confirmo el dragón.
Bravo y su amo contemplaron con asombro a aquella ave recién dibujada mientras se alejaba en el horizonte, cuando de repente, los trazos comenzaron a disolverse y el ave desapareció en el aire.
— La magia de este grimorio es sencilla, pero es de gran ayuda — aseguró Lagasse a los boquiabiertos.
Grecíl se colocó al lado de Ark y posando su mano en el hombro del muchacho, despidió una ligera descarga, sacudiéndole el brazo.
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Erasus Drakone
FantasyCuando obtenemos lo que más deseamos ¿crecemos? ¿cambiamos? ¿mejoramos? ¿nos volvemos avariciosos? ¿morimos en paz? El reino entero se encamina a su destrucción, la sociedad busca lo suyo y cada uno busca su propio bienestar. ¿Para qué salvarlos s...