36.

3.9K 223 14
                                    

     El lunes quise actualizar porque no podría conectarme el martes, sin embargo, me di cuenta, muuuuy tarde, de que el capítulo 34 y el 36, no sé cómo, terminaron copiándose, borrando con ello el intermedio muy necesario para entender el siguiente capitulo que si se subió, ni modo, lo tuve que reescribir y así para corregir mi error, pero trataré de que ya no pase, es que luego me juega mal la tecnología y estas cosas suceden, pero en fin, una disculpa enorme, no me fijé.

     El gruñido de mi estómago logró incomodarme lo suficiente como para despertarme, apenas abrí los ojos, la luz que se colaba por la ventana me incómodo, buscando refugio me apoye en el pecho de Daryl mientras hacía unos sonidos muy raros para expresar mi descontento por el sol.

     —Enserio no conoces lo que es dormir un poco más, ¿cierto? —pregunto Daryl, sonreí contra su piel.

     —Tengo sueño, pero el sol me molesta, ¿no puedes hacer algo? —pedí mientras le miraba, me devolvió la mirada y puso la manta con la que nos cubriamos sobre nuestras cabezas.

     —¿Mejor?

     —Mucho mejor —dije y comencé a darle uno que otro beso esporádico por el pecho.

     —Lo único que no puedo arreglar es el hambre que tienes —comento, ya que mi estómago volvió a gruñir.

     —Ignóralo, no pasa nada.

     —Ayer no fuimos a la cena, por eso tienes hambre.

     —¿Crees que alguien lo haya notado? —pregunte mientras ponía mi mano en su pecho y comenzaba a hacer uno que otro trazo encima de este.
 
     —Podríamos irnos ahora mismo y nadie notaría nuestra ausencia hasta dentro de unos días —repuso mientras tomaba mi mano y jugaba con mis dedos.

     —U horas, si depende de Merle.

     —Puede ser, sin embargo, no ha hecho ningún escándalo por no habernos visto ayer.

     —O no nos hemos enterado —añadí, sonrió.

     —En ese caso, andando, será mejor asegurarnos de que todo siga bien con él —dijo y nos quitó la cobija de encima.

     —No, yo quiero quedarme aquí, contigo, un rato más —pedí, me estrecho contra su cuerpo y me sonrió.

     —No podemos quedarnos para siempre aquí.

     —Solo unos minutos, apenas crucemos esa puerta volveremos a nuestras funciones en la prisión, tendremos que estar separados y muchas otras cosas.

     —¿Estas tratando de evadir tus responsabilidades? —pregunto y me dió un toque en la nariz, yo la arrugue en respuesta, lo que provocó que sonriera—, ¿tan mal te fue en las vallas ayer?

     —No, bueno, algo así... ¿Has visto que hay algunos infectados con sangre en los ojos, la nariz y la boca?

     —No, ¿desde cuándo?

     —Karen dice que desde hace algunos días los ha visto, pero me preocupa, o hay un maldito demente asesinando de esa forma o es una enfermedad —aventure, su semblante se tornó serio.

     —¿Crees que el Gobernador pueda estar detrás de todo esto? —pregunto, yo negué.

     —No creo que tenga los conocimientos para asesinar a una persona así, además, Michonne ya habría encontrado algo, por eso lo ha estado rastreando —le recordé, resoplo y se recargo en uno de sus brazos.

El Arquero del Fin del MundoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora