Capítulo cinco

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Dos horas en el spa fueron más que suficientes para hacerme sentir rejuvenecida, sin tensiones en el cuerpo, y con energías renovadas para comenzar el primer día de grabación en el set

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Dos horas en el spa fueron más que suficientes para hacerme sentir rejuvenecida, sin tensiones en el cuerpo, y con energías renovadas para comenzar el primer día de grabación en el set. 

Me senté frente al tocador, dejando que la maquillista, Adeline, comenzara a esparcir la base sobre mi rostro para prepararme antes de salir a escena. Tenía mi propio camerino, rodeado de trajes y vestidos que usaría en la película, además de contar con un estilista que trabajó todo a mi medida. 

Revisé por última vez mi libreto, procurando no olvidar mis líneas. 

—¿Trabajar junto a su esposo no le parece mucho más placentero? —preguntó Adeline, viéndome a través del espejo. 

Alcé la mirada hacia ella, forzando una sonrisa. 

—Sí, lo es —asentí—. Es mi primera experiencia actuando con él en una película, así que también es un gran desafío. 

—Ah, pero mostrarse románticos no será un problema. Después de todo, ustedes son de las parejas más estables en el mundo del cine y transmiten mucha química. 

Aquel halago fue como si pusieran sal en la herida, porque obviamente, nosotros no éramos más que una farsa frente a las cámaras. 

—Yo también trabajo junto a mi esposo —continuó.

—¿Ah sí? —me enfoqué en ella para no tener que pensar en Ash. 

—Sí, es el camarógrafo —asintió, sonriendo levemente—. Tuvimos que dejar a nuestro hijo a cargo de mi suegra para poder viajar hasta aquí. 

—¿Y cómo se llama? —pregunté interesada. 

—Michael y tiene cinco años —contestó orgullosa—. A mi esposo, le encanta Michael Bublé, así que le pusimos así en honor a él.

—Ash siempre dijo que si teníamos un bebé, lo llamaría Stan por Stan Lee —recordé, sintiendo un sentimiento cálido embargando mi corazón. Era lindo pensar en que en algún momento de nuestras vidas escogimos los nombres de nuestro hijos, pensando que tendríamos muchos.

—¿Y ya piensan tener uno? —preguntó entusiasmada. 

Yo sí... pero él ya no. 

—Por ahora no... pero quizás más a futuro... —mentí, sintiendo la presión en mi pecho.

—Claro, ambos tienen agendas ocupadas —asintió ella, comprensivamente. 

Pensar en que ese fue mi sueño por mucho tiempo, hizo que me desanimara. Ya habíamos intentado tener un bebé, pero... al parecer no estaba preparada para tener uno. Además, ya había sufrido una perdida que en definitiva, hizo que ambos nos desalentáramos...

Adeline terminó de maquillarme y antes de que saliera del camerino, me habló nuevamente:

—Por la noche iremos a un bar en Lower East Side —avisó—¿Quieren venir con nosotros? 

El divorcio de mis sueños ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora