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—¡Daryl! —grité mientras me despertaba, a mi lado estaban Maggie y Jesús.

—¿Qué sucede?

—Yo... Yo debo de volver a Alexandria, Daryl... —dije mientras tomaba mis cosas y me ponía el calzado.

—¿Qué? ¿A dónde vas? —me cuestionó Jesús.

—¡Ya dije! Vuelvo a Alexandria.

—¿Y cómo piensas irte?

—Me puedo ir caminando si hace falta.

—Llévate un auto.

—¿La dejarás ir?

—¿No hay algo más rápido?

—Hay una moto, ¿La sabes manejar? —preguntó Jesús, yo bufé.

—Claro que sí —le aseguré.

En menos de quince minutos, ya estaba fuera de Hiltop con dirección a Alexandria, no sabía qué era lo que me había motivado a moverme así, pero algo en mi interior me aseguraba que era ese sentimiento el que me había mantenido con vida todo este tiempo.

Por favor, Daryl... Espero que no hayas hecho ninguna estupidez.

Cuando estaba cerca de Alexandria, tuve que frenar, pues escuchaba un montón de motores acercándose, lo más rápido que pude me oculte con la moto en unos arbustos y espere, fueron los quince minutos más largos de mi vida, sin embargo lo que vi, hizo que mi sangre se helara.

Era un convoy de vehículos yendo a toda velocidad con dirección a Alexandria y lo peor de todo era que estaba segura de que había visto a Negan a la cabeza.

—No, no, no —maldije cuando se alejaron.

De inmediato subí a la moto y traté de ganarles camino a través del bosque, era una mala idea, sí, la moto más de una vez estuvo a punto de hacerme caer, pero sabía que si no llegaba a tiempo y por la parte trasera, no alcanzaría a advertirles.

Para cuando los muros de Alexandria estuvieron frente a mi, la oscuridad ya había caído, así que escondí la moto y ocupe una de las entradas secretas que Enid una vez me había mostrado, rápidamente subí y cruce al otro lado.

Silencio.

Era lo único que escuchaba, un silencio sepulcral que presagiaba el final.

Corrí lo más rápido que pude buscando a alguien, para mi fortuna tropecé con Merle.

—¿Qué haces aquí?

—No hay tiempo para explicar —le dije con la respiración entrecortada—. Los Salvadores vienen para acá.

—Debes estar confundida, no...

—¡Merle! ¿En algún momento yo bromearia con algo como eso? —le pregunté, el frunció los labios y negó—, ¿Dónde está Daryl?

—Lo estaba buscando, le iba a proponer ir por ti, ¡¿Pero qué hacemos hablando tranquilamente?! ¡Hay que alertar a los guardias y a todos! —dijo, yo asentí y comenzamos a correr.

Sin embargo, apenas estábamos a dos cuadras de la entrada principal, escuchamos tres golpes secos contra la reja de metal y después la distorsión de un megáfono.

—No... Es demasiado tarde —susurre.

—Se estarán preguntando por qué cuerno sus vigias no dieron la alarma, verán, somos gente educada, no sé cuándo van a despertar de un tiro como ese, pero deberían despertar, así vamos directo al grano, ¡Perdieron, se acabó! Se van a poner en fila frente a sus casitas y van a ofrecer una disculpa, y el que ofrezca la disculpa más patética será asesinado, después voy a matar a Rick enfrente de todos y seguiremos adelante, tienen tres, repito, ¡Tres minutos! O los haremos mierda a bombazos.

El Arquero del Fin del MundoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora