[Capítulo 89]

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-Yo igual ángel, yo igual-se acercó y me "besó".
Me negaba a dejarla, no quería hacerlo, pero debía, ella lo sabía, yo lo sabía, era mi destino, como debían ser las cosas. ¿Entonces por qué sentía que no era así? ¿Que mi alma pertenecía a la tierra, con ella y no en el cielo?

Dado que la ropa de Juli había quedado hecha tiras, ella tomó algo de la ropa que aún quedaba en el closet de Justine. Estaba seguro que si Eloísa o el mismo Javier la veían, podrían fácilmente asegurar que se trataba de ella.
Ese parecido que tenían ambas no era "normal", conocía casos de personas con rasgos físicos similares que no tenían lazos de sangre, pero con ellas pasaba algo más, estaba seguro de eso, pero no quería indagar mucho en ese tema, tal vez era algo que podría lastimar de algún modo a Juli y era lo último que yo quería en el mundo.
-¿Hay otra parte por dónde salir, ángel?-preguntó Juli dirigiéndose a la puerta.
-La puerta de servicio, por ahí salía yo.
-¿Me guías? No quiero que me vean. Imagina el lío que se armaría.
-No creo que la madre de Javier ya esté de regreso y Javier...
-¡Javier! Debemos averiguar si está bien.
Salió casi corriendo de la habitación y apenas había dado 2 pasos cuando Ágata la miró y sin decirle absolutamente nada la abrazó y comenzó a acariciarle el cabello mientras Juli se quedaba quieta.
Ágata quería mucho a Justine y comprendí perfectamente por qué hizo eso, pero Juli estaba confundida.
-¡Cuánto lo siento, Señorita!-Dijo cuando se fijó mejor en la chica que abrazaba-La confundí con Justine...
-Debí suponerlo-soltó algo nerviosa.
-Te pareces tanto a ella-la miró de arriba a abajo mientras una sonrisa aparecía en su rostro y en sus ojos se distinguía un brillo-Y yo la extraño tanto ¿Sabe usted algo de ella?
-Sólo sé que su madre fue a buscarla porque se encuentra algo enferma.
-¡Oh mi niña!-Se llevó la mano a la frente-Siempre ha sido tan delicada de salud, desde que era muy pequeña-bajó la mirada y la escuché sollozar.
-Dile algo, Julieta.
-Su madre la va a traer con bien. Sólo debe ser... paciente.
-Espero que así sea en verdad-Juli sólo me miró, se notaba incómoda y no era para menos.
-Sra. Ágata ¿Usted sabe donde está Javier?
-No lo he visto desde ayer que usted y él entraron al cuarto. Por cierto ¿Está usted bien?-la tomó de los hombros y la examinó con cuidado.
-Sí, muy bien.
-Escuche ruidos-dijo en un susurro-El joven Blake ¿Le hizo algo? Ha estado algo raro últimamente.
-No... Sólo tuvimos una discusión, es todo. Debo irme ¿Podría encargarle algo?-Asintió-Cuando Javier regrese ¿podría comunicarse conmigo para informarme...?
-¿Le digo al joven que la llame?
-¡No! Usted llámeme ¿Sería posible? Ya tiene mi número.
-Claro que sí-le regaló un sonrisa.
Salimos de esa casa por la puerta principal, Ágata era la única persona en el lugar así que no tenía caso "escondernos".
Yo tenía la ligera sospecha de que Ágata era más que una simple "ama de llaves", ella conocía secretos de los Blake, secretos que serían muy útiles.
Al llegar, Julieta quitó todos los objetos benditos que rodeaban la casa para que yo pudiera entrar. Apenas puso un pie en su casa corrió hacia el sofá y se dejó caer boca abajo sobre este. Me quedé observándola detenidamente, recordando mis manos tocando su cuerpo, mis labios sobre los suyos, sus caricias sobre mi piel y todo aquello que me parecía un sueño ahora.
Ya no iba a tener que imaginar cómo se sentía tocarla, besarla, oler el perfume que despedía su piel, su cabello, el sabor de sus labios y el calor de su cuerpo.
Ella era mía y yo era suyo; era todo lo que podía pensar en ese momento.
-¿En qué piensas, ángel?-preguntó algo sonrojada.
-Creo que lo sabes-le sonreí y ella rió algo tímida.
-¿Puedo pedirte algo?
-Lo que tú quieras, corazón.
-¿Te quedas conmigo hasta que ella regrese? Igual y te suena algo egoísta...
-¿Egoísta? Para nada, Chuleta. Me pone realmente feliz que me lo pidas. Quiero estar a tu lado el mayor tiempo posible, corazón.
-Te amo, Oliver. Después de que te vayas será tan difícil que alguien llene el lugar que dejarás. A ti te entregué el alma y tú me entregaste la tuya, literalmente-sonrió y unas lágrimas amenazaban sus hermosos ojos.
-Yo siempre voy a ser tuyo, Julieta. Te amo con todo lo que soy... Tú eres todo lo que yo soy. Antes de ti yo no era nada, nadie. Después de ti soy todo, puedo ser todo lo que tú quieras y necesites. Créeme que voy a cuidar de ti por el resto de tu vida. Le pediré a Dios ser tu ángel.
-Ya lo eres-"acarició" mi mejilla-Te llevarás todo lo que soy a tu lado, que es la mejor parte de mí.
-¿Puedo pedirte algo yo?
-Lo que quieras, ángel-sonrió.
-No hablemos más sobre mi partida ¿Sí? Vivamos este tiempo que me queda aquí como si no fuera a irme nunca, como si tuviéramos toda la vida para estar juntos. Amémonos y sólo eso.
-Me parece la mejor idea del mundo-sonrió de nuevo y me "abrazó".

El resto del día se nos fue como agua. Sentía que no habíamos dejado de hablar en horas y sólo nos deteníamos cuando nos "besábamos".
Aunque yo no era capaz de ver mi reflejo en sus ojos, cuando me miraba dejaba de sentirme invisible. Lo que veía en sus ojos era amor, ese amor tan puro y real que ella sentía por mí, y yo vivía en eso, vivía en ella, en su amor, en su corazón.
Por la noche ella se metió bajo las sábanas y yo me acosté a su lado.
Fue inevitable recordar la noche anterior y desear repetirla, pero sabía que era imposible y debía resignarme. ÉL me había dicho que no pasaría de nuevo.
Recorrí el contorno de su cuerpo con mi mano y ella sólo me miraba fijamente. Sonreí cuando ella sonrió y así seguimos por un par de minutos, sólo sonriendo como unos bobos que no tenían nada para decir.
-Te estremeces cuando te toco aquí-coloqué mi mano sobre su pierna y ella soltó un suspiro-Te da cosquillas cuando te beso el cuello-acerqué mis labios a esa área y de nuevo suspiró-Te pones "mal" cuando te acaricio la espalda-ella se levantó de la cama, quedando sentada, y yo me coloqué frente a ella para después pasar mi mano sobre su espalda y notar como su piel se erizaba-Tu cuerpo se entregó tan fácilmente a mí, igual que el mío al tuyo. Cada caricia, cada beso, cada roce parecían haber estado planeados-la "besé"-Admirar cada parte de tu cuerpo desnudo, tu cuerpo que quedó grabado en mi mente. Tus caricias grabadas en mi piel y tus labios en los míos-suspiró de nuevo-No cabe duda que lo que hicimos fue amor, simplemente amor, corazón.
-No podría estar más de acuerdo con eso, ángel. Sobre todo porque yo también recuerdo todo eso. Recuerdo cada detalle de tu cuerpo, cada reacción ante mis besos, mis caricias. Tu punto débil-sonrió alzando una ceja y yo me sentí enrojecer-Mío, solamente mío.
-Para toda tu vida e incluso después de ella.
-Nuestras almas se pertenecen al igual que nuestros cuerpos.
-Somos amor-dije para después "besar" sus labios.

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