Capítulo cuarenta

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Hoy era el cierre del desfile y nuestra última noche en Milán

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Hoy era el cierre del desfile y nuestra última noche en Milán. 

Los representantes de la marca habían llegado para ayudarme a elegir mi vestuario, escogiendo esta vez un vestido blazer cruzado con grandes botones. El color rojo hacia resaltar mi figura, dejando a la vista mis piernas descubiertas y también un arriesgado escote.

—Esta última noche debes lucir más despampanante que todas las otras —me indicó el estilista, mientras arreglaba mi cabello. 

Me tomaron algunas fotografías antes de que pudiese salir del hotel, y luego de eso, me dirige hacia la limusina que nos llevaría al evento.

Cuando me subí, lo primero que oí fue a Tristan suspirar. 

Me senté frente a él y las comisuras de sus labios se levantaron en una sonrisa provocativa. Ya no me apartaba la mirada cada que nuestros ojos se encontraban. Ahora era él quien no alejaba sus penetrantes pupilas de mí, provocando que mis mejillas tomaran el color carmesí que combinaba con mi vestido. 

—Te ves guapísima de rojo... —murmuró con admiración. 

La forma en que su voz salió en un tono ronco y susurrante, hizo que mi pecho se estremeciera con el cumplido. 

—Tomaré algo de tu ego y te diré que ya lo sé —sonreí abiertamente. —. Pero muchas gracias, Tristan. Tú también luces... atractivo...

Detallé su atuendo negro con la camisa holgada y los botones desabrochados hasta su abdomen. Ese tono hacía que sus ojos lucieran aún más azules, y que su figura se viese más imponente que nunca. 

Crucé mis piernas, sintiendo su mirada desviándose hacia aquella dirección, antes de concentrarse nuevamente en mi rostro. 

Intenté tomarme con normalidad el que sintiese mi corazón más exaltado de lo normal. Sin embargo, era inevitable para mí no notar el intercambio de miradas cargadas de tensión, además de todos eso detalles que provocaban que esa calidez en mi pecho se extendiera hacia el resto de mi cuerpo.

Los ojos fijos en mí, con sus pupilas dilatadas y que reflejaban mi rostro, demostrando que era todo lo que él veía.

La sonrisa y los labios rosáceos que a cada nada acaloraban mis mejillas cuando decía mi nombre.

Las palabras, los gestos y también la forma en que me trataba... 

Aquella vez en que dijo que yo era un sol enorme y brillante, no fue solo un cumplido cualquiera. Porque desde esa noche él había hecho reales esas palabras, haciéndome sentir de esa forma.

—Gracias por estar conmigo desde que llegamos aquí —murmuré, sabiendo que este sería el último momento en que estaríamos completamente a solas.

Luego de esto, estaríamos rodeados de personas y al finalizar la noche, ambos nos separaríamos. 

—A donde sea si es contigo, Sky —contestó con una sonrisa genuina en sus labios. 

El divorcio de mis sueños ✔️Where stories live. Discover now