18 ~ Comenzando de nuevo

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Quedamos frente a frente y la chica me miró confundida.

–Oh, lo siento, pensé que eras otra persona –me disculpé, soltando su brazo casi de inmediato.

–Descuida, no hay problema –dijo la desconocida chica frente a mí, con una pequeña sonrisa. –Me tengo que ir –hizo una mueca y señaló el camino por donde iba antes de que la detuviera.

Llevaba unos jeans claros, unas converse, una remera azul y un gorro de lana negro.

–Sí, claro, lo siento, igual yo.

–Adiós –se despidió con la mano y siguió su camino.

Fue entonces cuando reaccioné y me di cuenta de que hablaba inglés.

–¡Espera! –corrí hasta su lado otra vez y ella me miró. –¿Sabes dónde queda algún elevador aquí? –pregunté y ella asintió.

–Ahí dentro –respondió, señalando con su dedo hacia un pasillo por donde entraban y salían varias personas.

–Gracias –le agradecí, despidiéndome con la mano.

Trote hasta el pasillo y efectivamente en la pared de la izquierda había un elevador, cuyas puertas estaban abiertas. Entré en él antes de que se cerraran y presioné el piso número 4, que era el último piso.

NARRA STELLE

La señora frente a mí me miraba con una pequeña sonrisa, sin embargo, yo la miraba confundida.

–Lo siento –dijo la mujer, liberando mi brazo de su agarre. –Sólo quería hacerte una pregunta.

–Claro –respondí, aunque aún seguía bastante confundida, al igual que Hazel a mi lado.

–¿Cuándo fue la última vez que te teñiste el cabello? –preguntó, tomándome desprevenida.

–¿Perdón? –pregunté.

–Tu cabello –se explicó. –¿Cuál es tu color natural?

–Uhm, lo siento –dije insegura. –Soy rubia natural –afirmé y en cuanto las palabras salieron de mi boca, la mujer estalló en una sonora carcajada.

–A mí no me engañas –se cruzó de brazos. –Estás teñida –afirmó de nuevo.

–No, soy rubia.

–Mhm, Mhm –negó. –Eres castaña –dijo, tomando un mechón de mi cabello y levantándolo hacia arriba.

–Eres castaña –susurró Hazel en mi oído, haciendo que me sobresaltara.

–Ven –dijo la señora, dirigiéndose hacia a mí y dio unos cuantos pasos hasta llegar a lo que parecía ser un salón de belleza.

Hazel y yo nos miramos una a la otra, sin saber qué hacer. Miramos hacia donde se había ido la mujer, la cual ahora me percato de que llevaba el uniforme del salón de belleza con el logo de la tienda en él, haciendo que cayera en cuenta de que trabajaba allí.

–Mejor vámonos ¿Sí? –le pregunté a Hazel, pero ella estaba muy distraída mirando del salón a mí y viceversa varias veces, hasta que supe en lo que estaba pensando. –No Hazel, ni siquiera lo pienses –la apunté amenazante, ella me miró indignada, llevándose una mano al pecho.

–Ni siquiera sabes en lo que estaba pensando –reprochó, cruzándose de brazos.

–Estos cuantos días que llevo viviendo contigo, ya te conozco como la palma de mi mano –levanté una ceja. –Y ni siquiera lo pienses –repetí. –No me teñiré el cabello –aclaré y ella rodó los ojos.

–¡Oh, no! –escuchamos una exclamación a nuestras espaldas. –¿Quién dijo que te teñiría? –volteamos para encontrarnos con la misma señora, que ahora llevaba un par de tijeras en la mano.

Miré a Hazel horrorizada.

–¡No me lo cortaré! –exclamé de inmediato, llamando la atención de algunas personas que pasaban cerca de nosotras.

–Estas no son para ti –confesó la señora, riendo suavemente y dejé salir un suspiro de alivio. –Sólo te lavaré el cabello con una mezcla especial que hace que tu color natural regrese sin necesidad de tintes –explicó. –Es más saludable y menos dañino para tu cabello –añadió.

Podía dejarme convencer de ir a ver alguna película o de ir a algún restaurante de comida tailandesa, pero cambiar el color de mi cabello era un cambio demasiado drástico. Incluso si el color fuese mi supuesto color natural, simplemente no podía imaginarme con otro color de cabello que no fuese el que tenía ahora.

Aún se me hacía difícil mirarme al espejo algunas veces y no terminaba de acostumbrarme a mi apariencia. Era como si cada día descubriera algo nuevo sobre mi misma que no había notado antes. Y ahora, ¿Cambiaría de nuevo?

–¿Y qué dices? –preguntó, al ver que no respondía.

–¿Nos da un minuto? –le pedí a la señora.

Ella asintió y regresó devuelta al salón.

–Eres una rubia de farmacia –comentó Hazel a mi lado, riéndose.

–¡Hazel! Es enserio –dije. –No creo poder hacerlo.

–Stelle, sé que esto es drástico y todo, pero ¿Cuál es el problema? ¿Por qué no quieres hacerlo? –preguntó y decidí decirle como realmente me sentía al respecto.

–Es sólo que, aún no me acostumbro a como me veo ¿Sabes? –comencé a decir. –Desperté en aquella playa sin la menor idea de que cómo me veía, luego vi que era rubia y me ha tomado mucho tiempo el poder hacerme a la idea de que así es como luzco –expliqué.

–Te entiendo, pero tú misma dijiste que querías comenzar de nuevo.

–No uses mis palabras en mi contra –suspiré, rendida.

–Esta vez no será como cuando despertaste en la playa, será completamente diferente –dijo. –Esta vez tienes la oportunidad de elegir por ti misma, sabes que tendrás el cabello castaño y te sentirás mejor contigo misma porque tú lo decidiste así –me miró y puso su mano sobre mi hombro. –Además, ¿Qué mejor forma de comenzar de nuevo, que cambiando tu color de cabello?

NARRA NASH

Las puertas del elevador se abrieron y luego de salir del pasillo, me encontré con un piso lleno de un sinnúmero de restaurantes, puestos de comida rápida y demás cosas.

Empecé a mirar por sobre todas las personas que se encontraban allí, tratando de encontrar lo que buscaba. Cuando al fin encontré el Starbucks, empecé a caminar hacia él, revisando la hora en mi móvil una vez más. 11:16am.

Tenía media hora para llegar al Starbucks, comprar lo que pidieron los chicos y regresar al taxi, si es que, con suerte, aún me esperaba fuera del centro comercial, para que me llevara de vuelta al aeropuerto y poder alcanzar mi vuelo de regreso a California.

Cuando al fin llegué al Starbucks y ya me encontraba abriendo las puertas, decidí abrir lo que me había enviado Carter.

~ Mensaje de Carter ~

• Limonada
• Frappuccino de Caramelo
• Chocolate Caliente Blanco
• Frapuccino doble de Chocolate Chips
• Té verde

Rodé los ojos al notar la exagerada organización en el mensaje de Carter. Sacudí la cabeza, Carter nunca cambiaría.

Levanté la vista del teléfono y me fijé en la fila de clientes que esperaban su turno a ser atendidos. Había algunas cinco o seis personas mínimo.

Me coloqué rápidamente detrás de la fila antes de que se llenara más y esperé pacientemente por mi turno.

Amnesia || Magcon [✔️]Where stories live. Discover now