[Capítulo 122]

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-Yo contigo no puedo enojarme bonita, no por mucho tiempo-alcé la vista y él sonrió y yo junto con él-Aquí entre mis brazos estarás bien.
-Lo sé Casper, lo sé muy bien-me aferré más a él.
Cerré los ojos una vez más y ya no hubo imágenes de aquella horrible pesadilla y fue así que logré al fin dormirme.

-¿Cómo te fue?-preguntó Javier cuando llegué a la casa dejándome caer sobre el sillón y sin importarme más, aventar lejos los tacones y estirar mis pies.
-Mal-suspiré cerrando los ojos y recargándome-Es difícil ¿sabes? Realmente difícil conseguir un trabajo cuando tienes cero experiencia en nada.
-Es que el trabajo que tú deberías buscar es en un editorial o un periódico, amor, ahí te aceptarán sólo con mirar tu certificado y título.
-Me da miedo, Javier-suspiré de nuevo-¿Qué tal si no soy buena en eso? ¿Qué tal si sólo saqué buenas calificaciones y me gradué con honores por obligación y no porque realmente sepa?
-No digas eso. Sí sabes-se acercó y se sentó en la mesita frente a mí-Y en todo caso no entiendo por qué te empeñas en trabajar. Ya te dije que no hay necesidad.
-No quiero depender de ti y de mi padre... por lo menos no hasta que tengamos hijos-Ambos sonreímos con la idea. Era una de las tantas cosas que teníamos en común: los dos moríamos por ser padres-Ya después de eso... si quieres me quedo en casa y cuido a nuestras criaturas y me dedico al hogar, pero antes... no quiero ser una mantenida.
-¿Sabes? Cualquier otra mujer en tu lugar diría: Tienes razón ¿Para qué trabajar? Tú me puedes mantener-sonrió tierno-Pero se me olvida que tú no eres cualquier mujer y eso me encanta de ti-me sonrojé y luego sentí sus manos en mis pies y lo miré.
-¿Qué haces?
-Te masajeo, imagino que te tienen muy cansada los tacones. No estás acostumbrada.
-Sí pero... no hagas eso-me sonrojé más y traté de zafar mis pies de sus manos pero me lo hizo imposible-Javier, qué asco.
-¿Por qué asco?
-Pues... son mis pies y... ya sabes... no es agradable.
-Lo es. No les veo nada de malo-miró con atención mis pies-Son pequeños y delicados, ninguna imperfección y lo más importante: son los pies de la mujer que amo-me llevé un cojín a la cara para evitar que viera lo sonrojada que me encontraba. A veces me odiaba a mí misma por no ser (a mi ver) perfecta para él y dedicarle pensamientos diarios a otro hombre cuando con él la vida era tan fácil y tan bonita. Me amaba como pocos hombres amaban en la actualidad ¿Qué más quería?-¿Mejor?-preguntó aún masajeando mis pies y yo asentí sólo mostrando mis ojos por arriba del borde del cojín. Él rió-¿Por qué te cubres la cara?
-No quiero que me veas como jitomate.
-Ya no te diré cosas pues-se rió de nuevo y terminó el masaje besándome el empeine de ambos pies-Te amo-solté un suspiro y cuando se irguió le tomé el rostro y lo aproximé al mío para besarlo, primero con simpleza y luego como si no hubiera mañana.
Rara vez me permitía esa clase de besos con Javier, no porque no lo deseara o porque no quisiera, simplemente cuando empezaba a actuar de aquella forma con él, el recuerdo del fantasma aparecía y en automático mi cuerpo repudiaba el de mi prometido.
En esta ocasión decidí por completo bloquear su recuerdo, mis memorias hacia él y simplemente cualquier vínculo con Oliver. Debía intentarlo.
Poco a poco me fui recostando en el sillón y Javier se posó sobre mí. Despeiné por completo su oscura y lacia cabellera con mis dedos que se perdían una y otra vez en esta.
Dejó mis labios y bajó a mi cuello para besarlo, mientras yo dirigí mis manos hasta el borde de su camisa y comencé a alzarla hasta que al llegar al pecho, él se enderezó y se la quitó arrojándola a un lado. Palpé su torso desnudo, era la primera vez que lo tenía de aquella manera. Era delgado pero no de esos delgados que dejan ver las costillas y demás hueso bajo una capa delgada de piel. No, mi Javi tenía un buen cuerpo, no le pedía nada a nadie y el decirle "flaco" era sólo por molestar.
Desabrochó uno a uno los botones de mi blusa y luego la desfajó de mi falda y la abrió por completo para pasar a besar mi abdomen y recorrer la zona también con las yemas de sus dedos. Pasó de nuevo a besarme los labios y al paso de unos segundos aún en medio del beso sentí sus manos recorriéndome las piernas colándose por debajo de la falda.
Solté un gemido cuando en una de sus caricias escuché la media romperse.
-Maldición-dijo contra mi hombro derecho-Prometo que luego te compro otras-se sonrojó. Yo reí por lo bajo-Lo siento.
-No importa eso ahora, Casper... sólo... cállate-busqué su boca y lo besé.
Mis medias pasaron a ser historia y con ello sus caricias en mis piernas fueron más directas. Eran caricias tiernas pero a la vez un tanto arrebatadas, me gustaban. Eso de no pensar más que en Javier en el momento estaba funcionando.
Me enderecé quedando frente a él sin dejar de besarnos. Llevé mis manos a su cinturón y al deshacerme de este, pasé a desbrochar el pantalón y bajar el cierre.
Él mientras tanto terminó de sacarme la blusa y había llevado ya sus manos al broche de mi brassier, incluso ya lo había desabrochado y entonces...
-Srita Jul... ¡Santo cielo! ¡Lo siento tanto!-al instante tomé mi blusa y me cubrí torpemente mi torso mientras que Javier se giró al lado contrario. Ágata también se había dado media vuelta completamente sonrojada.
-Eh... que... ¿Qué sucede Ágata?-dijo Javier avergonzado colocándose su camisa y cinturón mientras yo hacía lo mismo con mi ropa menos con las medias ya todas rotas y que me tomaría bastante tiempo ponerme de nuevo.
-Eh... amm...-carraspeó-Buscan a la Srita. Julieta-aún nos daba la espalda.
-¿Quién?-pregunté yo.
-Es su madre, la Sra. Rocío. Si gustan puedo decirle que espere un momento y...
-Hazla pasar...-nos miró de reojo y al cerciorarse que estábamos vestidos se volteó por completo.
-Está bien-asintió y dio dos pasos, luego se regresó-Cuánto lo siento, en verdad. De haber sabido yo no...
-Estate tranquila, Ágata-le dijo Javier sonriéndole-No fue tu culpa, fue nuestra... habiendo tantas habitaciones preferimos el sillón de la sala-me sonrojé-No te preocupes.
-Sí señorito-hizo una reverencia y se fue.
Miré a todos lados buscando dónde meter las medias y entonces Javier me estiró una mano sin mirarme y se las entregué. Él se las guardó en el bolsillo de su pantalón.
-Gracias-sólo asintió. No pude evitar reírme al ver su cabello. Él por fin me miró desconcertado-Tu cabello está hecho un desastre-me acerqué a acomodárselo, él de nuevo desvió la mirada.
-¿A qué crees que venga tu mamá?
-Supongo que... no sé, espero que haya recapacitado y venga a ofrecer disculpas.
-Ojalá-seguía sin verme. Lo obligué a hacerlo tomándole el rostro.
-¿Por qué no me miras? Pareces un niño avergonzado de sus actos.
-No soy un niño, pero sí estoy avergonzado de mis actos.
-¿Por qué?
-Julieta, casi te...
-¿Y qué? No ibas a violarme, yo te dejé. Eres mi novio, mi prometido. Me amas y yo a ti ¿Qué hay de malo?
-Que lo último no es cierto.
-¿Lo último?-Fruncí el ceño-¿No me amas?
-Sabes perfectamente bien que eso es más que verdad, es tu parte la que no es cierta.
-Javier ¿qué cosa dices? Yo te amo, lo sabes.
-Lo haces porque no te queda de otra-sonrió sin alegría-Estoy seguro que hace unos minutos hubieras deseado que fuera él. Rara vez me permites llegar tan lejos contigo y sé que es por él, piensas en él todo el tiempo y te da lástima conmigo, el no pensarme de igual forma. Me sorprende que me dejaras llegar tan lejos. Ya una vez me habías dejado en claro que eras suya y no mía.
-Javier, basta-se me hizo un nudo en la garganta. Odiaba que me conociera tan bien, pero más odiaba al darme cuenta de que lo lastimaba de aquella manera, de darme cuenta que a la única que hacía tonta era a mí misma. Él de nuevo sonrió de esa manera en que Oli solía hacerlo cuando lo hería pero trataba de no quebrarse y no mandarme al demonio. Era ese quizás uno de los pocos gestos que en ellos eran prácticamente idénticos ¿Cómo es que me soportaban? Un escalofrío me invadió. Oli había llegado a su límite y me odiaba, realmente me había mandado al demonio. ¿Qué me decía que Javier no llegaría también a su límite algún día?
Me maldije mentalmente.
-No sé como es que fomentas la idea y la ilusión de que seremos padres algún día... y de que seremos felices en algún momento.
-Porque quiero que tú seas el padre de mis hijos y quiero ser feliz contigo.
-No, no quieres. Estás obligada a ser la madre de mis hijos y obligada a intentar ser feliz conmigo-las ganas de llorar eran insoportables-Julieta ¿Para qué seguimos con esto? Él sabrá que lo intentamos, sabrá que no fue por culpa nuestra-negué con la cabeza-¿Para qué nos seguimos haciendo daño?
-Javier, cállate-la primera lágrima desfiló por mi mejilla-Me aniquilas diciéndome todo eso... yo lo único...-me vi interrumpida.
-¿Aún no se casan y ya discuten?-era mi madre que iba entrando a la sala. Limpié rápidamente la lágrima-Si ya decía yo que eso de que vivieran juntos antes de casarse no era bueno, por cierto, muchas gracias por comunicármelo Julieta-dijo con sarcasmo.
-¿A qué viniste mamá?
-Por ti-bufé.
-¿Otra vez con lo mismo?
-Sí, a diferencia que ahora no está Ernesto para defenderte y solapar tus caprichos. Tienes casa, Julieta, y esta no es. Aquí sólo causas molestias y no te cuidarán nunca como tu padre y yo podemos hacerlo. Nos vamos.
-Yo no me iré contigo-abracé a mi novio-Díselo Javier, dile que no me iré con ella. Que aquí estoy bien, que lo estaré.
-¿Sus maletas?-le preguntó mi mamá a Javier.
-Ya están en la puerta-contestó él mirando a la nada y yo me aparté como si me hubiera quemado su cuerpo.
-¿Qué?-solté ofuscada-A que... ¿O sea que tú...?
-Javier me llamó para decirme que viniera por ti. No quería en un principio, estaba enojada contigo por lo que hiciste la otra noche pero... eres mi hija y sólo quiero lo mejor para ti.
-¡Y lo mejor para mí es estar al lado de Javier!-grité-¡Lo sabes!-lo miré a él-¡Ambos lo saben!
-Javier ya no te quiere a su lado...
-¿Pero qué...?-lo miré de nuevo. Seguía con la vista perdida y sin moverse, frío y quieto como un maniquí-¡¿Por qué Javier?!
-Es lo mejor Juli-dijo y me recordó a los soldados contestando de manera monótona a una pregunta hecha por el capitán.
-Pero... ¿Y la boda? ¿Nuestros planes? Javier, fuiste tú quien quiso que me quedara aquí contigo... ¡¿Por qué me haces esto ahora?!-chillé.
-No habrá boda ¿ok? Y yo aquí nunca te voy a cuidar como lo harían tus padres...
-Pero mi papá... él...
-Él es mi padre, no tuyo. ¡Métetelo en la cabeza! Y yo no puedo lidiar contigo... no así. ¡Me cansé Julieta!-me miró enojado. Nunca me había mirado así. El corazón crujió en mi pecho al quebrarse. Me fue imposible no comparar su mirada con la de Oli antes de partir.
Estaba hecho, ambos se habían hartado de mí, de mis dudas, de mis confusiones, de mis inseguridades... de mí simplemente.
Lo miré entre las lágrimas, incapaz de decirle más nada y salí de ahí. Tal como Javier lo dijo, en la puerta estaban mis maletas. Las tomé con ayuda de Ágata y las llevé hasta el auto para luego subir a este azotando la puerta. A los pocos minutos mi madre salió y subió también.
Quise aguantarme y no quebrarme en el camino pero me fue imposible al recordar la traición de Javier... ¿Traición? ¡Carajo! No lo era, simplemente actuó como cualquier hombre cuerdo debía hacerlo.
Mi madre me miró con dolor un par de veces mientras yo lloraba con la frente estampada en el cristal.
Al llegar a la casa, Jordan salió a mi encuentro pero no le correspondí, me fui de largo hasta mi habitación y me tiré en mi cama a llorar del mismo modo que había hecho cuando Oli partió.

Una semana pasó en que no se me fue más que en llorar y quedarme todo el día en el cuarto. No tenía ánimo siquiera de ir a dar entrevistas solicitando trabajo. No tenía ánimo de nada. Suficiente había tenido con la partida y pérdida de Oliver y ahora sumado a lo mismo con Javier....
Una persona normal es incapaz de soportar ese dolor y ese sufrimiento.
Rara vez comía y esta había sido una de esas "rara vez"... y de nada sirvió pues al momento fui a deponer el estómago al baño presa de unas horribles nauseas.
Iba saliendo del baño cuando me topé a mi madre.
-Hija, no soporto verte así, yo no quería esto.
-¿No lo querías? Yo pienso que sí...
-Hija... es que Javier...
-No me hables de él por favor, no me quiere ya sé, se cansó de mí. Todos lo hacen-recordé a Oli e incluso a Ricky-Me voy a quedar sola-sonreí sin alegría.
-No, es que no entiendes.... Javier no....
-¡QUE NO LO MENCIONES!-le grité y ella dio un brinco asustada-No lo menciones...-chillé-Ni a él ni a Oli...-sollocé.
-¿Oli?-me miró alarmada-¿De nuevo lo ves?-negué.
-Él se fue... me dejó... lo harté igual que a Javier-lloré-Desde que él se fue yo estoy muerta como él...
-Hija-lloró-Oli no existe... no hay ningún Oli, sólo está en tu imaginación-empecé a llorar con amargura-Juli, me estás preocupando.
-¡OLI!-grité-¿¡DÓNDE ESTÁS!? ¡TE EXTRAÑO MUCHO! ¡MUCHO! ... no puedo sin ti... no puedo... Mi ángel... mi...-las fuerzas se me agotaron y de un momento a otro, me vi envuelta en oscuridad.

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