[Capítulo 60]

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-¿En qué piensas que te pusiste tan feliz?-dijo Oli algo molesto.
-En... nada-fingió una sonrisa y volvió a su libro mientras yo volvía a pensar en ese chico de hermosos ojos color gris.
¿Qué era lo que me estaba pasando con Javier?

Un par de semanas más pasaron en las que continué viviendo en casa de Oliver. No había vuelto a ver a Javier debido a que la última vez que había concretado "cita" con él, Oli se había puesto como loco y aunque me molestara su actitud por demás infantil hacia el chico de ojos grises, tampoco quería estar mal con él, no quería que peleáramos y por lo mismo, decidí negarme en cada ocasión que me llamaba para quedar de salir y si bien no nos veíamos ya, sí me llamaba a diario (cosa que tampoco tenía muy contento al fantasma).
El dinero de Oli con el que me estaba manteniendo a lo largo de los días fuera de mi hogar, se estaba terminando al grado de que cada día cuando metía la mano a la alcancía sentía miedo de que llegara el momento en que mis dedos no palparan nada dentro. Aquel dinero sólo lo utilizaba para la comida o para jabones y shampoo y en cuanto apenas ajustaba, por lo mismo, tampoco había hecho por intentar comprarme aunque fuera uno o dos cambios y continuaba poniéndome la ropa de Oli lo cual, en algún punto, comenzaba a fastidiarme. No era agradable andar con ropa grande y de hombre... resultaba incómodo.
Sumado a todo eso, estaba el hecho de mi aburrimiento y desesperación de no hacer nada en todo el día.
Quería regresar a la escuela, quería estudiar de nuevo, tener tareas por las tardes en las cuales entretenerme, olvidarme de toda mi vida personal sumergiéndome en las clases... extrañaba la que llamaba mi casa. Y no, no era que despreciara la casa de Oli, era cómoda y tenía lo que necesitaba y tampoco era que menospreciara el pasar todo el tiempo a solas con el fantasma, pero simplemente sentía que se estaba volviendo rutina y con eso, me aburría lo cual con llevaba a que llegara el punto en que me hartara de él, de la casa y de mí misma.
Estaba ya cansada de sentirme ajena a lo que tenía y cansada de estar sin hacer nada. No era esa clase de vida a la que estaba acostumbrada.
-¿Qué haces?-preguntó Oli mientras yo sacaba ropa del closet y la arrojaba desparramada por todo el cuarto-¿Juli?-seguí aventando cosas y renegando por lo bajo-¡Hey!-exclamó cuando un zapato le pasó por la cabeza atravesándolo-¿Podrías dejar de hacer eso? Estás dejando el cuarto hecho un desastre.
-¡Pff! ¿Qué te preocupa? Como quiera seré yo quien lo recogerá y no tú-aventé una última prenda-¡Maldición! No hallo qué ponerme-renegué.
-¿No hallas que ponerte? Pero si toda esa ropa te la has puesto ya, ¿Qué de malo hay en...?
-¡Precisamente eso! Todo me lo he puesto ya y todo me tiene harta ya... Me cansé de vestirme con ropa que no es mía ¡y que ni siquiera es de mujer!-grité.
-Podrías usar el dinero para...
-¡No! ¡No puedo! No me ajusta, si me compro un cambio me quedaré sin comer. ¡Ya casi no hay dinero, Oliver! Me quedaré sin comer, sin ropa... sin casa...
-La casa no se moverá a ningún lado y es tu casa también.
-No, no lo es-suspiré-No es mi casa, no es mi ropa, no es mi dinero y no es mi vida. Ya me desesperé de estar así... necesito ir a con Ross, necesito ir a la escuela... necesito mis cosas, mi casa.
-Pero si Ross te ve...
-¡En algún momento me ha de ver! Y en algún momento mis padres se enterarán que me salí... no puedo estar huyendo toda mi vida porque de ser así, mejor hubiera preferido quedarme encerrada en el manicomio-el rostro de Oli se volvió triste.
-No sabía que te sentías tan desdichada estando aquí conmigo...
-¡No!-me apresuré a decir mientras me ponía en pie y me acercaba a él-No es eso, no es por ti... es sólo que, entiéndeme corazón, necesito recuperar mi vida. Agradezco que me hayas sacado y agradezco que me hayas dado casa, comida y ropa. Soy consciente de que sin ti ya estaría haciéndote compañía en el más allá pero... tampoco no puedo quedarme de brazos cruzados viviendo de lo tuyo. No estoy a gusto así-torció la boca-Necesito ir con Ross-repetí-Y necesito que tú me apoyes... ¿Puedes?-suspiró y miró a la nada unos segundos, luego sonrió a medias y me miró.
-Está bien, vamos con Ross-sonreí.
-Gracias.
En cuanto arreglé el desorden que había causado en el cuarto y me puse lo primero que agarré, tomé un camión para ir hacia mi casa con Oli siguiéndome en todo momento.
A media cuadra antes de estar frente a la casa, unos gritos hicieron que me metiera detrás de unos arbustos y me escondiera.
Ross y Jonathan discutían en la puerta de entrada.
-¡Pero esta casa también la estoy pagando yo!
-¡Ya no la pagarás más, Jonathan! ¡Lárgate!
-¡A ver con qué la sostienes!-gritó él caminado hacia su auto sin dejar de verla.
-¡No te importa!-se quitó uno de sus zapatos y se lo arrojó cerca de la cabeza-¡Ya vete!
-¡Ya te veré rogándome perdón, piruja!
-¡VETE!-le arrojó el otro zapato.
Hasta que Jonathan subió al auto, pude ver que dentro de este una muchacha de cabello teñido en plateado se acomodaba las prendas a toda velocidad y una vez que el chico subió al auto también, le gritaba algunas cosas.
Estuve segura que lo que había sucedido en aquella casa era que el desgraciado de Jonathan había metido a la chica y Ross los había encontrado justo en "la escena" y si bien mi amiga lo amaba y le perdonaba los golpes, una infidelidad jamás la perdonaba.
-Creo que no es un buen momento-dije retirándome al ver a Ross sentada en la puerta con la cara entre sus manos, llorando amargamente.
-No me digas que sientes lástima por ella luego de lo que te hizo-me detuve-Ella jamás sintió lástima de ti por las cosas que te pasaban y si bien está sufriendo, es por gusto. Mil y un veces le advertiste sobre Jonathan y no te escuchó... ya era hora que se diera cuenta de la verdad. Además, se merece ese sufrir y mucho más por tanto que te hizo pasar-miré de nuevo hacia donde Ross-Como quiera, ella sola no logrará sostener la casa con lo malgastada que es, se perderá y ni tú ni ella podrán salvarle. Es ahora o nunca, Chuleta-le sonreí-Yo estaré a tu lado, ya sabes.
-¿Te he dicho cuánto es que te amo?-esbozó una sonrisita que me aseguró que de haber podido, se habría sonrojado-Vamos pues.
Salí de mi escondite y a unos metros de llegar frente a Ross, esta al parecer me escuchó y alzó la mirada (los ojos rodeados de rímel corrido por completo). Me miró de arriba abajo y luego se enderezó.
-¿Pero qué demonios...? ¿A ti quién te dejó salir?
-Nadie-contesté segura-Me escapé ¿Sabes por qué? ¡Porque no estoy loca! Más loca estás tú que hasta después de tantos años te das cuenta que Jonathan te pinta tremendo cuernos... y tú dejando que te golpeara por amor-su cara se puso colorada de coraje (¿o vergüenza?).
-¡Le llamaré a tus padres para decirles!-dio media vuelta pero antes de que avanzara la detuve por el brazo-¡Suéltame!-forcejeó-¡Loca!
-Tú bien sabes que no lo estoy...
-¡Lo estás! Hablas sola y besas al aire ¿Crees que no te he visto?
-¿Y quién te dice que beso a la nada y que hablo sola?
-¡Porque yo te vi!
-Que no seas capaz de ver algunas cosas no significa que no existan-sonreí.
-¿Y dices que no estás loca? ¿Qué me dirás? ¿Qué tienes un amigo invisible?
-¡Mucho mejor aún! Es un novio fantasma-reí y ella me miró asustada.
-¡Jonathan!-exclamó mirando más allá de mí y yo por inercia volteé y en ese momento en que volteé, me dio un fuerte golpe en el estómago que me hizo soltarla-¡No te quedarás con mi casa, Julieta!-gritó corriendo hacia la sala a tomar el teléfono. Como pude, me olvidé un poco del dolor y corrí hasta ella que ya marcaba el teléfono.
-¡No!-traté de quitarle el teléfono pero en el intento, ambas caímos al suelo y el teléfono también cayó algo apartado. Reaccioné y traté de arrastrarme hacia él, pero antes de que lo alcanzara, una de las rodillas de Ross me golpeó de nuevo el estómago haciendome doblar de dolor y por si fuera poco, su codo fue a parar a mi boca abriéndome el labio mientras se arrastraba y juntaba el teléfono para marcar de nueva cuenta-Rosario por favor, si en algún momento me quisiste, te pido que no me hagas esto ¡No sabes lo horrible que es ese lugar!-ella soltó una carcajada que me erizó la piel.
-Nunca te quise Julieta, nunca te estimé... ni siquiera quería que fueras mi "roomie", te odié cada día de los que vivimos juntas, te odié porque siendo tú tan fea y tan simple tenías todo lo que yo siendo hermosa y valiosa jamás pude tener: Buenas calificaciones, un novio detallista, amigos, el cariño de unos padres y un hermano, llamar la atención de los chicos más guapos-las lágrimas se derramaron por sus mejillas-¡No era justo! Y encima de todo hago que termines con Ricardo, metiéndote ideas en la cabeza sobre él y a él sobre ti ¡Y aun así eras feliz! ¡No es justo! No es justo que tú tengas lo que yo no... y por lo mismo, haré que vuelvas a ese horrible lugar ¡Ahí estarás el resto de tus días!-rió maldosa, intenté pararme pero el dolor en el estómago fue más, además de que mi voluntad y autoestima habían quedado hecho añicos. Derrotada, me quedé tirada en el suelo mientras el teléfono anunciaba que la llamada ya entraba y Ross me miraba con placer.
-Disculpa ¿Conoces la envidia?-escuché una voz que conocía bien pero sonaba más clara y sin eco ahora. Ross miró hacia un punto en particular, algo confundida-Si no la conoces, te la presento pues tú eres la viva imagen de eso. No pienses que la belleza te hace mejor persona y acreedora de mejores cosas... es lo que se tiene dentro lo que te lleva a obtener buenas o malas cosas. Y tú podrás ser hermosa por fuera, Ross, pero eres una porquería por dentro.
-¿Tú... tú... quién eres? ¿De dónde saliste?-miré entonces hacia donde ella veía y vi a Oli detrás del sillón. Una sonrisita macabra le surcó el rostro.
-Oh sí, disculpa, no me presenté-y con total deliberación atravesó el sillón hasta pararse justo enfrente de Ross a quien el teléfono se le escapó de las manos temblorosas-Soy Oliver Sykes, el novio de Julieta, ese por el que la mandaste al manicomio-ladeó la cabeza-Y para que te quede claro, soy real-acercó su rostro al de ella quien retrocedió soltando un gemido y al hacerlo tropezó conmigo yendo a parar también al suelo-Entiendo lo que es tener unos padres que te obliguen ser lo que ellos quieren que seas, pero me parece que tienes voluntad y edad para decir "no" e imponerte a lo que no te guste que te pongan a hacer, y también me parece que no estás lo suficiente capacitada para vivir sola en esta casa que más que tuya es de Julieta-Ross temblaba completamente y soltaba un ruidito por lo bajo con la boca y ojos abiertos totalmente-Así que, o te largas de una buena vez y dejas en paz a mi novia, o me voy a aparecer en tu cuarto, tu ducha y tu camino el resto de tus días para jalarte los pies ¿entiendes?-Oli desapareció de repente y Ross gimió una última vez para temblorosa y muda, pararse despacio y mirar a todos lados. Se talló los ojos y me miró para luego alzar sus ojos nuevamente y encontrarse con el rostro del fantasma a milímetros del suyo-¡BOO!-soltó Oli y Ross emitió tremendo grito para entonces salir corriendo de la casa olvidándose incluso de que iba descalza. Ahogué una risita y Oli rió por lo bajo para luego mirarme a mí y acercárseme-¿Estás bien, amor? ¿Te lastimó mucho?-sin decirle nada me enderecé, acerqué mi rostro al suyo y lo "besé" un par de veces.
-Estoy bien-limpié con la manga de la camisa el hilillo de sangre que salía de mi labio-¿Crees que ella estará bien?-miré hacia la puerta.
-Lo estará, deja de preocuparte por ella. Hace tiempo que tenía ganas de hacerle eso-sonrió con malicia.
-Eres malito, amor-sonrió más-Las ventajas de tener un novio fantasma.
-¿Y a ti quién te dijo que era tu novio?
-Le dijiste a Ross que lo eras...
-Sólo fue para acentuar la...
-Lo sé, lo sé... déjame ilusionarme-ambos sonreímos con dolor-Gracias por salvarme... por segunda vez.
-Eres mi vida y siempre la voy a cuidar... siempre te voy a cuidar-y por la forma en que me miraba, el cambio en su voz, la aceleración de mis latidos y las intensas ganas de él que me recorrían todo el cuerpo en ese momento, supe que de haber estado vivo habríamos terminado todo aquello derrumbados en la cama, consumando nuestro amor.

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