[Capítulo 50]

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También recordaba sus ojos grises y sonreía de manera involuntaria pues parecía imposible que unos ojos como los de él fueran reales, Javier era muy guapo, no podía negarlo, además muy lindo y atento.
Levanté la vista un momento y vi a Oli parado frente a mí mirándome con esos ojos fríos y profundos... pero todo estaba en mi cabeza pues la temperatura de aquella habitación seguía siendo cálida.

La mañana siguiente me encontró igual que la anterior: Ojos hinchados, dolor terrible de cabeza y cero ganas de hacer nada, pero con todo, yo tenía que ir a la escuela, después de todo mis padres no pagaban la renta de la casa y la mensualidad de la universidad de en balde.
Me paré y me dirigí a la ducha no sin antes dar un par de vistazos a mí alrededor con la esperanza de verlo cerca y, fracasado el intento, terminé de hacer mis cosas como todos los días.
Estaba terminando de cepillarme el cabello cuando unos golpes resonaron en la puerta.
-¿Julieta?-llamó la voz de Ross.
-¿Qué pasa? Ya casi estoy, si tienes mucha prisa vete, no importa-repliqué.
-No es eso, alguien aquí te busca.
-¿Alguien quien?
-El muchacho pálido que te trajo ayer a la casa. Le dije que pasara pero prefirió esperarte en la sala.
-¡Oh! Dile que ya voy-y dicho esto comencé a cepillarme con más rapidez el cabello y me maquillé en un dos por tres.
No entendía muy bien qué hacía Javier ahí, pero la realidad era que me ponía contenta de una forma irracional el saberlo en mi hogar.
Bajé los escalones con la mochila ya cargada y de inmediato pude ver el cabello oscuro y despeinado de Javier sobresaliendo del respaldo del sillón que me daba la espalda. Rodeé el mueble y me puse frente a él quien sonrió al verme.
-¡Hey!-se puso de pie-¿Cómo estás?-estiró una mano y yo la tomé con cortesía para luego ser ligeramente jalada hacia él para recibir un beso en la mejilla de su parte.
-Pues... estoy-fingí una sonrisita alegre-Ya es ventaja ¿no? ¿Y tú? ¿Cómo estás? ¿Qué te trae por acá?
-¿Te molesta que haya venido?-su semblante se volvió triste.
-¡Para nada! Fue una simple pregunta.
-Oh-sonrió de nuevo-Sólo quise asegurarme de que siguieras bien y de pasada, darte un aventón a la escuela.
-¡Oh Javi! No es necesario, yo puedo irme sola. Lo de ayer fue una simple descompensación, tú mismo lo dijiste, ya estoy bien.
-Ya vine hasta acá, vamos, anda, yo te llevo-me hizo una cara por demás encantadora.
-¡Caray! Si me pones esa cara ¿cómo puedo decirte que no, Javier Blake?-ambos reímos-Vamos pues.
Juntos caminamos hacia la puerta y estaba ya por cerrarla cuando se abrió hacia adentro de golpe y ante mí apareció Ross.
-Oigan ¿ya se van?-asentí-¿Puedo irme con ustedes de una vez? Sabes lo mucho que detesto irme sola a la escuela-me hizo un puchero, miré hacia Javier y este sólo se alzó de hombros y me hizo cara de "tú sabrás".
-Está bien, vente-Ross dio brinquitos cual niña chiquita y con una sonrisa enorme en los labios subió al auto dejándome cerrando a mí la puerta.
Durante todo el trayecto Ross no hizo otra cosa más que hablar hasta por los codos primero de lo fabuloso que era el auto de Javier, lo horroroso que era mi auto, lo pésimo que yo conducía pasando luego a hablar y elogiar cada prenda que el chico portaba y después haciéndole preguntas que ni siquiera yo que ya lo había visto como mínimo 3 veces, le había hecho.
-Muchas gracias por traernos, Jacinto...
-Javier-dijimos mi nuevo amigo y yo al mismo tiempo por cuarta vez en el día.
-Como sea, gracias-le dio un efusivo abrazo y beso en la mejilla a Javier para luego salir corriendo hacia el departamento de su materia. Javier meneó la cabeza y esbozó una sonrisita torcida que a decir verdad, no le sentaba nada mal. Lo hacía ver muy mono, más de lo que ya era.
-Debo entrar a clase Javi, gracias por traerme a mí y a mi loca amiga.
-No es nada ¿Te veo en el almuerzo en el mismo lugar de ayer?
-Me parece bien, ahí nos vemos-agité mi mano diciéndole adiós mientras ya caminaba hacia mi salón.
Fue imposible evitar las preguntas del porqué me había ausentado de clases el día anterior y como si las preguntas fueran poco, las agobiantes reacciones y más cuestionamientos cuando mentí diciendo que había enfermado fueron peor.
Finalmente, al terminar la tercera clase del día pude salir del salón evitando a toda costa ser detenida de nuevo por algún compañero que se hubiera quedado rezagado en la noticia de mi falta y el porqué.
Camino hacia el árbol donde había quedado de verme con Javier, me encontré de frente con Ricardo quien venía mirando al suelo y a escasos 20 centímetros de chocar conmigo alzó la mirada y al verme puso cara de haber visto un muerto y hasta ahogó un gritito para entonces, con la mano en el pecho darme la vuelta y tropezar un par de veces antes de echar a correr sin dejar de mirarme por demás asustado.
Fruncí el ceño confundida y antes de que me girara por completo, escuché una voz detrás de mí.
-Me pregunto qué le habrás hecho al pobre muchacho-sonó divertido. Me giré a ver de frente a Javier quien cargaba una pequeña lonchera de tela gris en las manos-La forma en que te miraba deja mucho a la imaginación.
-No le hice nada-me alcé de hombros-Nada que no se mereciera-sonreí malosa recordando lo que Oli le había hecho a Ricardo cuando había intentado violarme. La sonrisa se me borró al instante. *¿Otra vez pensando en él?*
-¿Juli?-tronó los dedos frente a mí y lo miré-Tienes esa rara costumbre de... perderte en tus pensamientos con frecuencia. Siento que estuviera solo cuando te vas así.
-Lo lamento. Suelo ser muy despistada y me distraigo con facilidad, prometo no volver a hacerlo-me sentí apenada.
-Es tu forma de ser, no puedes cambiarlo. En fin, vamos a sentarnos-caminó por delante de mí hasta llegar al árbol donde una vez que nos acomodamos, abrió su lonchera-Veo que no traes nada para comer...
-Pensaba ir por algo antes de venir a acá, creo que me distraje y lo olvidé-sonreí apenada mientras Javier reía por lo bajo.
-Eres increíble, Julieta, en verdad, me caes muy bien-sacó unas bolsas con algo dentro envuelto en papel aluminio-Ten, estas son para ti-me entregó una de las bolsas-Son sincronizadas, me han dicho que me quedan muy buenas. Quisiera que tú me dieras tu opinión-rebuscó en su lonchera-Traigo leche y jugo ¿Qué prefieres?
-La leche supongo-me entregó el botecito de leche-Gracias, veamos qué tal-desenvolví la comida y di una probada-¡Mmm! Están buenísimas, quien te ha dicho que te quedan buenas no mintió.
-Me alegra que te gusten-comió él y mientras masticaba su mirada se fijó en algún punto a lo lejos. Seguí su dirección y vi a Ross dándole un sofocante abrazó a Jonathan que parecía realmente incómodo ante eso. En alguna parte de mi interior sentí una punzada-Tu amiga... amm, Ross ¿Siempre es así de efusiva con todos los chicos?
-Con su novio siempre lo es, con el resto no lo sé.
-¡Ah! ¿El cholo ese es su novio?-pareció sorprendido-Ya veo. Ella es algo...
-¿Bonita para él? Sí lo es...mi amiga es mucho muy bonita-seguía sintiendo esa punzada en el pecho y mi tono no era el usual.
-Iba a decir que es muy platicadora-parpadeó viéndome-Como quiera, tú también eres bonita, mucho más que ella. E incluso más agradable-sentí que las mejillas me ardieron.
-¿No te resultó agradable mi amiga?-esquivé su mirada.
-Sí, pero las prefiero más... serias. Tú amiga no es de mi tipo.
-Oh-me sentí aliviada y la punzada desapareció, más no del todo pues ahora estaba otra punzada que me preguntaba ¿Por qué me había puesto tan a la defensiva? ¿Qué más me daba si a Javier le gustaba ella o no? Era su problema ¿Qué no? Ni siquiera lo conocía como para haber sentido... ¿Qué? ¿Celos?
-Cada que te quedas así de callada y como ida me recuerdas mucho a mi hermana. Tú y ella se parecen mucho-soltó de pronto y alcé los ojos para verlo-De hecho la primera vez que nos vimos pensé que eras ella y estuve por preguntarte qué hacías en mi escuela.
-¡Vaya! ¿Qué edad tiene tu hermana?
-22, casi 23.
-¿No estudia aquí?
-No, de hecho no estudia. Ella se casó hace poco y se fue con su marido a Rusia en una muy larga luna de miel-por el tono que usó supe que no le agradaba la idea de que su cuñado se hubiera llevado a su hermana lejos de él.
-La extrañas ¿cierto?
-¡Como no tienes idea!-miró hacia el suelo-A veces maldigo haber hecho lo que hice... de no haberlo hecho ella seguiría aquí, aunque con el imbécil demente que tenía por novio-masculló.
-¿Qué hiciste?-quise saber.
-Una tontería...-meneó la cabeza-No tiene caso hablarlo.
-¿Y cómo se llama tu hermana?
-Jus...-se vio interrumpido cuando una voz hosca le gritó a mis espaldas. Reconocí a medias la voz y cuando giré para ver de quién se trataba, me sorprendió lo molesto que se le veía. Jamás esperé verlo así.

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