Ad Originem (Volumen 2)

Ad Originem Capítulo 276 - El Monte Olimpo

Llevaba un vestido blanco de tirantes muy simple, que le llegaba hasta los muslos y llevaba unas sandalias blancas con una cuerda dorada que se cruzaba varias veces hasta llegar a media espinilla.

- ¡Por fin volviste hermana...! Corre, mira mi nivel. ¿Estás sorprendida, a que sí? Seguro que estás muy sorprendida pero es normal que ya sea tan fuerte, después de todo el Joven Lord Apolo no juega en la misma liga que el resto jejeje...
Se destacó otro joven llamado Apolo, llegando también a la altura de ambas chicas y enseguida desató su Poder Espiritual marcando sus músculos también, para que la Lady Atenea pudiera alabarlo.

Él tenía la misma edad que la chica rellenita, pues eran mellizos.

Media un metro setenta y un centímetros, cabello corto más rubio oscuro que castaño claro, su ojo derecho era marrón y el izquierdo era azul, era un chico verdaderamente apuesto, su piel era blanca y su complexión era muy atlética y fuerte.

Llevaba un pantalón blanco muy simple con un cordón dorado atado a la cintura, unas sandalias también blancas con una cuerda dorada que se cruzaba varias veces hasta llegar a media espinilla y el torso lo llevaba al descubierto, aunque llevaba dos Muñequeras Rúnicas doradas y una Cadena Rúnica dorada al cuello.

- Hermana, menos mal que ya viniste. "Arti" lleva un rato lloriqueando como si fuera un bebé porque el pesado de Apolo no para de molestarla. Insistiéndola en que pelee con él una y otra vez, aún sabiendo que Arti todavía en la Etapa 7 del Segundo Orden... No para quieto ni un segundo y ahora que ha llegado al Tercer Orden, ya no hay quién le aguante...
Dijo otra joven que llegaba levitando y tenía una clara expresión de hartazgo.

Esta era otra joven bastante coqueta, de dieciocho años, medía un metro con setenta y seis centímetros de altura, cabello rubio, ojos pardos, cejas muy finas, nariz fina, piel blanca, delgadita y era también muy muy hermosa.

Llevaba un elegante vestido blanco de seda con mangas largas que le cubría poco más de la axila dejando los hombros al descubierto y le llegaba casi hasta los tobillos, con muchos detalles dorados y era extremadamente fino, tanto que se le transparentaba todo.

Y era casi como si fuera desnuda, pues ni siquiera llevaba ropa interior que escondiera un poco su bello cuerpo.

Llevaba unas sandalias como las de sus hermanos, además de llevar varias cadenas, pulseras, pendientes y anillos de oro con gemas preciosas engarzadas.

Cabía destacar que aunque los cuatros eran hermanos, eran de tres madres diferentes.

- Mis queridos hermanitos, yo también os he echado mucho de menos. Artemisa, mi niña noble y hermosa, no llores más cariño, ya estoy aquí y no dejaré que Apolo te intimide más. ¿De acuerdo?
Preguntó Lady Atenea secándole las lágrimas con sus pulgares y limpiándole los morritos llenos de chocolate con su propio vestido blanco ya manchado.

- ¡Mn...!
Asintió la Joven Lady Artemisa y al momento se giró y le sacó la lengua al Joven Lord Apolo, mientras le miraba con agravio y con la esperanza de que fuera severamente castigado.

- Apolo, ¿acabas de cumplir los dieciséis y ya has llegado al Tercer Orden Espiritual? Estoy muy orgullosa de ti cielo, solo que estaría más contenta si no molestases tanto a Artemisa. Debes quererla más que nadie, dado que es tu melliza. Se bueno con Artemisa, Apolo...
Regañó Lady Atenea mientras le frotaba la cabeza al Joven Lord Apolo, para descontento de la Joven Lady Artemisa la cual esperaba mucho más que esta muy ligera reprimenda.

- Hermana, no la molesto tanto. Tú sabes que ella es un poco quejica, pero si mi hermana mayor me lo pide, ya no la molestaré más. Es una promesa.
Aseguró el Joven Lord Apolo, mientras cruzaba los dedos con su mano detrás de la espalda y Lady Atenea negaba con la cabeza.