Capítulo treinta y seis

9.1K 660 172
                                    

Ash

Deze afbeelding leeft onze inhoudsrichtlijnen niet na. Verwijder de afbeelding of upload een andere om verder te gaan met publiceren.

Ash

—¿Ya pudiste hablar con Sky? —preguntó mi madre, persiguiéndome por toda la casa. 

Había viajado a la casa de mis padres para poder despejar mi mente, sin embargo, tenerla rondándome constantemente, no era en absoluto relajante. El nombre de Sky salía diez veces al día de sus labios, y diez veces más me recordaba que debía recuperarla...

—Ella no quiere hablar conmigo, mamá...

—Bueno, eso es porque estás aquí encerrado, escapando de tus responsabilidades —acusó, deteniéndose justo en frente de mí, apuntando hacia mi pecho. —. No eres lo suficientemente perseverante. Debes demostrarle con gestos y regalos lo mucho que la amas. 

—Aunque le llevara rosas a su puerta, Sky encontraría la forma de deshacerse de ellas —murmuré. 

—Entonces ¿te estás dando por vencido? —alzó una de sus cejas. 

—No quiero hacerlo, pero... quizás es mejor darle tiempo. No quiero presionarla. 

—Ajá, y mientras tanto, asistirás solo a la boda de tu hermano —soltó incrédula, cruzándose de brazos. —. Se suponía que Sky sería una de las damas de honor. 

La fecha de la boda estaba cada vez más cerca, y eso tenía a todos demasiado estresados. Pero lo que tenía a mi madre de los nervios, era verme a mí, solo. 

—Aún te queda tiempo para tenerla aquí devuelta, así que estaré rogando al cielo que encuentres la forma de recuperarla —dictaminó, antes de alejarse de mí. 

¿Qué más quería que hiciera?

No podía obligar a Sky a volver conmigo, cuando ella estaba decidida a no regresar. 

"Ya no te amo" fue lo que dijo al encontrarnos en el hotel, y cada palabra que salió de sus labios, se sintieron como fuertes puñaladas contra mi pecho, que me hicieron añicos. Y aunque sabía que eso no era cierto, aún así dolió tener que oírlo viniendo de ella.

Y mientras los días seguían avanzando, más sentía el peso de su ausencia y de la desesperanza de no poder volver a estar a su lado nunca más. 

Sin embargo, dejarla ir no era una opción para mí. Eso era lo único que tenía claro. 

Mi hermano llegó por la tarde, y encontré en él, el salvavidas que necesitaba para escapar de las constantes recriminaciones que estaba recibiendo. 

Ambos salimos a la terraza a beber, mientras mi madre y Vivian se dirigían hacia la tienda de vestidos de novias. De seguro les llevaría tiempo suficiente como para encontrar algo de la calma que necesitaba. 

—¿Cómo vas con la boda? —le pregunté a Matt. 

—Todo va bien, aunque... Vivian ha estado un poco malhumorada por el estrés. Quiere que todo sea perfecto, y cuando algo no sale como quiere, se enoja —suspiró, abriendo su lata de cerveza. 

El divorcio de mis sueños ✔️Waar verhalen tot leven komen. Ontdek het nu