Hannah revisó impacientemente su celular por última vez antes de salir a la cancha. Aún no había respuesta de Lydia, la cual estaba buscando información sobre Claudia. Algo no cuadraba con la esposa de Stilinski y ambas lo sabían. Hannah confiaba en que si alguien podía encontrar la verdad sobre Claudia era Lydia, sin lugar a dudas. Aun así, Hannah nunca fue una persona muy paciente y el reloj no se detenía, ni el peligro. Cosas peores venían, y Hannah estaba segura de que todo estaba frente a sus ojos. Solo no podían verlo.
—Yo iré tras Steinbach. Hannah, tú tras Wallace —ordenó Scott. Hannah asintió.
—Bien. Liam, Gwen es tuya. Corey, encárgate de Okafur —completó Hannah.
Con suerte Liam haría un terrible trabajo y Gwen sería llevada. Hannah sabía que era una persona horrible por querer eso, pero si Gwen estaba encaprichada con ir con su hermana... No podía culparla. Si no sintiese que podía hacer más por Stiles afuera que adentro, ella también se dejaría atrapar, solo para estar con él.
Por ahora, solo podía esperar a que el plan Gwen funcionara y fuera llevada a donde sea que llevaran a los que desaparecían.
—¿Y si veo a un Jinete? —balbuceó Corey, ligeramente asustado.
—Grita —siseó Liam secamente. Hannah puso los ojos en blanco.
—Si uno de ustedes cuatro ve a un Jinete, huyan —ordenó Hannah—. No me importan los demás, me importan ustedes.
—Primero intentaremos pelear —la corrigió Scott—. Y si eso no funciona, huimos.
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El partido comenzó. Hannah no pudo evitar sentir nostalgia por la última vez que había jugado. Había sido cuando Scott y ella estaban peleados, y ella estaba tratando de atraer a la Bestia para captar su esencia. Un plan arriesgado con el cual terceros podían salir heridos, justo como ahora con su plan de Gwen.
Hannah trató de no darle importancia, concentrando su atención entre jugar (la vena competitiva en ella era difícil de ignorar) y asegurarse que quien sea que Scott le hubiese asignado estuviera a salvo. ¿Schneider era? No, ese era el de Scott.
Pronto, el primer gol del equipo contrario fue atinado.
—¡Vamos, inútiles! —gritó Hannah, olvidando por un momento por qué estaban ahí. Oh, claro, salvar niños que Liam había puesto en peligro.
Cuando el segundo gol fue marcado, Hannah se preguntó por qué no habían seguido su plan de romperles una pierna a los chicos. Apostaba a que así no iban a ir a ningún lugar y se quedarían dentro del búnquer.
—Vamos, Hale. No tú también —bufó Wallace cuando Hannah lo empujó.
—Hazme la vida más fácil y vete al búnquer —suspiró Hannah.
—No hay fantasmas por aquí.
—Aún.
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Scott temió le iba a dar un infarto cuando Liam comenzó a pelearse con uno de los jugadores del equipo contrario. Cuando vio a Hannah acercarse, suspiró aliviado, pensando que rompería la pelea, solo para volver a temer por su salud mental cuando la chica le dio un puñetazo en la cara al chico del equipo contrario, tirándolo al suelo, y luego a Liam un golpe en la nuca.
—¡Eso es Hale! Enséñale a Dunbar cómo tratar al enemigo —exclamó el entrenador. Hannah lo ignoró.
—Algo está pasando —exclamó Hannah, caminando hacia Scott—. Algo malo.
Scott volteó a ver a su alrededor. Todos estaban peleando, y varios de su propio equipo ya estaban en la banca, heridos.
—La Cacería Salvaje —concluyó Scott. Hannah asintió.
—¿Qué más podría ser?
—¿Entonces todos salen afectados?
Las palabras de Scott fueron interrumpidas por el sonido de un relámpago. El aire comenzó a correr alrededor de ellos, sintiéndose casi abrumador. A lo lejos, se escucharon relinchidos de caballos.
Hannah se tensó, sintiendo los ojos arder. Aunque su mente no podía recordar nada como eso, su cuerpo sí. Algo en el ambiente le había recordado a algo que había pasado. Tal vez ella estaba con Stiles cuando había sido llevado. Tal vez exactamente así se había sentido, solo que peor.
Otro relámpago sonó, y comenzó a llover. Gotas de agua caían del cielo, pero de alguna manera no se sentía como una lluvia normal. Hannah y Scott se quitaron sus cascos.
—Están aquí —jadeó Corey, corriendo hacia ellos.
—¡Liam! —gritó Scott inmediatamente, preocupado por él.
—¡Los veo! —gritó Liam de vuelta, parado unos metros frente a Hannah y a Scott, con Gwen al lado. Ambos miraban a lo lejos tres figuras a caballo acercarse—. ¿Hannah? ¿Corremos?
Hannah se quedó callada por un segundo antes de suspirar, resignada.
—No. Primero vamos aintentar pelear.
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El árbitro canceló el partido por la lluvia, y pronto todos en las tribunas corrieron a refugiarse en algún lado.
—¡Vamos, arbitro! ¡Esto es apenas una llovizna! —se quejó el entrenador, aunque la lluvia fuera tan intensa que apenas le permitía ver. Otro relámpago cayó.
—¿Tenemos a todos? —preguntó Hannah, contando a los chicos a su alrededor. Estaba Gwen, estaba otro chico y otro chico...—. Falta alguien.
—Hannah —la llamó Scott, preocupado—. Vamos a tener que hacer algo peligroso y...
—Cuenta conmigo —lo cortó—. ¿Cuál es tu idea?
—Corey puede hacer que tú y yo veamos a los Jinetes, pero eso también nos pondría en riesgo a ambos. Entiendo si no quieres hacerlo, pero...
—Nop. Me gusta la idea, estoy dentro —Scott la miró sorprendido—. Oh, vamos. No voy a dejar a mi Alfa solo nunca, mucho menos en esto.
Scott asintió, sonriendo levemente. Se miraron a los ojos unos segundos y después tocaron el brazo de Corey.
Así finalmente pudieron ver a los jinetes. Figuras oscuras con sombrero, a caballo, acercándose cada vez más. Alguien gritó.
Pronto, Hannah notó quién era. Uno de los chicos que se suponía protegerían estaba siendo llevado por uno de los Jinetes, siendo arrastrado por el suelo atado a un lazo. Apenas se iba a lanzar a correr por él, desapareció. Así como si nada, desvaneciéndose en cenizas y humo con un leve tinte verde.
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—¡No puede ser! ¡Son reales! —jadeo uno de los chicos.
—¡Tenemos que irnos! —dijo otro.
—Quédense aquí, los protegeremos —exclamó Liam.
—¿Cómo? —preguntó Gwen. Cada segundo, los Jinetes estaban más cerca.
—¡Corran! —gritó Scott al ver que no había otra opción, pero en cuestión de segundos, estaban rodeados.
Los Jinetes los tenían rodeados. Y eran bastantes para ellos.
Hannah los miró con atención, intentando buscar un punto débil. Montados a caballo, altos y con piel grisácea; así eran. No tenían ojos, sino un vacío detrás de sus cuencas donde deberían estar. No tenían alma. No eran una entidad, eran una acción. La acción de tomar y desvanecer, sin importarles nada. Su piel estaba arrugada. Tal vez por el transcurso de los años haciendo eso. Después de todo, eran una leyenda. Tenían pistolas y lazos. Hannah supuso que eso era lo que desvanecía personas.
En cuanto a debilidades, no encontró ninguna.
De un lado, uno de los chicos fue disparado. Se desvaneció en humo y cenizas.
Uno de ellos apuntó a Gwen. Liam reaccionó iluminando sus ojos de dorado y sacando sus colmillos, y lanzándosele al Jinete. Lo tiró del caballo, pero en el momento en que Hannah quiso ir tras a él, los Jinetes dieron un paso al frente, rodeándolos más, quitándoles espacio. No había escapatoria.
Hannah y Scott iluminaron sus ojos al unísono, azul y rojo respectivamente, rugiendo. Otro de los chicos cayó.
—¡No podemos detenerlos! —exclamó Liam, regresando a ellos.
—¡Protege a Gwen! —le ordenó Scott.
Entonces volvió a rugir.
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—¡Vamos! —exclamó Gwen, ferozmente, dando un paso al frente. Hannah tenía que darle puntos por valentía.
—¡No! —gritó Scott, aunque fue demasiado tarde. Gwen ya había sido disparada, y por lo tanto, desvanecida.
Una vez que todos los que se suponía debían desaparecer desaparecieron, los Jinetes se esfumaron. Corey, Liam, Scott y Hannah quedaron solos.
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—Lo lamento, Hannieh... —murmuró Malia por lo bajo, al otro lado de la línea.
—Cállate —la cortó Hannah—. Estoy segura de que hiciste lo mejor que pudiste. No fue tu culpa.
—Pude haberle roto las piernas —sugirió Malia.
—Ambas sabemos cómo hubiese acabado eso —Hannah sonrió suavemente—. ¿Segura que estás bien?
—Estoy en el hospital con Argent. Yo estoy bien, pero Argent... Hannah, debes de venir. Rápido.
—Quédate ahí. Iré en cuanto me asegure de que los chicos están bien —Hannah colgó. Scott a su lado, había escuchado toda la llamada.
Hannah hizo una mueca que pretendía ser una sonrisa alentadora. Scott no reaccionó. Las cosas iban peor de lo que planeaban. Hannah suspiró, recargado su frente en el hombro de Scott.
—Podemos con esto —murmuró, aunque no sabía si era para sí misma o si para Scott o si para ambos.
La manada bebé llegó entonces, caminando por el pasillo. Hayden, Liam, Corey y Mason, luciendo preocupados y mirando ansiosos a Hannah y Scott, queriendo respuestas.
—Se llevaron a todos los chicos del búnquer —dijo Scott.
—¿A todos? ¿Cómo? —preguntó Mason, sobresaltado.
—No importa —suspiró Liam.
—Malia está en el hospital. Argent también —añadió Hannah—. Melissa está con ellos. Scott y yo vamos a ir para allá.
Los chicos asintieron, comprendiendo. Scott y Hannah iban a irse, pero la voz de Liam los detuvo.
—¿Scott? ¿Hannah? —los llamó—. Esta noche...
—No —lo cortó Scott—. No es tu culpa. Es mía, debimos hacer ambas cosas, defender el búnquer y usar el pararrayos. Tal vez lo hubiéramos logrado así.
Hannah suspiró audiblemente.
—No, por favor no —exclamó—. ¿Acaso tú te llevaste a los chicos? —le preguntó a Liam. Liam negó con la cabeza—. ¿Y tú? —dijo, dirigiéndose a Scott.
—No, pero...
—¡Pero nada! ¡No es su culpa y si vuelven a culparse voy a enojarme seriamente con ustedes! La culpa es de los Jinetes. Sí, pudimos haber hecho mil cosas diferentes pero no podemos cambiar el pasado. Solo podemos cambiar el futuro y evitar que más personas desaparezcan. ¿Está claro? Para todos.
Todos asintieron, aunque Liam no parecía muy convencido.
—Cuídalo —indicó Hannah a Hayden antes de salir con Scott a su lado.
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—Tiene un trauma en el hueso temporal, tres costillas rotas y muchas laceraciones superficiales que parecen... latigazos —dijo Melissa en cuanto Scott y Hannah llegaron, informándoles de la situación de Argent, quien estaba en una camilla listo para ser llevado a su habitación en el hospital. Malia estaba al lado de Melissa.
—Pero estará bien, ¿cierto? —musitó Hannah. A nadie la pasó desapercibida la desesperación y ansiedad en su voz.
—Ahora mismo necesita descansar —fue la respuesta de Melissa.
Argent tenía los ojos cerrados, probablemente del dolor.
Hannah asintió a las palabras de Melissa, e incluso se atrevió a posar su mano sobre la de Argent.
—No te rindas, me prometiste que no lo harías —murmuró Hannah, absorbiendo algo de su dolor antes de dejarlo ir. Melissa lo llevó a su habitación, dejando solos a Hannah, Malia y a Scott en el pasillo.
Scott solo puso su mano en el hombro de Hannah, sonriéndole apenas levemente. Hannah lo abrazó de lado, agradeciendo el apoyo.
—¿Qué hacen aquí? —preguntó Lydia, llegando de la nada.
—Los Jinete Fantasma se llevaron a todos, no pudimos ni frenarlos —explicó Malia.
—Por favor dime que descubriste algo —suplicó Hannah. Lydia se quedó callada, evitando ver a Hannah—. Lyd, por favor...
—Descubrí que Claudia nunca tuvo hijos. Stiles no puede ser su hijo —dijo Lydia cuidadosamente, mirando la reacción de Hannah. Hannah estaba mirando al vacío, sin hacer ninguna expresión facial.
—¿Qué hay de la reliquia? —preguntó Malia. Lydia negó con la cabeza.
—Si Stiles desapareció, puede que por eso no aparece en los registros —susurró Hannah, su voz casi rompiéndose—. Los registros no prueban nada.
—Hannah... Nunca hubo un Stiles —murmuró Malia.
—Ni siquiera suena como un nombre —suspiró Scott.
—Podemos buscar registros escolares, ¿cierto? —La voz de Hannah rayaba la desesperación—. O... podemos llamar al papá de Scott. Él tal vez sepa algo. O podemos...
—Hannah, no —la interrumpió Malia suavemente—. No podemos ganar esta batalla. Hay que concentrarnos en los Jinetes fantasma.
—Estoy segura de que aún podemos buscar algo —intentó decir Lydia, mirando de reojo a Hannah. Parecía como si estuviese a punto de romperse. Malia suspiró audiblemente.
—Los Jinetes Fantasma volvieron. No tenemos cómo frenarlos, y sean lo que sean son reales. No persigamos a alguien que no lo es.
—Scott —intentó decir Hannah, tratando de que se pusiese de su lado. Scott hizo una mueca.
—Hannah, no dejó nada atrás.
Bruscamente, Hannah se separó de él.
—¡Váyanse a la mierda! —gruñó Hannah, limpiándose las lágrimas que no dejaban de correr por su rostro—. Si alguno de nosotros fuera el que desapareció, él no se rendiría.
—¿Cómo lo sabes si ni siquiera es real? —siseó Malia, cruzándose de brazos.
—¡Es real!
—¿Entonces por qué eres la única que lo recuerda? Oh, espera. Tú tampoco lo recuerdas.
—Retrocede o te golpeo, Malia —gruñó Hannah, encajando las garras en la palma de su mano intentando concentrarse.
—Solo quieres golpearme porque soy realista. Vale, intentamos buscar a Stiles pero no existe. Acéptalo y sigue adelante.
Hannah le dio una cacheta a Malia, con tanta fuerza que resonó en toda la planta del hospital, dejándole marcada en rojo la palma de la mano. Scott rápidamente detuvo a Malia, que también se le quería lanzar a Hannah.
—¡Solo me odias porque soy la única que se atreve a decirte la verdad! ¡Lydia y Scott piensan lo mismo!
—Lo amaba —la voz de Hannah se rompió—. Y ustedes también lo hacían. Lo sé. Lo siento. Stiles es real —sorbió su nariz—. Y si tengo que hacer esto sola, lo haré sola. No los necesito. Nunca he necesitado de nadie.
—Hannah... —intentó decir Scott. Hannah le enseñó el dedo de en medio.
—Déjenme sola —gruñó, dándose media vuelta antes de salir corriendo.
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daaaaamn, esto se puso bueno. asjgfdkhfg me encanta el drama.
pregunta: el siguiente capítulo va a tener un personaje muy importante, y va a tener una escena con hannah: ¿quieren que sea parrish o brett?
ah, y en el siguiente POR FIN VEREMOS A STILES!!! YAY!!!
Muchas gracias por leer y comentar, las amo xx