Capítulo cuatro

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Subirme al avión para ir a Nueva York se sintió bastante liberador, porque al menos estaría lejos de aquel apartamento en el que me había estado sintiendo encarcelada los últimos días

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Subirme al avión para ir a Nueva York se sintió bastante liberador, porque al menos estaría lejos de aquel apartamento en el que me había estado sintiendo encarcelada los últimos días. Y ya lo había decidido... Me mudaría una vez que regresara a Chicago. Así podría comenzar mi nueva vida una vez que termináramos por completo con este matrimonio.

Sin embargo, una parte de mí quería seguir luchando. Y los tres meses que estaríamos juntos otra vez, serían la oportunidad para ver si podía lograr que ese divorcio no se llevara a cabo. 

Si Ash alguna vez me amó, entonces aún debía quedar algun sentimiento por mí. Pero si al final de las grabaciones, no lograba tener su corazón otra vez conmigo, entonces sería el adiós definitivo para lo nuestro. Y por más doloroso que fuese para mí, tendría que aceptar estar sin él...

Cuando llegué al hotel, me registré y llevé mis cosas a la habitación. Lo primero que hice al entrar, fue lanzar la maleta a la cama y buscar un nuevo atuendo con el cual resaltar aún más mi atractivo. 

Quería verme bonita, segura de mí misma y no volver a mostrarme ante Ash como si estuviese en un funeral. 

El primer paso en mi lista era hacer que volviera a posar sus ojos en mí. 

La última vez que nos vimos lo único que hizo fue evitarme, desviar los ojos y actuar como si no existiera. Bueno, ahora buscaría la forma de que no me apartara la mirada de encima. 

Así que dejé mi atuendo ordenado sobre la cama y entré a la ducha. Me tomé mi tiempo para arreglarme, colocándome crema en las piernas para lucir mi vestido, además del perfume que esparcí en el resto de mi cuerpo. 

Cuando estuve lista, salí del baño para ponerme mi atuendo, sin embargo, mis pies descalzos se anclaron al suelo en el momento en que el sonido de unas llaves resonaron al otro lado de la puerta. 

Aferré mis dedos a la toalla y fue entonces en que la figura de Ash cruzó el umbral. 

Su mirada se encontró con la mía, las maletas y el bolso colgaban de sus dedos y su cuerpo se quedó de piedra al detallarme. 

—¿Qué haces aquí? —pregunté sorprendida, mientras mis pies lentamente retrocedían para regresar al baño. 

Ash me había visto miles de veces desnuda, pero justo ahora, se sentía diferente. 

Se quedó en silencio, reparándome con la mirada y mi corazón se agitó. Mi ropa seguía sobre la cama, así como también mi conjunto de ropa interior que también llamó toda su atención. 

Ay dios. Las tangas de hilo siempre habían sido su debilidad y justo hoy pensaba ponérmelas. Así que la delgada tela de color negro relucía sobre la cama. 

Noté como pasó saliva antes de volver hacia mí. 

—Me... dieron esta habitación —contestó luego de un rato, parpadeando varias veces. 

El divorcio de mis sueños ✔️Where stories live. Discover now