[Capítulo 115]

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-¿Estás bien?-le preguntó Daniela.
-Sí... sí... es sólo el estrés...-las voces y los pasos se fueron alejando pero yo me quedé en mi posición durante mucho rato, no por cansancio o temor a ser visto; simplemente sabía que de ponerme en pie en ese instante, terminaría corriendo hacia ella de manera inevitable.

El trabajar en el despacho era algo que me resultaba "fácil"; tal vez era por ser los primeros días y el trabajo no era tan pesado, pero aun así estuve seguro que me adaptaría rápido a ese lugar y por lo tanto el trabajar ahí sería algo muy agradable.
Un par de horas antes de salir de trabajar llamé a Amber para invitarla a comer, ella era una buena compañía para mí. En el poco tiempo que tenía en mi vida se había ganado un pequeño lugar en ella y tal vez con el tiempo podríamos llegar a ser buenos amigos... sí, sólo amigos pues yo no podía considerar a otra mujer como pareja...
Yo le pertenecía a Juli y ella a mí, nunca nadie podría cambiar eso.
En el camino al restaurante me encontré con un puesto de flores. Esta vez sí tenía dinero para comprar un arreglo decente y lo hice pues me pareció que sería un detalle bastante agradable para ella, mucho más después de lo que me había contado, y si yo podía arrancarle una sonrisa con algo tan simple lo haría sin dudar.
Tenía cerca de 20 minutos esperando a Amber y estaba un tanto preocupado, así que tomé el celular y le marqué.
Tenía la impresión que ella no era de las personas que solían llegar tarde puesto que en la salida anterior fue muy puntual.
-Amber, no quiero parecer impaciente pero ya tengo un rato esperándote ¿Estás bien?
-Sí, lo siento es sólo que me quedé revisando unos exámenes y se me fue el tiempo.
-No te preocupes, puedo esperar.
-No tienes que esperar, vengo entrando al lugar y déjame decirte una vez más que te ves muy bien de traje-Levanté la mirada y me encontré con Amber caminando hacia la mesa donde me encontraba. Rápidamente me puse de pie y cuando ella estuvo a mi lado la saludé con un beso en la mejilla-De nuevo te ofrezco una disculpa, Oliver.
-Ya te dije que no tienes por qué, no fue tanto tiempo pero sí me preocupé un poco.
-Gracias por preocuparte por mí-sonrió y me miró de una manera algo extraña... yo simplemente bajé la mirada y hasta entonces recordé haberle comprado flores, las tomé y se las entregué-Son para ti-sonrió y las tomó de inmediato.
-Muchas gracias, eres un chico muy lindo.
-Se hace lo que se puede-bromeé y ambos reímos.
Durante la comida Amber lucía algo nerviosa, como si quisiera preguntarme algo pero no se atreviera.
Tenía la sospecha que se trataba sobre mi "huida" al mirar a Juli y las chicas y era por lo mismo que trataba de no hacer mucho caso a su comportamiento.
-La comida aquí es deliciosa ¿cierto?-pregunté una vez que terminé.
-Bastante... Oliver ¿puedo preguntarte algo? Si no me quieres contestar lo entenderé.
-Adelante-respondí algo nervioso. No tenía una historia lista.
-El otro día tú saliste muy rápido del restaurante ¿En verdad tenías que irte o fue por la pregunta que te hice minutos atrás? Tal vez no te gusta hablar sobre la chica que mencionaste en el bar y yo me metía donde no debía, si es así en verdad discúlpame yo no...
-Oh no, no tienes por qué disculparte. En verdad debía irme y el que se debe disculpar soy yo por hacerlo de esa manera, no debí dejarte así y mucho menos debí salir tras... ella.
-¿Así que se trataba de esa chica?-preguntó con tono apagado.
-Sí, suelo reaccionar mal cuando la veo y es algo que debo cambiar o al menos calmar si no quiero arruinar ciertas cosas que tengo planeadas.
-Eres algo misterioso-sólo me encogí de hombros y ella sonrió-¿Puedo saber el nombre de la chica?
-Julieta-dije y no pude evitar suspirar con tan sólo nombrarla.
-¡Vaya, qué suspiro!-sonrió de nuevo pero esta vez no hubo alegría.
En ese momento me quedé pensando en ella y en lo que estaría haciendo en ese momento, la imaginé con el vestido de novia puesto, luciendo hermosa y una sonrisa involuntaria apareció en mis labios, pero se borró al poco tiempo pues no tenía caso estar pensando en ella, no de esa manera cuando estaba dispuesto a hacerla sufrir.
La conversación continuó luego por otro camino que no tenía nada que ver con Julieta y eso lo agradecí bastante.
-¿Quieres que te acompañe a tu casa?-pregunté cuando salimos del lugar.
-En realidad debo regresar al trabajo, habrá una junta en...-miró su reloj-media hora, me alegra estar cerca.
-No te detengo más, cuídate mucho y gracias por aceptar comer conmigo.
-Es un verdadero placer, cuídate tú también.
Me acerqué dispuesto a darle un beso en la mejilla para despedirme pero ella se movió y el beso se lo terminé dando en los labios. Me quedé quieto pero sin despegar mis labios, entonces ella me tomó por el cuello y comenzó a besarme. No sabía qué hacer o qué pensar, simplemente no podía creer que ella hubiera hecho eso, jamás lo hubiera esperado.
Amber no se rindió con su beso hasta que me hizo ceder, fue un beso bastante simple de mi parte, pero eso no me hizo sentir mejor puesto que no debí corresponder de ningún modo.
El beso terminó y evité a toda costa mirarla, clavé los ojos en el suelo y ella simplemente se marchó.
Levanté la mirada y abrí grandes los ojos al ver a Javier a pocos metros de distancia y lo peor era que miraba fijo al lugar donde yo me encontraba.
El corazón se aceleró dentro de mi pecho al pensar que me vio besando a Amber.
Javier dio un par de pasos en mi dirección y yo simplemente salí corriendo.
Volteé hacia atrás y él venía corriendo detrás de mí.
Me maldije un sinfín de veces mientras seguía corriendo, sentía que no iba a lograr huir de él pues corría bastante rápido, pero fue gracias a un semáforo que logré sacarle algo de ventaja y apenas encontré un lugar abierto entré y me agaché.
Miré cuando Javier pasó por enfrente y me sentí profundamente aliviado.
-¿Se le ofrece algo?-preguntó una mujer detrás de mí. En ese momento di un vistazo al lugar encontrándome con puros vestidos elegantes.
-No, lo siento...yo sólo...
-Nos está llevando más tiempo encontrar el vestido para las damas que el de novia-dijo alguien entrando a la tienda, miré de reojo a la chica y rápidamente desvié mi mirada al notar que se trataba de Donaji.
-El de novia es fácil-al escuchar esa voz me quedé completamente helado y sentí que las piernas me fallaron ¿Por qué era tan difícil estar lejos de ella? ¿Por qué de todas las tiendas del lugar tuve que meterme a esa?
-¿Estás bien?-preguntó la señora y yo me apoyé en ella.
-¿Es usted la encargada?-preguntó Donaji.
Me di media vuelta rápidamente y me dirigí a donde había varios vestidos y fingí verlos, sólo quería estar de espaldas a ellas.
-Sí ¿Puedo mostrarle algo?
Las voces se escucharon algo lejos y rápidamente me dispuse a salir del lugar.
Llegué a la puerta y antes de salir miré dentro del lugar y me quedé como un idiota al mirarla: estaba muy concentrada en la conversación que Donaji y la empleada sostenían. De nuevo quise irme pero ella sonrió y no pude sino quedarme mirándola y esta vez sonreí junto con ella. Recordé entonces tantos momentos cuando fui yo el causante de sus sonrisas y el corazón comenzó a latir tan fuerte que sentí que se iba a salir de mi pecho.
Juli sonrió de nuevo y esta vez giró en dirección a donde yo estaba, borró la sonrisa al verme y yo no pude moverme de nuevo, mis ojos estaban fijos en los suyos llevándome a parecer una estatua hasta que comenzó a caminar hacia mí y como pude salí corriendo pero al encontrarme tan "ido" por haberla estado mirando fui a dar directo al suelo llevándome un buen raspón en la rodilla (y romper uno de mis trajes).
Aguantándome el dolor me levanté y eché a correr rápido, lo más rápido que podía y a causa del dolor en mi rodilla no era mucha mi velocidad.
-¡Espera!-la oí gritar detrás de mí.
Por suerte ella no era muy rápida para correr y en poco tiempo había logrado sacarle buena ventaja, pero no desistí y seguí corriendo.
Pasados unos cuantos minutos miré hacia atrás y ya no vi rastro de ella por ningún lado.
De pronto sentí chocar con alguien y me fui directamente al suelo lastimándome aun más la rodilla. Apenas pude recuperarme del choque vi que con quien había chocado seguía sobre el suelo.
-¿Estás bien?-pregunté con algo de temor.
-Yo...-se sentó y apenas me miró pareció como si el color se le hubiera ido del rostro mientras que yo sentí como si un balde de agua fría me hubiera caído encima-¡Sabía que eras tú!-gritó para después llevarse las manos al cabello.
No pude sino dejarme caer sobre el suelo, no tenía caso correr, no más...

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