El grito de miles de personas encerrada dentro de unos metros cuadrados, alzando la voz como locos por ver dos grupos de jugadores tras un balón, no era el panorama favorito de tu cita, pero te dabas cuenta que estaba soportando todo ese alboroto por ti, y eso te alegraba de sobremanera, pues significaba que en verdad estaba dispuesto a hacer cosas contigo.
Saltaste del asiento de las gradas, junto con la mayoría de los presentes allí sentados, al ver como tu equipo favorito de baloncesto anotaba justo a tiempo para dar vuelta el juego antes de que terminara el último cuarto. Estabas feliz, y por el éxtasis del momento te abalanzaste encima del chico, que no se había parado a festejar, para abrazarlo.
Bakugou solo se quejó por el sorpresivo abrazo, pero no se separó de ti hasta que tú lo hiciste.
—¡Ganaron! —Festejaste separándote del él, te sentaste en tu puesto mientras guardabas las cosas para ya salir de la cancha—. Hace mucho que no veía un partido de baloncesto en vivo.
Dejaste de recoger tus cosas y posaste tu mirada en el chico que se había levantado de su asiento, tu sonrisa se ensanchó al pensar en lo que tuvo que sufrir el chico para verte feliz. Bajaste la mirada al ver la mano extendida del rubio, te estaba dado la mano para ayudar a levantarte. Sin rechistar tomaste su mano con fuerza, para así salir de allí y terminar con el maravillo día que te había dado.
Con cuidado y en fila, empezaron a salir junto a la mayoría de las personas que también querían irse.
—Me encantó como Tsuji dio su pase hacia atrás para que Kamata lanzara uno de 3. —Tus palabras salían fluidamente, y además se podía notar tu emoción en el tono de voz.
De reojo notaste la mueca indescifrable que estaba haciendo Bakugou cada que hablabas de los jugadores, y te extrañaste por eso.
—Bakugou —llamaste para que este te prestara atención, pues se notaba que su mente estaba divagando entre las nubes—. Bakugou.
—¿Qué quieres? —Su voz resonó al momento de hablar, pues aún se mantenían dentro del recinto cerrado, pero perdió fuerza al cruzar por la puerta y salir del lugar.
La gente empezó a esparcirse por toda la calle, pues ya no estaban aplastados como sardinas enlatadas como lo estuvieron hace unos segundos atrás, y empezaron a irse por diferentes direcciones. Ustedes igualmente se alejaron un poco de la entrada, para que así la bulla que aún se escuchaba, no los molestase al momento de comunicarse.
—¿Disfrutaste del partido? —Tu duda iba más allá que esa pregunta, pero no querías incomodar al chico por tus especulaciones.
—Estuvo bien —respondió. Asentiste a su respuesta, pero no quedaste conforme, sentías que solo tú habías disfrutado de la salida y que él solo se estaba conformando con que tú lo pasaras bien. Suspiraste triste agachando la cabeza, quedando en tu visión la mano del rubio entrelazada con la tuya. Tus labios se convirtieron en una sonrisa casi desapercibida, no dirías nada, pero le devolverías el favor en algún momento—. Prefiero jugar que verlo.
—¿Juegas baloncesto? —Te asombraste por su comentario y tu rostro se iluminó, nunca pensaste que el chico jugaba—. ¡Genial! ¡Quiero verte jugar algún día!
El rostro serio del chico cambió, y una sonrisa ladina se creó en su cara. Quedaste viéndole por un momento, cosa que no pasó desapercibida por él, ya que te dio un apretón ligero en la mano entrelazada, haciendo que te sonrojaras.
—Estas de suerte, cara de tomate. —Tu rostro enrojeció más que antes al escuchar el sobrenombre que te había puesto Bakugou, pero no dijiste nada.
Él tampoco dijo nada más después de eso, solo empezó a caminar, y como estaban aún de la mano, te arrastró con él de paso.
—¿A dónde me llevas? —No entendías a dónde iban.
—Solo cállate y sígueme.
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—Ten.
El rubio te lanzó el balón de baloncesto, dando un rebote en el suelo y cayendo directo a tus manos. Estabas un poco anonadada por como el chico se estaba tomando el asunto a la ligera.
—Bakugou, no debiste hacerlo. —Diste un par de rebotes al balón y volviste a la misma posición de antes.
Te sentías un poco extraña al saber que el chico había arrendado una cancha de baloncesto como segunda sorpresa de la cita. Aunque el lugar era un espacio abierto, se veía muy bonito con el cielo de noche y las luces iluminando la cancha.
—En serio molestas. —contestó irritado por todas las veces que estuviste lamentando sobre su decisión—. Solo disfrútalo, no haré esta mierda todos los días.
—¡Sí!
Empezaste a andar por toda la cancha rebotando el balón, necesitabas aflojar los músculos antes de cualquier juego. El chico estaba parado en medio de la cancha viendo como dabas círculos a su alrededor.
—Juguemos —dijiste al tirarle el balón a Bakugou para que lo atajara. Este lo atrapó sin mucho esfuerzo, dejando también que empezara a rebotar—. 1v1, ¿va?
—Como sea.
Asentiste y te dirigiste abajo del aro, empezarías defendiendo mientras que él atacaría. El chico empezó a rebotar más rápido el balón, dando a entender que ya iban a empezar. Tomaste una posición de defensa, no dejarías que pasase tan rápido.
El chico al frente tuyo dio marcha a su juego, avanzando rápidamente hacia ti tratando de esquivarte, pero no le dejaste y te interpusiste entre él y el aro. Elevaste las manos al ver como el chico tenía pensado intentar lanzar el balón, pero no fue de mucha ayuda, pues aunque los dos saltaron al mismo tiempo, eras mucho más pequeña que él, lo que significó que ni siquiera rozaras el balón con tus dedos, dándole un punto asegurado al rubio explosivo.
—¡No puede ser! —Llevaste tus manos a tu cabeza frustrada, no eras buena perdiendo y eso las personas que te conocían lo sabían muy bien—. La próxima sí la paro.
—Cuando crezcas lo harás.
Frunciste el ceño por sus palabras y te indignaste al ver como se burlaba de ti, no sabía con quién se estaba metiendo. Podrías ser mala defendiendo, pero atacando era otro asunto.
Agarraste el balón del suelo y empezaste a rebotarlo, ahora irías de ofensiva y el rubio trataría de pararte. Bakugou se puso abajo del aro, como lo hiciste tú antes, para detenerte.
—Vamos cara de tomate, no tengo todo el maldito día.
—¡No me llames cara de tomate, Terrorista de cuarta! —gritaste de enojo.
Avanzaste rápidamente con el balón en mano, tu única visión era la cara de concentración del rubio. Sabías que no le ganarías, te sobrepasaba en fuerza y altura, así que sacarías un as bajo la manga.
—Espero que ver KNB me sirva de algo...
En el momento de estar justo al frente del rubio, empezaste a driblar con el balón todos los movimientos que este hacía. El rubio frunció el ceño al ver como te movías. Diste un rebote rápido hacia la derecha, pero manteniendo el eje del balón en dirección contraria. Y dejando que el balón se fuera por ese lado, fuiste en dirección contraría, pasando por el lado izquierdo de Bakugou.
—¡Pero que mierda! —gritó Bakugou al ver como le sobrepasabas.
Celebraste mentalmente al ver como el chico se quedó por un segundo parado sin saber que hacer. El balón cayó al suelo y por la rotación que tenía se devolvió a donde estabas. Alcanzaste a atraparlo sin problemas y te dirigiste al aro con la intención de hacer una bandeja, pero antes de poder saltar sentiste un peso sobre tus hombros.
—¡¿Crees que te voy a dejar ganar?!
El rubio había alcanzado a reaccionar antes de que pudieras anotar y se abalanzó sobre ti para que no saltaras. Lo malo fue que no se dio cuenta de lo pesado que era para tu cuerpo, pues no pudiste soportar sus kilos de músculo sobre tu espalda, haciendo que cayeran de bruces al suelo.
—Mira lo que haces, estúpido —reclamaste adolorida mientras te acariciabas la cabeza.
—No es mi culpa que seas tan débil.
Abriste los ojos para encontrarte cara a cara con la mirada del rubio. Quedaste abajo del él, que por su brusquedad había caído encima de ti. Te sentías un poco atrapada, pues el chico mantenía sus brazos a los costados de tu cabeza.
—Si me hubieras dicho, te habría dejado ganar —comentaste—. No tenías necesidad de botarme.
—¡¿Tú crees que quería botarte?! —gritó al ver como empezabas a reír por su conducta—. ¡¡Maldita, no te rías!!
—Ya, ya, no te enojes. —Llevaste tus manos a su pecho, te estaba incomodando un poco seguir en el suelo, pero Bakugou parecía no tener las intensiones de levantarse.
El silencio reinó el lugar cuando dejaron de comunicarse con la voz y decidieron mirarse a los ojos. La tensión amorosa era notoria, pero ninguno de los dos daba el paso. La comisura de tus labios se elevaron, dándole una sonrisa al chico. Inclinaste tu cabeza hacia delante, buscando los labios del chico que al ver tus intenciones se alejó.
Te sonrojaste al quedar con los labios extendidos y empezaste a empujar al rubio tratando de salir debajo de él, lo que él no te permitió hacer.
—Déjame salir, ¡tonto! —Reclamaste por no dejarte ir de allí, estabas avergonzada.
Los golpes que le propinabas fueron parados cuando el chico agarró tus muñecas y las estampó en el suelo. Ahora mismo parecías un gusano retorciéndose. Tus mejillas estaban rojas, pero como no querías que el rubio te viera así, giraste tu cabeza hacia un lado sin mirarle.
—Cara de tomate —llamó por el sobrenombre que te dio, hiciste oídos sordos a su llamado—. Cara de tomate, mírame.
Sin ganas volteaste el rostro para verlo de frente.
Bakugou se acerco rápidamente para darte el beso que le ibas a dar. Trataste de zafarte otra vez, pero su fuerza no te dejaba. Así que te dejaste llevar por sus movimientos y empezaste a seguir el beso con mayor profundidad.
Después de unos segundos se separaron para calmarse, en ese momento ya no eras retenida por el chico, pero aún te mantenía debajo de él. Seguramente tendrías dolor de espalda por estar mucho tiempo en el suelo, pero los besos del rubio lo valían.
Cita 22: ??/10