33.

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     De nueva cuenta, estaba sola en la prisión, bueno, entiéndase que por sola significaba que Daryl no estaba para hacerme compañía, de nueva cuenta, tuvo que ir salir en una misión de búsqueda a una ciudad un poco más lejos, se había llevado a un grupo reducido y como yo estaba descansando de mi guardia, ni siquiera me enteré, de eso hace ya tres días, sabía que cada que salía se tardaba, pero aún así seguía preocupándome por él.

     Caminé hacia la salida de la prisión, Rick me había pedido que le echara una mano a unas mujeres que se encargaban de cuidar el pequeño cultivo que habíamos iniciado, aunque normalmente lo hacían los hombres, en esta ocasión fue turno de las mujeres porque éstos estaban haciendo un pequeño chiquero para unos cochinitos que Rick y Merle habían encontrado cuando fueron a revisar las trampas hace unos días, la idea era seguirlos procurando para que nos sirvieran de alimento, pero mientras eso pasaba, los niños los ocupaban de mascotas, en fin.

     —Hola, señoritas —salude a las cuatro mujeres que estaban muy atareadas con los cultivos.

     —Hola —me correspondieron todas.

     A pesar de que seguía sin acostumbrarme a tanta gente, debía de admitir que era bueno tenerlos cerca, estas chicas eran muy amables, no siempre convivía con ellas, aunque teníamos relativamente la misma edad, porque veía que aún seguían en su etapa de vida normal, pero resultaban una buena compañía con el tiempo.

     El trabajo de procurar los cultivos nos llevó toda la tarde, a causa del sol, estaba muy sudorosa y sedienta, me quedé solo en mi blusa de tirantes, mientras una de ellas repartía botellas de agua, tome una y la bebí casi entera de un trago.

     —Tranquila, aún hay de sobra por si quieres más —me dijo una, le sonreí, sí, tal vez exagere.

     —Lo siento, es que termine exhausta, este sol me dejó sedienta —me expliqué, entre ellas intercambiaron miradas cómplices, algo me decía que me estaba perdiendo de su chiste privado.

     —Si prometes no decirle a Rick un secreto, tenemos algo con que podrás calmas tu sed —me dijo una morena de tez clara, ya comenzaban a preocuparme.

     —Yo no estoy segura, estás en el círculo de Rick, bien podrías acusarnos —reflexiono otra, la mire.

     —Mientras no tengan un cuerpo que esconder, no diré nada, ¿que sucede? —pregunte, una se me acercó furtivamente, la mire con precaución.

     —Mi novio está en el equipo de búsqueda de Merle, la otra vez trajo cervezas y más alcohol, lo tenemos guardado, pero creo que nos merecemos un trago, ¿no? —pregunto, yo me sorprendí, las mire con la boca ligeramente abierta.

    —¿Es enserio? —pregunte en voz baja, ellas sonrieron y asintieron.

     —¿Que dices, Stride? —pregunto Melanie, creo que con la que mejor me llevaba, yo lo considere, moría de calor, tenia sed, hace mucho que no bebía...

     Merle te ofreció una cuando lo sacaste de Woodbury.

     Pero no la pude apreciar se justificó mi mente, sonreí y les dirigí un asentimiento.

    —Solo un poco, si Rick me encuentra ebria u oliendo a alcohol, no sé qué pasará ni quisiera con ustedes —acepte, hicieron sonidos divertidos y comenzaron a guardar los materiales que habíamos ocupado.

     Entre pláticas sin sentido, caminamos hacia su pabellón, estaban muy animadas, fuimos a una celda del segundo piso, de ahí, ellas comenzaron a mover un par de cajas hasta que sacaron una hielera compacta, en cuanto la abrieron vi que había un poco de todo, incluso veía una botella de vino blanco, que pena, ese no me gusta tanto.

El Arquero del Fin del MundoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora