[Capítulo 66]

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-De nuevo me estás preocupando-dijo fingiendo una sonrisa.
-Javier yo... Bueno, la verdad es que yo... sí veo un fantasma-solté sin más y me pregunté: ¿cómo sonaría aquello viniendo de alguien que estuvo en un manicomio?
Javier se quedó quieto, parado en la puerta y mirándome de una manera extraña. No había juicio en su mirada y tampoco temor, más bien... como que intentaba procesar mis palabras.
-A ver, Julieta-habló al fin mientras cerraba la puerta de la casa y me tomaba de la mano llevándome con él hasta el sillón-¿Puedo?-asentí y se sentó para luego sentarme a su lado-¿Qué estás diciendo? ¿Fantasmas?
-Fantasma... sólo es uno.
-Ok-tomó aire-Cuéntame cómo es este fantasma que dices que ves...
-Piensas que estoy loca ¿verdad?-se me formó un nudo en la garganta-La forma en que hablas es como la de los psicólogos del centro...
-No, no, no-me tomó ambas manos-No pienso que estés loca y perdona si mi tono no fue el mejor, es sólo... no sé qué pensar, no es que no te crea es sólo... digo, yo nunca he creído en fantasmas.
-Yo tampoco lo hice en toda mi vida, y la verdad es que me costó trabajo aceptar que veía uno y que hablaba con él... Javier, no me juzgues, créeme que lo que te digo es cierto, no estoy loca, no quiero ir a ese horrible lugar de nuevo...-las lágrimas escaparon de mis ojos nuevamente de manera torrencial-No quiero...
-Cariño, cálmate-su voz era dulce-No voy a permitir que vuelvas a ese lugar ¡nunca! Y no te estoy juzgando, ni pienso hacerlo. Me hiciste prometerte guardar un secreto, y lo haré... pero cuéntame sobre el fantasma ¿Qué hay con él? ¿Por qué le lloras?
-Tengo que contarte todo desde un inicio-limpié mis lágrimas y tomé aire-Verás, hace algunos meses, cuando venía de regreso de con mis padres, dejé que se me hiciera noche y en el camino tuve que detenerme a poner gasolina. No había gente en el lugar y mientras el tanque se llenaba, me distraje con un conejo el cual seguí entre los arbustos que bordean la carretera y mientras lo seguía, de repente tropecé con algo y....-comencé a contarle todo.
Y cuando decía todo, era TODO.
Desde la primera vez que nos vimos, cómo desapareció durante algunos días, cómo es que lo vi de nuevo y le pedí que regresara conmigo, las discusiones frecuentes, la visión de mi hermano, mi intento de suicidio (en esa parte Javier rompió su silencio para darme tremendo sermón), la primera noche en que le permití dormir conmigo, el resto de noches juntos, el nacimiento de mis sentimientos por él, el intento de violación de Ricardo, los poderes que tenía, cómo fue que nos hicimos novios, cómo fue que terminamos, las dudas del fantasma, cómo fui a parar al manicomio, "los besos"...¡Todo! Mientras que Javier me miraba atento y sólo hablaba para preguntarme algo sobre lo que le quedara duda.
Finalmente culminé en la parte de la fiesta y mi estúpido olvido de su existencia.
-Y entonces ¿crees que se fue porque se molestó cuando nos besamos?
-No creo que se haya molestado, no es de los que se molesta... más bien debe haberse sentido... herido en algún punto-miré a mis manos-Y no lo tomes a mal, no es que me arrepienta de haberte besado ni nada pero... no debí hacerlo.
-Pero dices que ya no son novios...
-No, no lo somos...
-Entonces no debería molestarle si tú haces relación con otra persona y mucho menos sentirse, él fue el que te dejó precisamente para que te enamoraras de alguien...vivo, alguien real...
-Él es real-repliqué.
-Sabes a lo que me refiero-suspiré-Él te dejó ir y si lo hizo aún amándote, es problema suyo, no tuyo... y en cuanto a ti, si realmente lo amaras como dices hacerlo, no me habrías besado anoche y mucho menos te hubieras olvidado de él...
Javier tenía razón en eso y tan la tenía que su comentario me dolió, me quemó pues sabía era verdad.
Amaba a Oliver, sí, lo amaba, era la clase de chico que siempre había soñado y siempre había esperado para mí pero... aunque me doliera admitirlo, él había tenido la razón en algo, siempre: él ya no sería capaz de ofrecerme lo que un novio normal pues estaba muerto, fuera como fuera, estaba muerto y eso no se podía arreglar.
¿Y Javier? Estaba segura de que me gustaba y al parecer, también empezaba a enamorarme de él y pese a no ser del todo como Oli, es decir, como mi chico "ideal", abarcaba fácilmente lo mejor de él y los puntos importantes y aún mejor, estaba vivo y podía asegurarme una buena vida y buen futuro a su lado.
El chico perfecto, pero estaba muerto.
El vivo, pero sólo medio perfecto. ¡Qué confusión!
-No sé qué hacer, Casper-hundí mi cabeza en su pecho y él me rodeó el cuerpo con sus brazos.
-Si no lo sabes tú, yo menos-dijo contra mi cabello-Sólo quiero saber si tengo oportunidad contigo y si no... mejor retirarme-alcé los ojos-Ojalá pudiera verlo y hablar con él, decirle que estarás bien conmigo y que yo podré darte lo que él no.
-Estoy segura que él lo sabe.
-Si lo supiera, desde el momento en que me aparecí yo en tu vida habría desaparecido él. Es contradictorio, jura que estarías mejor con alguien más, alguien vivo pero no se aleja y te sigue tratando como una amiga con derecho... no es lógico.
-En cuanto a lo otro-lo miré a los ojos-Me gustas, Casper y mucho pero, insisto, no lo sé... podría intentarlo contigo ahora que él no está y no me revuelve la cabeza con sus palabras y acciones, pero si regresa...-Javier torció la boca-Sé que me voy a confundir de nuevo...-pegamos nuestras frentes, Javier mirando a la nada, pensando y yo... yo sumergida en sus ojos grises.
-Hagamos algo-dijo al cabo de unos minutos-Mientras no está, haré mi mejor esfuerzo por conquistarte y hacer que te olvides de él, que te enamores de mí y si él se aparece de nuevo y cuando lo ves sientes aún algo mayor por él que por mí... tiro la toalla.
-¿Te rendirías tan fácil?
-Juli, dime qué caso tendría estar con una persona que sólo te puede dar su amor a medias-agaché la mirada-Estoy seguro que de pasarte a ti no te agradaría ¿o sí?-De inmediato me imaginé a mí queriendo a Javier pero el queriéndome a mí y también a Andrea... y también, por más que lo evité, me vi queriendo a Oli y él queriéndome a mí y también a la chica que lo terminó antes de su muerte. Alguna parte de mí sonrió ante eso, era imposible; mi ángel sólo tenía ojos para mí, yo lo sabía bien.
Sacudí la cabeza, tenía que sacarlo de mi mente y de mi corazón, una relación con un "ente" incorpóreo e inestable no me llevaría a nada por más lindo que ese ente fuera conmigo... eso sólo sería locura, no sería amor, no sería una verdadera pareja.
Miré a Javier que estaba con sus ojos fijos en mí como tratando de adivinar qué me pasaba por la cabeza.
Debía enamorarme de él, de un vivo, de un chico lindo en todos los aspectos, que estaba vivo y que, me quería bien, que me podía ofrecer la relación de mis sueños.
Pegué de nuevo mi frente a la suya y luego, con total deliberación, subí una de mis manos a su mejilla y la acaricié suavemente. Piel suave, calor, color... contrario a todo lo que había "tenido" en los últimos meses. Pero claro, él estaba vivo, como debía ser.
Ladeé mi cabeza y sin más acerqué mi boca a la suya que me correspondió con la misma felicidad y facilidad que la primera vez.
Suavidad, calor, sabor.
Pasé mis manos hacia abajo para rodear su torso y lo atraje hacia mi cuerpo hasta quedar muy juntos mientras él, hacía justamente lo mismo conmigo.
Piel, textura, calor, sabor, olor.
Y así como estaban nuestros cuerpos de juntos, pude sentir algo... aquel algo que me aseguraba que él estaba vivo, que era correcto el amarle: Un corazón.
Un corazón latiendo fuertemente, dándole vida a aquel cuerpo que ahora quería, un corazón capaz de amar y ser amado... capaz de amarme y listo para que lo amase.
Cuerpo, corazón, sabor, calor, vida... ¿Qué mas quería? ¿No era eso lo correcto?
Lo era, pero aún así me resultaba extraño... o incorrecto era lo que me parecía normal pero debía acostumbrarme a un cuerpo que pudiera tocar y tocarme, un corazón latiendo, un ser emanando calor y unos labios que pudiera besar realmente.
El beso se prolongó varios minutos y durante este, Javier se atrevió a darme las primeras suaves caricias y para mi sorpresa, mi cuerpo las recibió con júbilo y gusto.
Necesitaba aquello de verdad y tan lo necesitaba y me gustaba ese sentimiento de complacencia que estaba segura podría acostumbrarme.

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