[Capítulo 95]

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-Justine, hay... hay algo que necesito decirte y pedirte... bueno en realidad no se trata de mí-frunció el ceño-Lo que sucede es....-renegué, no hallaba palabras para decírselo-Justine, Ol...-me vi interrumpida cuando la puerta se abrió de golpe y yo sentía que la sangre me abandonaba el cuerpo al tiempo que vi los ojos asustados de Ágata mirándome detrás de quien había abierto la puerta.
-Por cuidar a la señora Eloísa me olvidé del señor Ernesto. Lo lamento Señorita Julieta-Apenas Ágata pronunció mi nombre una sonrisita apareció en los labios del hombre, así como sonrieron Justine y la propia Ágata-Señor Ernesto, le pido que no le cuente a la Señora.
-No te preocupes por eso, Ágata. Anda y cuida que no nos interrumpa, quiero estar a solas con mi hija y con Julieta-sonrió amable-Por favor.
-Con permiso, Señor Ernesto, señoritas.
-Adelante-respondimos Ernesto y yo al mismo tiempo, lo cual ocasionó que su mirada se posara de nuevo sobre mí y sin dejar de mirarme caminó hacia la cama y se dedicó a pasar su mirada de Justine a mí en un par de ocasiones. A ella parecía no molestarle o parecerle raro, en mí era todo lo contrario pues no lo conocía en realidad. Una cosa era que Ágata me dijera que él no era como Eloísa, y otra muy diferente a que lo fuera en realidad-¡Son idénticas!-soltó tomándome por sorpresa y más aún por la alegría que había en su voz-Sólo estando cerca se notan las diferencias. Justine tiene los ojos de su madre y tú...  nada-dijo sin dejar de verme.
-¿Usted es el...?
-Permíteme presentarme de manera formal. Ernesto Blake-extendió su mano y la tomé rápidamente, más por cortesía que por en verdad querer hacerlo-Tú eres Julieta...
-Castellanos. Es un placer, Señor Blake.
-El placer es todo mío, Julieta-su mirada comenzaba a inquietarme un poco-Justine ¿Necesitas algo?
-No papá, gracias-sonrió y me quedé sorprendida por el parecido de su sonrisa con la de su padre.
-Julieta esto te sonará extraño y entiendo si no aceptas pero ¿Podemos hablar?-Lo miré solamente para después mirar a Justine quien asintió con la cabeza mientras sonreía. Eso hizo que terminara por aceptar hablar con él. Justine me inspiraba mucha confianza en verdad. Y para qué negar que me daba mucha curiosidad saber de qué quería hablar Ernesto conmigo. Actuaba demasiado raro ante mi presencia.
-Espero verte de nuevo muy pronto, Julieta-dijo mientras yo caminaba a la puerta acompañada por su padre-Además tienes algo pendiente que decirme. Cuídate mucho.
-Volveré pronto, te lo aseguro, pues lo que tengo para decirte es muy importante. Tú también cuídate, y en verdad espero que te mejores. Adiós-agité mi mano y ella sólo me dedicó una sonrisa.
Se me hizo demasiado extraño cuando ambos salimos por la puerta de servicio, pensé que me mandaría a mí y él saldría por la puerta principal.
Al parecer todos en esa casa "temían" de Eloísa.
Ernesto me llevó a casa en mi coche, y al preguntarle en qué se regresaría me dijo que llamaría al chofer de la familia. En ese momento sólo quería estar conmigo para platicar. Por más extraño que ese señor fuera para mí, no le tenía miedo, claro que me encontraba extrañada ¿Quién no lo estaría? Pero era como si yo lo conociera de algún lado, de algún modo él me hacía sentir "bien". Y esa era otra de las razones por las cuales quería escuchar lo que tenía para decirme.
Bajamos del coche y lo invité a pasar pero nos quedamos sentados en la banquita de concreto situada afuera de mi casa pues así lo quiso él.
-Julieta-dijo mi nombre de nuevo con alegría-En verdad no sé ni por dónde comenzar con todo lo que debo decirte-se quedó pensativo unos segundos-En realidad lo sé... ¿Cómo se llama tu mamá?
-¿Para qué quiere saber el nombre de mi mamá?
-Solo dímelo, por favor-sonrió de nuevo.
-Rocío Fish...
-Rocío-dijo y en sus ojos vi un brillo algo extraño, como si aquel nombre hubiera sido pronunciado con "cariño". En verdad comenzaba a "asustarme".
-¿Usted conoce a mi madre?-me miró sonriendo y asintió.
-La conocí hace muchos años... 21 para ser exacto-su voz se quebró un poco al final y yo sentí un nudo en mi garganta pero mantuve silencio, tenía que escuchar el resto-Comenzaré desde el principio. Si tú lo permites me gustaría contarte una historia.
-Bi... bien.
-Al ser tú la novia de Javier debes conocer cómo se dan las cosas en nuestro circulo, los matrimonios arreglados y la importancia del dinero-sonrió pero esta vez sin alegría-Omitiré la parte que Ágata te contó, no tiene caso escuchar la misma historia 2 veces. Quiero concentrarme en lo que pasó con Rocío. A menos que tú quieras escuchar todo.
-¿Usted cómo sabe lo que Ágata me contó?
-Ella me lo dijo, me ha hablado de ti Julieta.
-¡Oh! En ese caso, sólo quisiera saber cómo conoció a mi madre.
-Lo supuse-se frotó las manos-Sólo quiero agregar antes algo que quiero que sepas: yo amo a Javier como si en verdad fuera mi hijo ¿Qué va? En verdad es mi hijo, ese chico es mi orgullo porque a pesar de que Eloísa lo crió con esa amargura que al final él adoptó como propia, mi muchacho es un buen hombre-yo sólo asentí y dentro de mí me sentí feliz por Javier-Ahora te contaré cómo conocí a tu madre. Verás, tenía yo 24 años cuando la conocí. En esa época mi matrimonio era un verdadero desastre; Eloísa sólo se ocupaba de presumir a mi hijita, de usarla como un trofeo mientras que a mi pequeño lo hacía a un lado y por más cosas que él hiciera ella sólo quería estar con Justine, y a mí, bueno, yo había pasado a ser otro trofeo: frente a todos éramos un matrimonio ejemplar con nuestros 2 hijos, y el "amor"... ¡Pura basura!-de nuevo se frotó las manos y suspiró-Harto de mi mujer salí un día de casa, me alejé demasiado de los lugares que la gente del círculo frecuentaba y llegué a una cafetería bastante cómoda, sobre todo con una mesera muy agradable. Recuerdo perfecto sus mejillas sonrojadas cuando me atendió. Estará mal que lo diga pero yo era muy bien parecido-sonrió-pero ella no fue la única sonrojada pues cuando la miré no podía creer que fuera así de hermosa, pero también se notaba que era muy pequeña, así que antes de darle mi orden pregunté su edad, era sólo una niña de 16 años y yo ya tenía 24, no era un viejo pero tampoco un adolescente. Las cosas en mi casa siguieron iguales por bastante tiempo y yo en Rocío fui encontrado un escape para eso, para mi realidad tan fría gracias a Eloísa. Rocío estaba llena de energía, de alegría que lograba contagiarme y yo me sentía otro cuando estaba con ella. Había llegado al grado de mentirle a Eloísa y a Javier para ir a ver a Rocío. Tu madre y yo éramos en verdad buenos amigos, aunque detrás de esa amistad había atracción, misma que yo no quería aceptar por la edad de ella, pero aquello sólo duró un par de meses pues llegó el día en el cual no pude aguantarme más y la besé-a esa altura del relato el nudo en mi garganta regresó-A partir de ese día la hice mi novia y yo era tan feliz al igual que ella, aunque yo siempre tenía miedo de verme descubierto y sabía que era muy tarde para explicarle sobre mi matrimonio pues yo no quería perderla y era seguro que si le contaba ella simplemente se iría de mi vida. Yo no podía, no quería que eso pasara-me miró y yo fui incapaz de sostenerle la mirada. Entendía perfecto su miedo pues yo misma lo había visto y vivido con Oli hacía poco-Teníamos un par de meses como novios cuando ella se entregó a mí, fui el primer hombre en su vida-ahogué un grito-... Ella quedó embarazada de esa vez y fue luego de unas semanas que me lo dijo. Fui tan feliz, Julieta, y ella también pues aun con su edad ella me amaba y tener un hijo de ambos era un regalo maravilloso. En ese momento yo decidí dejar a Eloísa y estar con Rocío, llevarme a Justine y a Javier. Yo estaba seguro que ella sería una mejor madre para ellos... Pero ¿Cómo haría eso? ¿Cómo explicarle que la había engañado todo el tiempo? Así pasó más tiempo hasta que un día, mientras ella y yo caminábamos por la calle tomados de la mano, Eloísa nos miró y te puedes imaginar todo lo que dijo, lo que le dijo a la pobre Rocío. Eloísa sabe cómo herir profundamente con palabras. Tu madre me dejó, me dijo que no quería saber más de mí, que me olvidara de ella y de nuestro hijo. Yo no quería pero lo hice, se lo debía porque yo no quería que sufriera más y Eloísa había prometido hacerla sufrir. Gracias a Dios Eloísa jamás supo que Rocío estaba embarazada porque no sé qué hubiera sido capaz de hacer con mi pobre hija-me miró y luchaba con todo mi ser para no llorar-3 años pasaron para que volviera a ver a Rocío, la miré de lejos mientras estaba con Javier en el parque, llevaba a nuestra hija, era una niña preciosa y la escuché nombrarla, un nombre realmente bonito, quise acercarme pero no pude con Javier ahí porque sabía que el niño haría preguntas, mismas que yo no podría contestarle. Ese fue el último día que yo las miré, pero no porque no las buscara, simplemente parecía que habían desaparecido. Me quedé con Eloísa sólo por mis hijos, pero el día en el que ella decidió por mi hija Justine al no dejarla ser feliz con un chico al que realmente amaba, no pude más y me fui, huí de ella siendo mis hijos lo único que me dolió de irme. Y es todo, Julieta.
Estaba completamente inmóvil en ese momento y aunque mis ojos estaban fijos en él, las lágrimas que salían me impedían verlo. Quería reclamarle, quería gritarle por haber jugado así con mi madre... Pero sabía que no era malo, que no lo había hecho por maldad y que en verdad la había querido. No sabía qué hacer, qué decir, mucho menos qué sentir.
Sólo quedaba asegurar una cosa, algo que ya era bastante obvio pero quería escucharlo de su boca, que lo dijera con todas sus letras.
-Entonces usted es mi... mi...
-Así es, Julieta-su voz se quebró-Soy tu papá. Tú y Justine son medias hermanas.
Estaba por echarme a llorar sin pena alguna, pero hubo algo que me hizo trizas el corazón y es que tras escuchar el sonido de una hoja crujir y ver hacia un costado me encontré con Javier parado frente a nosotros con su rostro empapado por las lágrimas.
Su papá se levantó y se acercó pero Javier retrocedió.
-Somos medios hermanos-dijo mirándome-¡Julieta, eres mi hermana!-gritó con verdadero dolor.

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