120 - Una cueva

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3 de Zarcum

Cercanías de Tixe.


La espesura del pasto y el aire frio refrescaban los pulmones de Ark quien, acompañado por Grecíl y Lagasse, caminaba junto a su dragón hacia un sendero entre las montañas. El color verde del suelo era interrumpido por piedras blancas y grises, alargando la vista, el rio Sper se cruzaba las montañas, marcando la ruta a seguir. El cielo claro y brillante estaba tapizado por nubes aborregadas y, en el ambiente, los cantos de las aves e insectos disfrazaban la tensión y cansancio que sufría el joven.

Las jóvenes, caminaban contentas y sin inmutarse, sin dejar de hablar, en ocasiones con voz fuerte y clara, en otras, volteando con disimulo para ver Bravo. Ark, extrañado por su actitud, por el libro que Lagasse llevaba en las manos y por el cansancio de la escalada conversaba con quien había propuesto esa idea.

— No sé cómo me dejé convencer — habló Ark con su dragón.

— Estábamos cerca y es conveniente para nosotros, además ellas no tienen malas intenciones — le recordó Bravo.

— Eso no asegura que tengan buenas intenciones — le acotó —. Noto que tienen mucho interés en ti.

Bravo rio por la frase. 

— No he querido indagar mucho en su corazón, amo, pero no dudo que usted tenga alguna damisela que llame su atención o que en un futuro cautive su mirada — declaró sonriente.

— ¿De qué habláis? — Grecíl junto con su amiga se acercaron a ellos, sonrojándolos.

— Cosas de dragones — aclaró Bravo con complicidad.

— Pues esperemos que conozcas de esas cosas — alegó Lagasse señalando al frente.

Al frente, a lo lejos, se encontraba una pequeña planicie donde destacaba una especie de masa negra que se movía sobre sí misma, como el agua cuando hierve.

— Es débil, pero puedo sentir una presencia conocida, aunque no distingo a quien pertenece — reporto el dragón.

Sin preguntar nada, Grecíl y Lagasse caminaron hacia la montaña, mostrando destreza pese a lo escarpado de la subida.

— ¿Están seguras de esto? — les detuvo Ark tras de ellas — Si nos topamos con un enemigo, no estoy seguro de poder defenderlas, ni siquiera estoy seguro de poder defenderme a mí mismo — advirtió mientras intentaba subir.

— Eso es verdad — secundó Bravo, preocupado —. Debemos pensar de qué manera proceder si algo ocurre.

— Pues... si algo pasa, tú enfréntalos y nosotras te apoyaremos — propuso Grecíl.

— No es que dude de su fuerza — Ark levantó una ceja —, pero no estoy seguro si será suficiente.

— Permíteme, amiga.

Lagasse se colocó delante de Ark, abrió su libro, tomó un lápiz de carbón de sus ropas y con increíble destreza dibujó sin tardar una pequeña ave, que, gracias a los trazos, estaba llena de vida. Ark a punto de comentar notó que la avecilla se incorporó de aquel libro y alzó el vuelo.

— Eso es... 

— Increíble... — confirmo el dragón.

Bravo y su amo contemplaron con asombro a aquella ave recién dibujada mientras se alejaba en el horizonte, cuando de repente, los trazos comenzaron a disolverse y el ave desapareció en el aire. 

— La magia de este grimorio es sencilla, pero es de gran ayuda — aseguró Lagasse a los boquiabiertos.

Grecíl se colocó al lado de Ark y posando su mano en el hombro del muchacho, despidió una ligera descarga, sacudiéndole el brazo. 

Erasus DrakoneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora