[Capítulo 125]

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-¡Sigues terco en...!-el hombre que venía atrás de mí (alto, robusto y de mala cara) se acercó a mí y me tomó entre brazos tapándome la boca cuando quise gritar. Forcejeé en sus brazos sabiéndome vencida al darme cuenta que ni se inmutaba a mis movimientos y "ataques" y me arrastraba con él a un callejón oscuro a hacerme sabrá Dios qué cosas.
¿Por qué siempre tomaba las decisiones equivocadas?
-Esta debe ser mi noche de suerte-dijo el hombre y lo vi sonreír con maldad-Mira que una mujer tan hermosa sola a estas horas, no siempre.
-¡Suéltame cerdo asqueroso!-grité con fuerza mientras seguía tratando, en vano, de que me soltara.
-No mi amor, no me pidas eso-me pegó contra una pared y al sentir su mano sobre mi muslo le tiré una patada, había dado en el punto exacto haciéndolo doblarse de dolor.
Rápidamente comencé a correr sin importarme realmente la dirección, sólo quería huir de esa bestia-¡Vuelve acá!-lo escuché gritar, se escuchaba cerca así que comencé a correr más rápido pero apenas había dado un par de pasos cuando me fui directo al suelo y en pocos segundos ya tenía a ese animal sobre mí-No te vas a escapar de mí, no sin que yo haya disfrutado todo eso-me recorrió con la mirada y yo sentí que se me revolvía el estomago.
-Escucha, tengo dinero y puedo darte todo el que quieras si me dejas ir, por favor.
-Prefiero otra cosa-de nuevo sonrió y comencé a temblar.
Me llevó de nuevo al callejón oscuro y yo sólo podía llorar, temblar y suplicarle a Dios que alguien me rescatara de ese hombre.
Podía sentir sus manos sobre todo mi cuerpo y para cuando destrozó mi blusa comencé a gritar como una loca y él me dio un fuerte golpe para callarme.
-Me gustan serias-pegó su cuerpo al mío y comenzó a reír simplemente.
Vi pasar a alguien a lo lejos y grité con todas mis fuerzas, la garganta me dolió por el esfuerzo pero al ver como aquella persona corría hacia donde me encontraba me importó poco el dolor.
-¡Suéltala, maldito desgraciado!-dijo lleno de coraje, tomó al hombre de los hombros y lo aventó sobre el suelo para después propinarle una serie de golpes realmente fuertes. De no haber sido porque estuvo a punto de violarme, hubiera sentido lástima por él.
-¿Estás bien?-preguntó, aun no podía saber de quién se trataba pues en la oscuridad del callejón y con la lluvia nublando mi vista era difícil ver claramente su rostro-Ven-Aquella voz yo la conocía y sin pensarlo me refugié en sus brazos.
-Gracias Ol...-algo hizo "click" en mi cabeza y me obligó a callar. Entonces recordé al verdadero dueño de aquella voz y no pude sentirme más miserable al haberlo confundido-...Por salvarme, Javier, de verdad muchas gracias.
-No tienes nada qué agradecer bonita, me alegra haber llegado a tiempo-el hombre, aún en el suelo, se quejó y Javier le dio una patada en las costillas y el sujeto sólo grito de dolor para después caer desmayado-Será mejor irnos.
-Sí, vámonos.
Llegamos a la salida del callejón y pude ver a alguien claramente correr hacia el lado contrario a nosotros, me aferré al cuerpo de Javier al pensar que tal vez se trataba de algún "compañero" del sujeto, pero cuando miré un paraguas tirado en el suelo, el miedo se desvaneció pues yo recordaba a quién le había visto aquel paraguas, sin embargo, decidí eliminar el pensamiento creyendo que quizás con el susto estaba confundiéndome y no pensando claro.
Una vez en la mansión fui recibida por mi padre y por Ágata. Mi padre me abrazó muy fuerte y después me llevó con él a la sala, a los pocos minutos llegó Ágata con un té que me entregó pero yo simplemente lo coloqué sobre la mesa.
-Mira nada más cómo estás, hija-dijo mi padre casi llorando-¿Qué te pasó?
-Un idiota la quiso...-cerré los ojos con fuerza y comencé a llorar-Tranquila bonita, ya pasó. Gracias a Dios llegué a tiempo y le di su merecido a ese mugroso.
-¡Gracias al cielo!-dijo Ágata.
-Hija creo que debemos llevarte a la clínica, tienes una herida en la mejilla y otra en el labio.
-No es necesario papá, sólo necesito descansar y tratar de olvidar esto. Como dice Javier, gracias a Dios no me pasó nada grave.
-¿Segura?
-Sí, gracias por preocuparte y a ti también Ágata-ella sólo me sonrió.
-Vamos bonita, te acompaño a tu cuarto.
Javier esperó sentado en mi cama mientras yo me bañaba. Una vez que estuve con la pijama puesta salí del baño y sonreí al mirar a Javier, él levantó la mirada y al notar mi sonrisa soltó un suspiro.
-Nunca me cansaré de agradecerte lo que hiciste hoy, gracias Casper.
-No tienes nada qué agradecer, yo jamás permitiría que algo te pasara, mi amor-lo abracé y traté de darle un beso pero con la herida me fue imposible gracias al dolor que sentí al hacer presión contra sus labios-Bonita ¿puedo hacerte una pregunta?
-Claro ¿Qué pasa?
-No quiero que pienses que te estoy reclamando o algo pero ¿Qué hacías tan tarde en la calle? Además te estuve marcando.
-Tenía mucho trabajo-mentí sintiéndome una terrible persona-cuando menos me di cuenta ya era muy tarde. Fui a conseguir un taxi y en el camino salió ese cerdo y...
-Ya, no recuerdes eso bonita.
Esa noche Javier se quedó a dormir a mi lado. Él si durmió pero yo no pude hacerlo, tenía bastantes cosas en la cabeza y todas relacionadas a una sola persona: Oliver Sykes.
No podía creer, o más bien, me negaba a creer que él se hubiera olvidado de mí, de todos esos momentos que pasamos juntos amándonos. Todas esas palabras dichas.
*Tal vez él mismo le pidió a Dios que lo hiciera olvidarte-dijo una voz en mi cabeza-Después de todo él se fue enojado contigo, con la idea que tu no querías estar con él... Piensa Julieta, no es tan difícil adivinar el por qué "tu ángel" no te recuerda más. Y hay otra cosa que viene a mi memoria ¿Recuerdas cuando tú lo olvidaste a él? Bueno, ahora sabes lo que sintió*
Me estremecí por completo...
Cuánta razón había en eso.

Al día siguiente estaba lista para ir a trabajar, pero antes de salir, mi padre me detuvo.
-No vas a ir a trabajar Julieta, ya llamé a tu jefe, le expliqué que tuviste un evento desafortunado y lo entendió.
-Pero papá...
-Pero nada.
-Estoy bien, te lo juro.
-Sé que lo estás, pero es mejor que te tomes este día-me sonrió para después abrazarme y me rendí entre sus brazos.
Unos minutos más tarde Javier apareció ya listo para irse a trabajar. Mi padre y él se despidieron de mí y se fueron juntos, como lo hacían todos los días.
Javier trabajaba en la empresa de mi padre, en un puesto bastante menor pues debía aprender todos y cada uno de los puestos para que cuando él heredara todo eso supiera valorar a cada uno de sus empleados.
-¿Se le ofrece algo del súper mercado Srita?-pregunto Ágata-Están a punto de salir para hacer las compras.
-¡Yo voy!-me levanté del sofá rápidamente-Estoy muy aburrida aquí.
-Pero señorita...
-Yo iré-me dirigí a la cocina donde se encontraba el chofer y la empleada que lo acompañaría al súper-No se preocupen, yo haré las compras ¿Me entregan la lista?-el chofer miro a Ágata algo sorprendido y me entregó el papel.
-¿La llevo?
-No se preocupe Rafael, el súper no está tan lejos y por lo que veo no son tantas cosas.
-Como guste.
-Regreso pronto-me despedí de ellos y en cuestión de minutos estuve en el súper.
En poco tiempo ya tenía casi todo listo, sólo me faltaba comprar unas galletas las cuales eran las favoritas de mi padre.
Mientras caminaba sentí algo raro, como si alguien me observara, volteé rápidamente y vi claramente cuando alguien se escondió detrás de unas cajas. Con mucho cuidado me acerqué pero al llegar al lugar ya no había nadie.
Me di la vuelta y seguí mi camino. De nuevo comencé a sentir lo mismo, volteé y esta vez la persona caminaba a toda prisa, dándome la espalda, tenía una caja con galletas en mi mano y sin importarme se la lancé pegándole justo en la cabeza.
Aproveché que se quedó parado sobándose para acercarme.
-¡¿Qué te pasa?!-dijo mientras seguía sobándose.
Las piernas me temblaron cuando descubrí que se trataba de Oli, pero no podía permitir que me viera así de nerviosa por él.
-¿Qué te pasa a ti? Podía sentir tu mirada, además era obvio que me seguías.
-Yo no te miraba, ni te seguía loca... Yo solamente vine a hacer unas compras.
-Ay si y qué casualidad que estabas justo donde yo.
-Pues fue una casualidad ¿Por qué habría de seguirte ah?
-Porque estoy segura que me recuerdas.
-¡Otra vez la burra al trigo! ¡Yo no te conozco! ¿Sabes qué? Adiós.
-Lárgate, nadie te va a detener.
-Loca-se alejó de mí aun renegando.
Una vez que estuvo lejos de mi no pude evitar soltarme a reír por haberlo golpeado, me sentía una niña tonta por hacerlo pero la verdad no podía evitarlo.
Mas la risa rápidamente se esfumó, de verdad dolía que no me recordara y más dolía saber que ya hacía vida con otra mujer.
Llegué a casa, dejé las cosas en la cocina para que los empleados acomodaran  y me dirigí a mi habitación. Me sentía bastante "sentimental" respecto a Oli, así que saqué de mi closet algunas fotografías que Harry me había dado tiempo después de lo de Ross, ya que según él me "pertenecían". Mientras observaba las fotos, algunas de Oli solo, otras con sus amigos se me vino a la mente que ellos sí me recordaban y por lo tanto podrían hacerle ver a mi Ángel que él y yo sí nos conocíamos.
Tomé mis cosas y sin avisarle a nadie salí directo a casa de Harry.
Toqué desesperada la puerta y cuando H abrió sólo entré sin esperar que él me invitara. Él sólo me miro de pies a cabeza y después se echó a reír.
-¿Pasa algo?
-Pasan muchas cosas H, en realidad sólo una pero hay mucho alrededor de esta.
-Explícame.
-Oliver ¿Sabes que está de regreso?-él sólo me miró sin moverse-Harry.
-¿Quieres algo de tomar?-preguntó nervioso.
-No, quiero que respondas lo que pregunté.
-Juli yo... escucha yo...
En ese momento se abrió la puerta. Harry se llevó la mano a la frente y yo volteé para saber de quién se trataba.
-Harold hay algo que quiero con...
Calló al verme y así se quedó, sólo mirándome mientras yo hacía lo mismo con él...

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