[Capítulo 1]

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10 De Septiembre 2008
Acapulco, Guerrero.
Malecón.
00:32 Hrs.

La lluvia cae intensa en medio de un cielo oscuro, nubes densas que sólo dejan ver sus siluetas en medio de las penumbras del techo nocturno, olas reventando contra las rocas que separan una creación del cielo de la creación de hombre, amenazando con levantarse tan alto hasta acabar con la segunda y la brisa marina mezclándose con la lluvia dulce y fría.
A lo lejos de lo más poblado del vecindario se extiende el camino del malecón y casi hasta la orilla, una silueta oscura mira hacia el mar.
Cualquiera que viese esa silueta a esas horas y en ese lugar, podría divagar entre dos ideas: Correr o reír.
Correr al pensar que es un loco que sólo está esperando que alguien pase para lanzársele encima y sacarle todo lo de valor que traiga o reír al darse cuenta que únicamente un idiota estaría al pie de la orilla del mar, mojándose a torrentes con la lluvia y perdido a tan altas horas de la noche.
Me inclinaba más a darle la razón a quienes tiraban a la segunda idea: Era un idiota.
Pero era un idiota enamorado, y no, no me encontraba perdido, sabía exactamente dónde estaba y qué estaba haciendo a pesar de no haberlo pensado mucho tiempo (Una semana era el tiempo en que la idea había pasado por varios análisis en mi cabeza) y ahora estaba decidido y era el corazón el que mandaba y yo nada más seguía sus órdenes.
El puñal descansaba en mi mano derecha, en varias ocasiones había comenzado a resbalarse debido a la lluvia que ponía escurridizo el mango y mi mano, pero ahora ya lo había sujetado con fuerza, esperando únicamente a que mis pulmones se deleitaran con el aroma salado de la costa, mi cuerpo sintiera el agua y el frío, mis ojos apreciaran el manto nocturno, las creaciones del hombre y las maravillas de la tierra y que mi corazón palpitara enamorado... todo esto, por última vez.
Una sonrisa se trazó en mis labios.
Sí, mi corazón dejaría de palpitar, pero dejar de amar, jamás.
Era el momento.
Inhalé profundo hasta que mis pulmones se hincharon de partículas de agua y aire, cerré los ojos, apreté los labios con fuerza y levanté la mano que cargaba el puñal, dirigiéndole sólo con la percepción de mis manos.
Mi brazos se llenaron de fuerza y valor y entonces pasó...
La navaja del puñal atravesó certero mi corazón y por primera vez en una hora mi cuerpo dejó de sentir sólo frío, ahora había un calor abrasándome el pecho y el único frío presente estaba en mi columna vertebral.
Con dificultad logré ver a través de las gotas de agua que cubrían mis ojos un nuevo color escurrir hacia el mar, y el aliento me faltó.
No me sentía desdichado entonces, había vivido lo suficiente y probado todo lo que alguna vez deseé probar, sentir y hacer, de hecho, ésta era una de esas cosas, quizás la única que me faltaba cumplir: Morir por amor.
-Ignoro cómo, cuándo y dónde nos encontraremos de nuevo, mi amor-fue lo último que mi voz hizo sonar mientras mi cuerpo caía de rodillas presa del dolor.
Listo, todo estaba hecho al pie de la letra, tal cual estaba escrito...
Ahora sólo quedaba esperar.

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10 De Marzo 2009
Acapulco, Guerrero.
Una casa sobre Costera Miguel Alemán, Colonia Progreso.
22:31 Hrs.

-Amor, para-empujé a Ricardo-Detente-él seguía besando mi cuello como si fuera un vampiro y se hubiera quedado con los colmillos encajados en éste-¡Ricardo!-le di un manotazo una vez que sus manos fueron a parar al broche de mi brasier.
-No seas aguafiestas-hizo un mohín cuando se apartó de mí.
-Te estoy diciendo que pares, mira la hora que es-tomé mi blusa y me la pasé por la cabeza-Y yo aún no he arreglado mis maletas ni nada.
-Siempre debes de tener un pretexto ¿no?-dijo ya algo molesto mientras también él tomaba su camisa y se la ponía con enfado.
-¿Pretexto?-pregunté confundida levantándome de la cama.
-Sí ¡Pretexto! Para nunca llegar hasta el final conmigo-se comenzó a poner los tenis.
-No es cierto. En verdad debo arreglar mis cosas y dormirme temprano para...-me interrumpió.
-La semana pasada tenías que salir con Ross a no sé dónde, hace un mes tenías la regla, hace dos te dolía la cabeza, ¿Por qué no simplemente me dices que no quieres hacer el amor conmigo, Juli?-bufó.
-Ricardo... es muy pronto-me acerqué a posar mi mano sobre su hombro y él se hizo a un lado.
-¿Pronto? Julieta, tenemos 3 años de novios y de un faje simple no pasamos ¿Cuánto hay que esperar? ¿10 años?-me miró bastante molesto.
-Ricardo-ladeé la cabeza en súplica pero ya su coraje era mucho como para detenerse a escucharme.
-Me voy, adiós-y dicho esto abandonó el cuarto azotando la puerta.
Me dejé caer sobre el borde de la cama y respiré profundo. No tenía caso sentirme mal por su berrinche, no era la primera vez que me lo hacía y estaba segura no sería tampoco la última.
De rodillas en el piso saqué de debajo de la cama una maleta negra grande la cual abrí y comencé a llenar con la ropa que más me gustaba de mis cajones.
-¿Discutieron de nuevo?-preguntó Ross entrando al cuarto y sentándose en el suelo.
-Siempre es lo mismo-meneé la cabeza sin dejar de meter ropa a la maleta.
-Él quiero sexo y tú no-asentí-La historia de sus vidas-dijo en un tonó burlesco-No veo por qué no querer estar con él, está bastante bueno-la miré-¡Es verdad! Y no lo digo porque te lo quiera quitar o algo parecido, sólo es un comentario desde mi punto de vista-comenzó a decir rápido-Yo soy bastante feliz con Jonathan y él sí está bueno-se pasó la lengua con los labios como saboreándoselo-Y qué decir del excelente sexo que...-la interrumpí.
-¡Hey hey hey, shh!-me tapé los oídos dramáticamente-No quiero saber, mucha información ¿ok?-hizo seña de cerrar la boca con cierre y ponerse candado.
-¿A qué hora te vas mañana?
-Como a las 9 para estar allá en el desayuno a las 10:30.
-¿Quieres que te ayude?-preguntó mirando la maleta.
-No gracias, ya casi termino-le sonreí.
-Bueno, entonces yo te dejo, ando cansada-se estiró y bostezó luego.
-¿Cansada? Sólo fuiste a casa de Jonathan-sonrió-¡Ah! Ya entiendo-me reí-¿Te dejó agotada?
-No te diré nada porque no quieres escuchar-se rió también y se salió del cuarto-¡Buenas noches!-dijo en la puerta.
-Noches-y se fue.
Noté que había un bulto gris con blanco donde había estado sentada en el suelo Ross, estiré una mano y tomé el periódico que estaba ahí.
La página en la que estaba tenía el encabezado:

"A medio año de la muerte del chico del malecón, sigue sin aparecer su cuerpo"

Y debajo de dicho encabezado aparecía la foto de un chico bocabajo rodeado de un charco de sangre.
Cada que leía algo sobre esa nota me daba risa. Resultaba que a un chico lo habían encontrado muerto en el malecón, habían llegado los medios, los peritos y policía. Analizaron su muerte en el lugar pero hubo una especie de distracción cerca, algo de unos muchachos balaceándose o una cosa así, no los alcanzaron pero para cuando regresaron al lugar, el cuerpo ya no estaba.
¿Quién se robaba un cadáver y con qué propósito?
Reí moviendo la cabeza. De seguro algún loco ¿Qué más?
Dejé de lado el periódico y cerré la maleta, la puse parada junto a la puerta y después sin molestarme siquiera en quitarme la ropa o ponerme pijama, me tiré en la cama dónde a los pocos minutos me quedé profundamente dormida.

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