2 ~ Francés

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Ante mi respuesta, Sebastian frunció el ceño, inspeccionando mi rostro. Seguramente tratando de descifrar si hablaba en serio o sólo bromeaba con él.

–¿A qué te refieres?

–Que no lo sé, no sé cuál es mi nombre... –respondí de nuevo.

El decir eso en voz alta, se sentía surreal. No podía creer que no podía recordar mi propio nombre.

Después de varios segundos, escuché una leve risa risueña de su parte.

Lo miré completamente confundida.

¿De qué se reía?

–Entiendo, entiendo –asintió con la cabeza, cruzándose de brazos. –Aún no quieres decirme tu nombre, de acuerdo –se encogió de hombros.

–¿Qué? –lo miré confundida. –No estoy de chiste, estoy hablando enserio –expliqué, ofendida.

–¿Por qué estas descalza? Podrías córtate con algo –dijo cambiando de tema, preocupado, al notar que no llevaba zapatos.

No respondí. Sebastian me miró extrañado, pero se apresuró en abrir nuevamente su mochila y de ella sacó unos tenis.

–Ten –me los acercó para que los tomara.

Estaba a punto de negarme, pero él me interrumpió.

–No aceptaré que me digas que no, no puedo dejarte caminar por ahí descalza –confesó. –No es seguro.

–De acuerdo –dije antes de tomarlos en la mano

–Ven, vamos a sentarnos aquí para que te los puedas poner –señaló un banco que había cerca de dónde nos encontrábamos –Probablemente te queden enormes, pero es mejor que nada.

Sentados en el banco, intenté sacarme la mayor parte de suciedad y arena que aún llevaba en los pies y me puse los tenis.

Tenía razón, me quedaban bastante grande. Pero, los amarré lo suficientemente ajustados como para que no se me salieran al caminar.

–Gracias... ¿No los necesitabas? –pregunté, ya que, si los llevaba en su mochila, era por algo.

–En realidad no... Era mi cambio del trabajo –debió haber notado mi confusión porque enseguida se explicó. –Es la ropa a la que me cambio una vez salgo de trabajar.

–¿Ese es el uniforme de tu trabajo? –pregunté con cierta duda al mirar lo que llevaba puesto y es que no parecía un uniforme laboral.

–Bueno... No siempre fue así, pero se puede decir que tengo varios beneficios especiales –sonrió de lado.

Nos quedamos un par de segundos en silencio, hasta que algo comenzó a sonar.

–Lo siento, debo contestar.

–¡Sí, claro! Adelante.

El chico sacó su teléfono y contestó la llamada. No pude evitar pensar en mi teléfono.

¿Siquiera tenía un teléfono? Podría llamar a alguien, pero no recordaba saber ningún número telefónico al que pudiera llamar.

–Lo sé, lo sé... –le escuché decir antes de colgar el teléfono. Se giró a verme.

–Oye, –empezó, para llamar mi atención. –Se me hace algo tarde y tengo que irme.

–Oh, sí claro, entiendo –asentí repetidas veces.

–Bueno, ¿Te veré luego? –se despidió, más en forma de pregunta.

–Eso espero –admití, tratando de sonreír, pero probablemente parecía más una mueca que una sonrisa.

Amnesia || Magcon [✔️]Where stories live. Discover now