En un lugar lejano, un grupo de híbridos recogieron polvo estelar del fondo secreto que fue abandonado hace mucho, también retiraron piedras preciosas de colores magníficos mientras que su deidad suspiró garabateando con un palo en la tierra, no muy lejos, su nombre junto al de la persona que amaba... era insoportable estar lejos. No habían besitos diarios, ni abrazos, ni lindas palabras, ni mimos...
Extender las manos hacia el cielo no haría que su Ancestro Pervertido lo tomara en sus brazos y se lo llevara a su nido.
La noche se tornó oscura resaltando a la luna y a los astros como una cadena de joyas, algunos copos de nieve bajaron cubriendo el patio frente a la habitación principal de la Primera Mansión del Palacio de Jade, la nieve ligera sólo alcanzó a cubrir como un velo de tul a la vegetación, similar a acariciarla en un saludo amable. El Segundo Príncipe arribó cuando en todo el Reino de la Dicha Pura algunos fuegos artificiales explotaron como flores abriéndose en primavera llenos de anticipación y los farolillos rojos resaltaron en medio del paisaje por la llegada de un nuevo año.
―Saludos, tío ―dijo Zheng Guo al notar al Buda Sonriente sentado junto al lago bebiendo un sorbo de té, su cabello llevaba algunos copos que simulaban una diadema de perlas que contrastó con el leve rubor por el ambiente fresco.
―Oh, sobrino... ¿ya te mandaron a llamar? ―alzó la mirada de manera jovial de las piezas de mahjong regadas en la mesa.
― ¿Y el tío Zhang Lang? ―preguntó mirando alrededor, le pareció extraño que ni siquiera se viera a los sirvientes o guardias cerca.
―Está en el mundo humano, bajó para ayudar al dios de la cocina antes de su ascensión.
― ¿Por qué sólo tú haces guardia?
―El general Guan Yu dispuso a la guardia real en zonas estratégicas de todo el Palacio de Jade y los alrededores, también hay long espirituales. Aquí, sin embargo, por la naturaleza del Emperador se crea una barrera que aleja desconocidos para proteger a su pareja y a su bebé. Lo mismo pasó en el nacimiento del Primer Príncipe y en el tuyo ―explicó invitándolo a sentarse, tomó la tetera para verter té caliente en la taza extra.
El dios del fuego asistió enviando un pequeño pájaro espiritual para hacerle saber al Guardián Azur de su llegada.
―Hace mucho tiempo que no veía la nieve, nunca cae más que en el Territorio Norte ―comentó alzando su palma para suspender el pequeño copo de nieve y guardarlo. Se lo regalaría a la estrella cuando la volviera a ver.
―Es porque hoy es un día especial, ¿acaso no lo sabes? ―rio el Buda Sonriente desplegando su abanico.
Dentro de la alcoba, Xi Zhen yació en medio de la cama, su cabello suelto y húmedo cayó en desorden. El peinado con la corona de oro y hermosos jades que se puso para el banquete con los dioses de la corte central se deshizo antes de poder regresar a la Primera Mansión, su elegante traje de brocado con hilos de oro y plata se convirtió en nada. El Emperador de Jade, todavía ataviado con el ostentoso hanfu dorado, se sentó al lado de su pareja sin soltar su mano, enviando su poder por todo el cuerpo contrario mientras la Dama Peng y las demás auxiliaban el parto.
A la medianoche, un adorable llanto inundó los oídos de la Pareja Real que recibió entre sus brazos, con el rostro lleno de lágrimas y sonrisas, a la pequeña bebé, fruto de su matrimonio. Un gran long espiritual se elevó por los aires dando un espectáculo magnífico para anunciar la noticia a cada rincón. En el Territorio Norte, en la edificación más grande del Palacio, el canto del dragón negro se hizo eco llevando la alegría, una luz pálida iluminó los cristales de hielo a su paso, la bola de oro macizo encima de las tejas de tres tiempos destelló cegando a la oscuridad.
En el pequeño patio escondido al interior del Territorio Oeste, el Guerrero Oscuro cayó en cama sintiendo un dolor sordo que fue empeorando hasta dejarlo inconsciente. Nadie notó su sufrimiento pues despachó a su sirviente después de que le llevaran los siete platos del banquete de Nochevieja y al día siguiente, no actuó de forma anormal sino que hasta decoró su ventana con coplas vistiendo la ropa nueva preparada. Parecía vivir cómodo y feliz o eso escribió el sirviente en su reporte.
A primera hora del primer día del año, la princesita dormitó en los brazos de Xi Zhen, vestida de nubes y envuelta en colchas de seda clara, sin enterarse de la presencia de su hermano mayor. El Rey de las Aves saludó a sus padres deseándoles bendiciones, con el permiso de Nan Jun, se acercó para acariciar la mejilla redonda de su hermana.
―Es preciosa, ¿cierto, Zheng? ―susurró encantado el Consorte Imperial. El momento hubiera sido perfecto si el Tigre Blanco hubiese estado presente. Suspiró negándose a pensar en que su primogénito volvería dentro de varios años.
Jing Jing aprendería a caminar y a hablar para ese entonces poniendo de cabeza todo el Palacio de Jade, nadie lo hizo desde que su segundo hijo llevó al castañito cuando era un infante revoltoso pero adorable.
¿Dónde estaría TaeTae? ¿Acaso ese entrenamiento duraría una eternidad?
―Parece un dulce glutinoso ―bromeó el Segundo Príncipe sacándolo de su ensoñación.
―Debíamos tener una princesa en la familia, tantos hombres en estos últimos miles de años... ―negó Hao Xi riendo.
―¿ Y la esposa del Primer Príncipe?
―Ella también es un soplo de aire fresco.
― ¿Vendrá mañana o irá a visitar su hogar materno? ―interrogó el Dragón Azur tomando a Jing Jing con cuidado para dejarla en la cuna cercana, la sintió tan ligera que tuvo miedo de quebrarla si efectuaba un mal movimiento.
―Creo que no irá a su hogar materno.
―Estar lejos de casa no es fácil para una recién casada ―señaló Xi Zhen acomodándose entre las almohadas, todavía estaba agotado.
La Dama Peng mandó a llevar los platillos, una hilera de sirvientes se dirigieron con rapidez desde la cocina, por tradición, el Consorte Imperial descansaría un mes*, así que decidieron acompañarlo a comer. Uno de los primeros platillos para él fue un gran tazón de sopa de pescado, el Emperador se encargó de quitar las espinas de la carne blanca alimentando a los presentes con abundante comida para perro.
―Explotaré de tanto que me alimentan ―se quejó Hao Xi sin verdadero enojo.
―Cuando la boda de Zheng Guo y TaeTae se realice, sólo faltará la tuya y podrás derramar comida en lugar de ser alimentado contra tu voluntad, cuñado ―bromeó Xi Zhen.
―Yo ya me casé, tuve hijos, nietos y bisnietos... prácticamente soy padre de la civilización china.
―Tu boda con Zhang Lang en el mundo humano, cuando él tomó la forma de una dama no cuenta, ni las concubinas que recibiste en tu harem porque bajaste como humano. Como Príncipe Central del Reino de la Dicha Pura sigues soltero.
― ¿Cuándo te molesté, cuñado?
―Jing Jing necesita una compañera de juego, podrías intentar darle una primita. Zhang Lang y tú pueden intentarlo ―levantó las cejas pícaro, el Emperador Amarillo miró a su hermano en busca de ayuda, mas, Nan Jun sólo se rio de él.
― ¿Por qué no te concentras en pedir nietos? Tus dos hijos mayores ya tienen pareja.
Un silencio incómodo se apoderó de la alcoba, Xi Zhen miró de reojo a su hijo con miedo de su reacción encontrando que no les estaba prestando atención.
Zheng Guo ni siquiera se dio cuenta de que estaba sumergido en sus pensamientos, el ruido sólo se desvaneció dejando que oyera los gritos desesperados de su corazón; en cada latido, su demanda seguía el llamado de un travieso Antepasado que no llegaba por más que suplicara y se desgarrara. No pudo imaginar el dolor que sintió la estrella, cuánto lo extrañó después de que sucumbió en la gruta. El sólo estaba aguardando su retorno para casarse. Qué tonto fue al sentirse tan angustiado que ni pudo pasar el arroz y sintió que los ojos le picaban.
Xi Zhen y el Buda Sonriente quisieron burlarse de él, pero no tuvieron corazón para hacerlo.
Una de las damas ingresó después de llamar y obtener permiso, se acercó al Rey de las Aves dejando un mensaje proveniente del Palacio Sur, cuando el dios del fuego lo abrió sólo encontró los caracteres de doble felicidad* sin saber a qué se referían, el rastro de magia en la nota pertenecía a XingXing. Eso encendió su curiosidad, se despidió momentáneamente de su familia para retornar al Territorio Sur donde los velos rojos le dieron la bienvenida bailando con la brisa, caminó sin rumbo tratando de notar algo fuera de lugar hasta que sus pies lo guiaron al Pabellón Real del Fénix, cuya puerta estaba abierta.
Ingresó intentando ahuyentar cualquier expectativa, las hojas de sauce se levantaron en el patio, pasó por la cortina de ónix hacia el interior, sus pupilas reflejaron la figura que hizo bailar a su corazón de alegría, que alejó la amargura con sólo su presencia.
―Mi estrella ―murmuró cerrando el espacio que los separaba en grandes zancadas, sus brazos se abrieron para envolver al castañito y cargarlo.
―Volví para casarme contigo ―sonrió ofreciendo sus labios para que se le dieran todos los besitos perdidos.
―Si es cierto, no volveré a dejarte ir. Nadie, ni tu maestro, podrá llevarte lejos ―amenazó sellando la boca rojiza que había añorado, lo tomó en un sorbo desordenado y demandante, a base de mordiscos le separó los labios para ingresar.
Taehyung se aferró al hanfu ajeno sintiendo que la intención de su prometido era devorarlo.
-electrahearth-
¿Cómo están?
Ahora sí, ¡alisten sus trajes que viene la boda!
La tradición del embarazo es que la madre descanse un mes luego del alumbramiento, se debe permanecer en reposo el mayor tiempo posible, se piensa que se pierde mucha energía y hay una serie de cuidados que seguir. Se llama Suo yue zi, en español significa "sentar el mes".
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Besos bitiezianos.