Capítulo cuarenta y tres

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Ash

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Ash

—Los papeles están en orden. No habrá problema al ponerlo a la venta... —habló mi abogado, sosteniendo los papeles de la propiedad. 

Miré por la ventana hacia el resto de la ciudad, sintiendo la nostalgia de tener que deshacerme de este lugar. Estaba demasiado absorto en mi sufrimiento como para prestarle atención...

—No necesita quedarse para la visita de los compradores.

—Creo que me quedaré aquí un rato más... —murmuré con pesar, soltando el aliento con un suspiro suave. 

Él asintió, retirándose para dejarme a solas.

Quizás... debería decirle a Sky que pondría a la venta el apartamento, pero... ¿de qué serviría? Ella ya tenía una casa completamente para ella, y esta eran solo migajas de un amor que quedaría en el olvido. 

Me sentí vulnerable en el instante en que entré a la habitación. Una parte de mí no quería irse, porque esto era todo lo que me quedaba. Sin embargo, las noches heladas y solitarias no me hacían sentir mejor, mucho menos cuando me daba cuenta de que ya no había nada por lo que quedarme. 

Me había dado cuenta de que también necesitaba estar solo... Últimamente no había podido pensar con claridad las cosas, porque lo único que había estado guiando mis acciones había sido mi desesperación.

Pero ahora que comenzaba a ver todo con mayor claridad, podía darme cuenta de que la solución no estaba aquí.

Ya era hora de irme...

Respiré hondo, como si eso me permitiese oler el último aroma de la habitación, y me dispuse en salir del apartamento para dirigirme hacia el aeropuerto. 

—¿Te vas a ir? —reconocí la suave voz de la persona que entró a la habitación. 

Me giré lentamente hacia ella, notando la expresión triste en sus facciones, y por una fracción de segundo quise... consolarla.

Asentí lentamente.

—Por favor, no te vayas —susurró. —Te necesito, Ash...

Me hubiese gustado escuchar esas mismas palabras, viniendo de la persona correcta. Sin embargo, quien estaba frente a mí era Camille...

—Ya tome la decisión y mi vuelo saldrá en una hora —contesté sin intención de retractarme.

Había sido difícil poder dar el paso de vender el apartamento. Incluso lo dudé hasta el último momento, pero a fin de cuentas era lo mejor.

La calidez en su mirada no disimuló la amargura que la embargaba, y sus pasos se apresuraron hacia mí, buscando hacerme entrar en razón.  

Tal vez fue lo cómodo que se sentía estar entre los brazos de ella, o quizás estaba demasiado frágil como para rechazarla. Pero en ese momento, sentí las grietas de mi corazón profundizándose aún más. 

El divorcio de mis sueños ✔️Where stories live. Discover now