[Capítulo 80]

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-Ahora más vale que te des prisa, tienes que ir con ella y se te está haciendo tarde.
La voz desapareció así como la quemazón en mi estómago y garganta que relucían cada que se hacía presente para hablarme y una vez repuesto, tomé mi chaqueta y más dinero del que solía cargar cuando salía. Debía hacer una compra grande esta vez... grande e importante.

--------JULI--------

-Entonces paso por ti a las 5, bonita-me dio un beso en los labios.
-Ok Casper, nos vemos entonces-dio media vuelta y echó a andar a su carro.
Recién había recogido por completo todos los papeles de la escuela pues si bien me había graduado desde hacía dos meses, aún faltaba que me entregaran unas cuantas cosas.
En el camino, Javier me había dicho que me invitaba a pasar la tarde en su casa pues quería enseñarme algo muy importante y al verlo tan entusiasmado con lo que sea que me iba a dar, no pude decirle que no.
Comí a toda prisa lo que recalenté de los sobrantes de un día antes y al terminar tomé una siesta corta en cuanto entré a mi cuarto y al despertar, me duché rápido y vestí lo mejor posible pues si bien no iba a algún restaurante o lugar público, en la casa de los Blake siempre debía entrar presentable ya que al parecer eso complacía a mi suegra y por ahora, lo único que quería era ganármela para evitar problemas con mi novio.
Justo a la hora acordada tal como siempre, Javier estuvo puntual en la puerta luciendo impecable y más feliz que de costumbre. Me llenó de dulces besos el rostro al verme y terminada la sesión de besos, subimos a su auto y emprendimos marcha hacia su hogar.
-¡Javier!-soltó mi suegra cuando entramos por la puerta principal-¡Ahí estás!-dirigió sus ojos a mí-Julieta, cariño, no sabía que nos visitabas hoy. Tu novio no me comentó nada-acusó a Javier con sus ojazos del color del cielo-Le diré a Ágata que prepare más comida para ti-se volteó hacia un lado y comenzó a gritarle a la criada.
-¡Oh! No hay necesidad, yo ya comí.
-Así es mamá, Juli ya comió y no te avisé porque para lo que la invité aquí sólo necesito de mi cuarto, ella y yo-sentí un leve cosquilleo en el estómago y cada terminación de mi cuerpo ante esas palabras.
La señora Blake abrió grandes los ojos.
-Bueno, pero cuídense, no creo que quieran tener familia ya.
-¡¿Qué?! ¡No!-el rostro de Javier se volvió completamente rojo y estaba segura que el mío estaba igual-Madre, no me refiero a eso, es otra cosa. Quiero enseñarle algo a mi novia.
-Está bien, pero no te acalores, tesoro-le jaló una de las mejillas a Javier quien se puso aún más colorado e hizo una cara de "mamá, me estás avergonzando" que me hizo ahogar una carcajada-Pero antes necesito de ti, para lo que te estaba buscando-me miró a mí-¿Podrías prestármelo unos minutitos?
-Por supuesto.
-Vamos, hijo-lo tomó del brazo.
-Vete yendo a mi recámara, mi amor, ya sabes el camino. En unos instantes te alcanzo-me indicó y luego salió rumbo a la biblioteca agarrado por su madre.
Subí las escaleras y caminé por el pasillo más largo de aquella casa que me condujo hasta a la habitación de la puerta blanca con azul que tantas veces había abierto en los últimos meses.
Entré a la impecable habitación y me senté en el borde de la cama de colchas tintas, mirando a todos lados, repasando que todos los cuadros siguieran ahí: los tres de Javier solo, el de Javier y Justine, el de Justine sola sentada a la sombra de un roble y la de Javier, su hermana y sus padres.
La temperatura descendió considerablemente de un segundo al otro.
Me llevé las manos a mis brazos desnudos y me los froté tratando de brindarme algo de calor a mí misma sin obtener resultado. Hasta los dientes me castañearon.
Miré en todas las direcciones de las paredes del cuarto en búsqueda de la salida de aire acondicionado en aquella habitación pero no había ninguna.
Vi entonces una rendija en lo alto del techo y haciendo uso de la silla que se posaba frente al pequeño escritorio de Javier, subí hasta verificar si por ahí salía aquel frío horrible, pero descubrí que sólo era un tragaluz.
Estaba apenas por bajar de la silla cuando debajo de mí aprecié a alguien que de inmediato supe no era ni mi suegra ni mi novio. La silla se tambaleó y yo con ella que incluso grité del susto de haber visto "alguien" y el susto del tremendo golpe que me iba a dar en el suelo al caer.
-¡Cuidado!-me gritó el sujeto y alcancé a arrodillarme sobre la silla y dejar de hacer que se tambaleara-¿Estás bien?
Alcé mis ojos y tuve que llevarme la mano a la boca para reprimir el grito.
Frente a mí estaba un muchacho de no más de 25 años, pero no era un muchacho normal. A través de su cuerpo lograba ver las paredes y cosas tras de él, sin embargo, por alguna causa extraña, no fue eso lo que me asustó si no que, digamos que se veía "incompleto". Lucía como cuando se dibuja una persona en un pizarrón y medio borras cuando necesitas un espacio en blanco en esa pizarra dejando el dibujo de la persona con tipo "mordidas" en las orillas, carencia de pedazos que lo completen.
Uno de sus brazos estaba casi borrado por completo. El otro parecía estar dividido en tres, una de sus piernas sólo la componían unos cuantos centímetros de muslo y lo siguiente que se veía era su zapato. Su torso estaba carcomido, su cabello sólo se veía a la mitad y su rostro tenía entradas de "borrones" en su contorno.
-¿Quién eres?-solté en un susurró-¿Qué eres?-corregí-¿Qué quieres de mí?
-¿No me recuerdas?-vi dolor en sus ojos carentes de color-Mírame bien-dio un paso hacia mí y yo bajé de la silla y la tumbé poniéndola entre él y yo-Juli...
-¿Cómo sabes mi nombre?
-Porque... viví contigo durante casi un año-avanzó más y atravesó la silla. De nuevo ahogué un grito y retrocedí-No temas, no te haré daño.
-¡No te me acerques!-pareció que le dije "acércate más, ven" pues avanzó rápido hacia mí hasta que terminé por topar contra la pared-No, no... aléjate, ¡Aléjate!-grité cuando se acercó a mi rostro demasiado y al ver que no se detenía, cerré los ojos y al hacerlo, tuve flashazos como si hubieran puesto cortos de una película tras mis parpados.
Me vi en una gasolinera pisando un brazo en estado de descomposición y corriendo asustada hacia mi auto. Me vi luego frente al mismo chico que estaba ahora conmigo, pero entero y mirándome atento con una sonrisa en sus finos labios. Vi luego al muchacho sentado en mi cama. Acompañándome a misa. En mi auto platicando conmigo. Platicando conmigo y mi hermano en casa de mis padres. Recostado a mi lado, cantándome. Junto a mí en un manicomio. En la escuela. En la calle. Bailando conmigo en el jardín de los Blake. Besándome... y entonces en esa imagen mi corazón se aceleró y pude sentir en mis labios ese frío que tanto me gustaba. "Te amo, mi ángel" "Te amo, Oli" "No me dejes" "Regresa" decía constantemente yo en las imágenes y él me respondía "Siempre estaré para ti" "Niégame" "Te amo, Juli" "Te amo, Chuleta"
"Chuleta" "Chuleta" "Chuleta"
-¿Chuleta?-abrí los ojos y me encontré con los ojos hermosos que durante casi un año vi a mi lado cada amanecer mirándome como si viera más allá de mi cuerpo: mi alma. Y ahora justamente me miraban de esa manera al mismo tiempo que con temor.
-¡Oli!-solté y una sonrisa se trazó en la boca del chico fantasma frente a mí-¡Oli!-repetí y fui yo quien me acerqué más él recordando claramente lo bien que se sentía rozar cualquier parte de mi cuerpo con su margen. Ese frío suyo, ese frío que me indicaba que estaba ahí-Ángel mío-los ojos se me llenaron de lágrimas.
-No llores-me pidió en un susurro.
-Mi ángel... ¿cómo es que pude olvidarte?-las lágrimas me corrieron por las mejillas-¡Dios mío!-sollocé-¿Qué diablos pasó?-lo miré de pies a cabeza-¿Qué diablos te pasó?
-Me olvidaste, prometiste no hacerlo y me olvidaste y si tú me olvidas o me niegas... yo desaparezco, tú lo dijiste un día-negué con la cabeza.
-¡No! Yo jamás te olvidaría, no sé qué me pasó-me estrujé la cabeza con las manos-Fue como si un día despertara sintiendo que gran parte de mis días se habían borrado de mi cabeza-miré a la nada recordando cómo me sentía los últimos meses-No sé qué pasó-lo miré de nuevo-¡Lo lamento tanto, mi amor!-sus ojos se iluminaron ante el sobrenombre y casi al mismo tiempo, toda su cara tomó forma y su color se volvió más sólido y mi corazón se aceleró al ver cómo todo su cuerpo se reestructuraba. Fue como si en los últimos meses mi corazón realmente no hubiera sentido.
Justo cuando su cuerpo terminó de "dibujarse" completo me llegó un último recuerdo, aquel del último día que lo había visto y el porqué había desaparecido de mi vida... en realidad, yo lo había corrido de mi vida, porque me había mentido.
Al parecer se dio cuenta de que recordaba ya aquello pues su sonrisa se borró y sus ojos se volvieron opacos.
-Lo siento mucho, lamento lo que te hice y lamento no poder darte ya una explicación para todo. Tenías razón, tuve muchos meses para hacerlo y no lo hice por imbécil. Ahora ya es tarde y no puedo hacerlo-retrocedió-Y es por la misma razón que ya no puedo decírtelo por la misma que debo irme ahora. Adiós Julieta, ódiame pero no me olvides, por favor. Es lo último que te pido...
-¡Espera!-caminé hacia él-Espera no te vayas, yo...
-¡Debo irme!
-¡No!
-Adiós...-y desapareció de mi vista, pero el frío siguió presente.
-¡Espera! Por favor, déjame verte... necesito...necesito que me aclares unas cosas.... ¡Ol...!-me interrumpí cuando la puerta se abrió y Javier entró mirando desconcertado la silla tirada y a mí como loca a medio cuarto.
El frío se fue por completo.
-¿Qué pasó aquí?
-Amm... yo... bueno-me acerqué y levanté la silla-Tenía frío y pensé que eso-señalé el tragaluz-Era el aire acondicionado y quería apagarlo, pero se me tambaleó la silla y brinqué hasta acá pero, la silla cayó hasta el suelo.
-Pero ni siquiera hace frío, Julieta.
-Ahora ya no pero, lo hacía, lo sentía... te lo juro-me miró dudando-En fin ¿Ya me vas a enseñar?-su rostro cambió a uno alegre.
-Sí-cerró la puerta y yo me senté en el borde de la cama.
-Bien ¿qué es?-pregunté interesada.
Javier tomó aire y puso una rodilla en el suelo, frente a mí. Lo miré confundida.
-Julieta, te he hablado ya de cómo son las cosas en mi familia y la sociedad que me manejo y sé que quizás para una relación normal como las que tú acostumbras esto es demasiado precipitado pero quiero que sepas que más que por cómo se manejan las cosas en mi mundo, yo quiero hacer esto porque te amo y porque me siento tan bien a tu lado que no dudo en dar este paso contigo. Soy feliz junto a ti, cada segundo, cada minuto, cada momento. Puedo decir con toda seguridad que eres lo mejor que me ha pasado en la vida y te prometo y juro de corazón y no sólo de compromiso que por ti soy capaz de todo y por ti y para ti seré y soy lo que quieras. Julieta, te amo con todo mi ser como no amé nunca jamás a nada ni a nadie, ni siquiera a mí mismo y deseo pasar el resto de mis días a tu lado. Contigo como mi compañera eterna, hacerte feliz cada día con sus noches, darte lo que quieras y necesites, ser lo quieras y necesites. Permíteme darte lo mejor de mí y dame la oportunidad de gozar de lo mejor de ti que es todo-rebuscó en uno de los bolsillos de su saco-Julieta Castellanos Fish-abrió la cajita frente a mí y en ella pude ver aquel anillo que tanto me había gustado de la joyería-¿Aceptas casarte conmigo y ser mi amada esposa?
Todo el aire se me escapó de los pulmones y no sabía cuál era la razón: Habían sido demasiadas impresiones en pocos minutos, me estaba ofreciendo una joya carísima que ni vendiendo mi casa, cuerpo y alma compraría o simplemente era el hecho de que jamás imaginé a alguien pedirme matrimonio.
No, no era ninguna de esas causas, yo sabía cuál era realmente y se trataba de un ente extraño que hacía de mis sentimientos y emociones lo que le venía en gana sin siquiera darse cuenta.

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