[Capítulo 38]

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-¡NO!-grité yo y me arrojé sobre él pero sólo lo atravesé y él se retorció a causa de los escalofríos-¡Maldición!
Ricardo posó sus manos a las orillas de la ropa interior de la parte inferior de Pau.
-¡NO! ¡DÉJAME! ¡DÉJAME! ¡NO!-gritaba Juli. Otro golpe-¡OLI! ¡OLI!
-¡JULI!-exclamé yo sintiendo ganas de llorar de pura impotencia. Sabía que no podría hacer nada por salvarla... nada. Todo estaba perdido.

--------JULI--------

Me encontraba sentada en mi cama después de haber discutido con Oli. Yo odiaba las mentiras y, a mi parecer, él me había mentido con el único fin de "protegerme", y como siempre, quien más había salido lastimado gracias a mis palabras era él... no entendía por qué me costaba tanto trabajo ser amable o de menos medir un poco mis palabras y no terminar hiriéndolo.
Como era de esperarse, Oli y yo estuvimos distantes varios días después de la discusión. Era terrible el verlo, querer hablarle y que mi orgullo lo impidiera.
A veces lo observaba detenidamente mientras él leía muy concentrado pero cuando se volteaba, fingía estar mirando a otro lado. Se la pasaba alejado de mí la mayor parte del tiempo y dolía, pero ni con eso hacía algo para que las cosas volvieran a ser como antes.
Cuando el dueño de la casa se presentó ante mí para pedirme de manera cortés que dejara el lugar me tomó por sorpresa y gracias a Dios pude demostrar que no era yo quien organizaba las fiestas.
Entonces Oli no me había mentido, pero no quería creer que Ross no era mi amiga ya que era la única con la que contaba en mi vida, era la única persona que yo conocía que me brindaba "amistad", que me aceptaba tal y como yo era... o al menos eso me gustaba creer.
Fue la misma Ross quien me dijo frente a frente que Ricardo había sido quien me acusó pues estaba bastante "ardido" por no haber conseguido lo que quería de mí y el saber eso, logró afectarme pero no tanto como lo hubiera esperado.
Ricardo había estado perdiendo su lugar tanto en mi mente como en mi corazón. Al pensar en él ya no sonreía como una tonta, mi corazón no se aceleraba como antes, todo estaba cambiando y me daba miedo pues yo había estado bastante cómoda con los 3 años que pasé a su lado y decirle "adiós" sería muy difícil para mí.
En una bolsa de plástico color negro puse todas las cosas que me había regalado a lo largo de los 3 años de noviazgo: peluches, tarjetas, cartas y mil cosas más que en su momento me hicieron sentir feliz y como la mujer más afortunada por tener un novio como él, pero ahora ya no eran sino el recuerdo de lo que solía ser el "amor" en mi vida y dolía verlos.
Era estúpido el regresarle los regalos, pero me haría sentir mejor.
Para mi sorpresa, cuando iba yo de salida, me encontré con Ross que también dejaba la casa y me pidió que la llevara ya que su coche seguía en el taller. La casa de Jonathan estaba algo lejos, pero no podía "quedarle mal" así que acepté llevarla.
Antes de salir de casa recordé la bolsa y subí corriendo hacia mi cuarto para tomarla y al bajar las escaleras me topé con Oli quien miraba atento la bolsa.
-¿A dónde vas?-le pregunté al notar que me seguía a la puerta.
-No lo sé-respondió con inocencia y se alzó de hombros.
-No te invité conmigo.
-No es que vaya contigo realmente-bajó la mirada-Me voy a quedar solo en la casa, no es divertido.
-Mientras no te pares por la casa de Ricardo, me parece perfecto-negó con la cabeza y regresó a la sala.
No quería que él estuviera presente cuando terminara a Ricky, eso me pondría muy nerviosa pues Oli me tenía realmente confundida respecto a lo que sentía y siendo sincera, él era una de las razones por las cuales había decidido dar por terminada mi relación.
Quería descubrir que lo que sentía por él era "valioso" y con Ricardo como mi novio, aquello sería realmente incómodo pues no quería engañar a nadie.
Estacioné el coche afuera de la casa de Ricky, él se encontraba afuera lavando su coche y al verme cargar la bolsa (que era algo pesada), se acercó para quitármela de las manos y así entramos a su casa.
-¿Qué haces acá?-preguntó y se acercó para darme un beso pero se detuvo.
-Necesito hablar contigo.
-Antes déjame ofrecerte una disculpa por lo que pasó aquel día en el estacionamiento del súper mercado, me sacaste de onda con todo lo que me dijiste, Juli y fue por eso que te dije esas cosas pero yo jamás, jamás te he engañado. Te amo.
*Nadie nunca dijo que terminar sería fácil*
-Ricardo, yo...
-Debes creerme-me tomó de las manos-Sé que puede parecer que el tiempo que te pedí fue para estar con otras, pero no es así, mi amor. Ahora sé que fue un gran error, quiero estar contigo.
-¿Y por qué no me habías buscado?-zafé mis manos.
-Pensé que seguías enojada.
-No estoy enojada-sonrió y yo sólo bajé la mirada. Tenía que decirlo de una vez, antes de que me arrepintiera por las cosas que me decía.
-¿Entonces? ¿Me perdonas?
-Ya no quiero estar contigo-dije rápido.
-Pero ya te dije que no fue verdad, mi amor, yo nunca te he engañado...
-No es por eso-me miró con los ojos muy abiertos-Ya no me siento del mismo modo contigo, Ricardo, en este tiempo las cosas han cambiado mucho entre nosotros...
-Mira-tomó mis manos de nuevo-Sé que estás molesta por que crees que sólo quiero llevarte a la cama...
-¡No! ¡Entiende! Ya no quiero estar contigo, ya no te quiero.
-¡Pero yo a ti sí!-me jaló hacia él y me abrazó con mucha fuerza-Por favor, no me hagas esto.
-Ricardo, por favor entiende...
-¡No tengo nada qué entender!-Subió el tono de su voz-Hace poco tiempo decías que me amabas ¿Qué cambió?-Calló de repente y me miró fijamente a los ojos-¿Estás viendo a alguien más?-Por más que intenté reprimir la risa, me fue imposible. Literalmente estaba viendo a alguien más. Fue en ese momento en el cual pensé en Oli que me di cuenta que mi gusto por él no era nada simple. El sólo hecho de recordarlo hizo que mi corazón acelerara su ritmo considerablemente y deseara con todas mis fuerzas estar a su lado. Pero las cosas con Ricardo aún no terminaban-¿Así que se trata de eso?-Sonrió para después mirarme-¿Cómo se llama?
-No estás...
-¡Cállate! Desperdicié 3 años, 3 malditos años contigo y ¿Para qué? ¡Para nada!
-Pero Ricardo, yo te amé...
-¿De qué me sirve tu amor, Julieta?-sus ojos estaban rojos-No puedo creer que esto esté pasando...
-Es que si me dejaras explicarte.
-¿Quién mas pudo fijarse en ti?-preguntó ignorando mi replica, me miró de arriba abajo un par de veces y sonrió-Tienes un cuerpo muy bonito y tu cara es hermosa, pero es todo lo que eres... Eres muy aburrida, bipolar ¿Quién te va a soportar, Juli? ¿No te da miedo? Te quedarías sin ninguno de los dos. Al menos a mí me tenías "seguro" porque, aunque no me creas, te amo. ¿Pero quién te asegura que él te amará? ¿Qué de menos le gustarás? No, Juli, tú eres una mujer muy alejada al "modelo" que los hombres buscan-rió bajo-Estás cometiendo un grave error al dejarme y lo sabes.
-Tal vez sea todo eso que tú dices-tragué saliva para deshacer el nudo en mi garganta pero no funcionó-Pero...-No pude decir nada más gracias al llanto.
-¡Solo lárgate, Juli!
Me tomó por los hombros y me sacó de su casa mientras yo no dejaba de llorar.
Aunque ya no lo amara, sí lo quería un poco pues había compartido mucho tiempo con él y todas esas cosas que me dijo dolieron...
Al llegar a la casa en lo único que pude pensar fue en el fantasma que vivía conmigo; había tenido la absurda idea de confesarle lo que sentía, pero recordé que estaba enojado conmigo por las estupideces que le había dicho, además ¿A quién quería yo engañar? Que yo sintiera cosas por Oli no me daba la seguridad que él las sintiera igual ¿Por qué habría de hacerlo? Yo siempre lo lastimaba, lo insultaba, lo utilizaba a mi gusto para que me quitara el calor, para que me relajara... Yo no era "buena" para él.
Después de todo, lo que Ricardo había dicho era verdad ¿Quién me iba a querer?
En verdad eso terminó por "acabarme", sin importarme nada me senté y comencé a llorar como una niña pequeña.
-¿Está todo bien?-Preguntó aquella voz tan familiar para mí, pero no respondí nada pues me sentía una completa idiota en ese momento-¿Juli?-se acercó a mí, pude sentir su "frío".
-¡Vete! No quiero hablarte.
-Sólo quiero saber si estás bien-dijo algo preocupado.
-Lo estoy, ¡ahora déjame!
No me importó dejarlo ahí solo y subí corriendo a mi habitación para tirarme sobre la cama y seguir llorando amargamente. En ese momento no quería pensar mucho, pero sabía que la parte que más me dolía era la que involucraba a "mi" fantasma.
Lloré demasiado tiempo hasta el punto en que de un momento a otro me perdí en la somnolencia causada por el llanto y el mal dormir de días anteriores.
Lo siguiente que recordaba era que unos ruidos me despertaron y antes de que me pudiera poner de pie para averiguar de dónde venían, Ricardo apareció en la entrada de mi cuarto y se notaba muy molesto así como ebrio, incluso traía con él una botella de vino más vacía que llena.
-¿Qué estás haciendo aquí?-pregunté asustada pues nunca lo había visto así.
-Vine por lo que me corresponde-entró al cuarto y cerró la puerta con seguro-¿Creías que sería todo? Estabas equivocada.
-Ricardo, no entiendo de qué hablas.
-En unos minutos lo harás-sonrió y luego se sacó la playera y se lanzó sobre mí, me acostó sobre la cama tomándome de las muñecas y comenzó a besarme de una manera asquerosa. Yo gritaba y me oponía a todo eso, pero parecía no escuchar o simplemente no le importaba.
-¡Por favor déjame!-supliqué y entonces se detuvo.
-No es así de fácil, Juli... Eres mía y te lo tengo que probar.
-¡No! ¡Déjame por f...!-Antes de terminar la frase me pegó una cachetada muy fuerte, tan fuerte que a los pocos segundos sentí sangre en mi boca.
-Por las malas será-sonrió de nuevo.
Otra vez se lanzó sobre mí, arrancó mi vestido sin consideración alguna y de nuevo me aprisionó entre el colchón y su cuerpo. Sus manos recorrían mi cuerpo entero provocándome sólo asco.
No podía creer que aquellas manos que me dieron tanto placer alguna vez ahora me lastimaban de esa manera.
Seguía gritando y llorando mientras le suplicaba que se detuviera.
-¡Cállate!-Me soltó ahora un golpe con el puño cerrado que me dejó inutilizada unos segundos-¡Eres mía, Julieta!
Las cosas siguieron igual por un par de minutos y cada vez que trataba de decir algo, me golpeaba hasta que llegó el punto en el que me quedé sin fuerzas para seguir defendiéndome.
Entre todo lo que me pasaba, en algún momento pensé en Oli y de cierto modo agradecí que no se encontrara en ese lugar pues sería horrible que viera lo que el animal de Ricardo me haría. Todo estaba perdido para mí...

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