Corrompiendo a tus demonios [Destructiva Obsesión #2] ✔✔

Capítulo 39.

18 de noviembre, 2009.

Neal Hardy.

Miré en todo momento por la ventana mientras Nathan conducía, esto con el fin de evitar que sus ojos me enfoquen.

No me ha dado ninguna mirada juzgadora, pero aún así siento vergüenza.

¿Cómo sería capaz de mirarlo a los ojos sabiendo que estuve a punto de quitarme la vida en este mismo auto? ¿Cómo miro a mi hermano mayor a los ojos después de esto?

Y sé que él lo sabe, estoy seguro de que los Castle se vieron obligados a mencionarselo cuando hablaron con él. Afortunadamente no llamaron a mis padres, llamaron a mi hermano para que venga a verme.

Y aunque estoy avergonzado, es mil veces mejor que haya venido él.

Finalmente estacionó frente a la casa y apagó el auto. Cerré los ojos cuando suspiró con pesadez.

―Llegamos, ¿quieres entrar o...quieres hablar de lo que pasó?

No respondí.

No quiero hablar de nada, no quiero decir ni una sola palabra.

―Eh...los padres de Derek no tenían intenciones de evidenciarte, te lo aseguro. Son buenas personas y se preocupan por ti, ellos creen que deberías tener ayuda profesional, que deberías ver a un psicologo. Y yo también lo creo, creo que necesitas ayuda que ninguno aquí es capaz de brindarte ―Continuó hablando cuando yo no lo hice―. Yo hablaré con Julissa y Mikhail, les haré entender que pasaste por algo traumático, que la única manera en la que conseguirás recuperarte, es con terapia.

No respondí de nuevo.

Mi hermano volvió a suspirar.

―Neal, quiero ayudarte, enserio que quiero ayudarte. No puedo ni imaginar todo lo que estás sintiendo, todo lo que hay dentro de tu cabeza, pero si hay algo que pueda hacer, lo que sea con tal de que mejores, te aseguro que lo haré.

Bajé la cabeza un poco, enfoqué mis manos unidas en mi regazo y después asentí con lentitud.

―Andando, vamos adentro. Yo hablaré con ellos y tú solo espera en tu dormitorio, ¿de acuerdo?

Volví a asentir.

No quiero estar en esa casa, realmente no quiero estar ahí. Es una tortura, es un horror.

Pero no tengo otra opción aunque...aunque odie estar en la misma casa en la que mi hermana murió.

Ambos bajamos del coche, mis pasos se volvieron cada vez más pesados a medida que nos acercabamos a la entrada. Estando ahí, Nathan tocó el timbre y solo fue cuestión de aguardar hasta que una sirvienta nos abrió.

Nos dejó entrar al instante, por lo que nos dirigimos por todo el pasillo hasta que encontramos las escaleras que llevan a mi habitación.

―Anda, ve a tu habitación.

―No, no va a ninguna parte hasta que me diga dónde estuvo ―La voz de mi madre detuvo mi paso.

―Julissa, por favor deja que vaya a su dormi...

―No estoy hablando contigo, Nathaniel ―Lo calló―. Estoy hablando con tu hermano. ¿Dónde estabas, Alain?

No respondí.

―Ven aquí, Alain. Hay unas personas que quieren hablar contigo ―Pidió―. A ver si con ellos sí hablas.

Miré a Nathan, intentando buscar ayuda en él.