21.- A kilómetros de distancia.

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Se escondieron en distintos pisos de la biblioteca. No funcionó.

También intentaron perderse en los pasillos. Tampoco lograron su objetivo.

De pronto sus corazones estaban tan agitados como al principio, con la única diferencia de que no eran motivados por los besos, sino por la adrenalina de escapar de un policía.

Fueron a la sala de lectura y cada uno tomó un libro, lo acomodaron a la altura de sus ojos, de modo que ocultara por completo sus rostros. Fingían leer y estaba funcionando, las pisadas del policía recorrían el lugar y ellos ignoraban su presencia por fijar su vista en las letras de en medio de la hoja seleccionada.

Zachary aprovechó la oportunidad para buscar la mano de Hallie y acariciarla suavemente. Todo parecía salir a la perfección, el leve cosquilleo de sus manos aumentaba el interés de querer unirlas.

Ambos se miraban discretamente, hasta que Hallie decidió echar un vistazo fuera de su libro con la intención de verificar si el policía ya se había marchado. Grave error.

El policía continuaba ahí, mirando lenta y detalladamente cada movimiento, y se percató de la curiosa mirada de Hallie, quien rápidamente intentó esconderse en el libro.

—Creo que ya nos descubrió—susurró Hallie señalando por detrás del libro.

—¡Y qué estamos haciendo aquí! —gritó Zac y soltó el libro, dejándolo caer.

Volvieron a ser maratonistas corriendo por todo lo que quedaba dentro de la biblioteca, sus risas traviesas eran la energía para seguir avanzando con velocidad.

La respiración no fue un obstáculo para detenerse. Pasearon y corrieron por todos lados, de arriba abajo, sin pensar en la incomodidad de podía provocarles a los usuarios que estudiaban y leían plácidamente.

Incluso interrumpieron los pensamientos de un poeta frustrado, también en un estudiante con una mínima idea de tesis, y en una chica que leía para encontrar el amor.

Zac y Hallie estaban imparables, con las piernas exhaustas de tanto correr, pero con la actitud de mil hombres rumbo a la guerra.

Por suerte, la masacre terminó después de varios minutos. No les quedó de otra, tuvieron que salir de la biblioteca, algo difícil para Zachary porque no hubo tiempo para despedirse de los libros que le hubiera gustado leer, o al menos anotarlos en su lista de libros pendientes.

Estaban encorvados descansando en la fuente del centro.

—Fuimos expulsados—mencionó Zac con la mirada puesta en un punto fijo del suelo.

—No, escapamos—corrigió Hallie—, y con vida.

Zac se volvió a ella:

—¿Tienes alguna mínima idea de por qué nos perseguían?

—Por besarnos—compuso Hallie con seguridad—, aunque no entiendo la gravedad del asunto. En los libros es donde más se siente el amor. ¿Por qué evitarlo en la vida real?

—Porque la fundadora de la biblioteca donó todos esos libros con la condición de que no fuera un lugar de citas—explicó Zac.

—No entiendo.

—Es verdad, había olvidado que pasas más tiempo en internet que aprendiendo de cultura general—dijo con aires de superioridad Zac.

Hallie rodó los ojos, ya se había tardado en volver a ser él.

—Como sea, mejor cuéntame esa historia.

Zachary aclaró la garganta y comenzó el relato:

—Como ya te había mencionado, la creación de Tree Book era para trascender la vida, y nuestra querida fundadora murió sin haberse casado, y sin haber encontrado el amor en su vida, por lo tanto, detestaba ese sentimiento que muchos años esperó, y se encadenó a una ilusión. Odiaba el amor, pero amaba la literatura, y llegó a la conclusión que el amor no existe, sin embargo, es disfrutable solo en los libros, aun cuando a veces terminen con un final triste, ella se quedaba con un bonito recuerdo.

¿Contigo sin Internet? (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora