6 ~ Fotografías

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En la mayoría de las fotografías, aparecían Sebastian y Hazel juntos. Sonreí al ver el cariño que se tienen el uno por el otro, fácilmente podía ver lo unidos que eran.

Me hacía cuestionarme si tenía hermanos o hermanas; si nos queríamos, si éramos unidos o si vivíamos cerca uno de los otros. Con recordar sus nombres me era suficiente.

Suspiré hondo, sabiendo que no había forma de que llegara a recordar algo así en ningún momento cercano.

Noté que, en algunas de las fotos, Hazel tenía el cabello de distintos colores. Incluso, en una lo llevaba con mechones púrpuras, en otra era rubia y en otra lo tenía completamente rosado.

–¡Aquí esta! –escuché a mis espaldas y me giré.

Hazel traía dos platos con tostadas y mantequilla de maní en las manos.

Caminé de regreso al sofá para sentarme, mientras que Hazel colocaba los platos en la mesa frente a nosotras.

–Tengo jugo de china, tropical y de parcha ¿Cuál prefieres? –preguntó mientras iba a la cocina.

–De parcha, por favor.

–Las tostadas con mantequilla de maní son una de mis especialidades –dijo en un tono exagerado y rio. –Así que espero que te guste.

–De hecho, ya lo había probado –confesé. –Y me gustó, así que de eso no debes preocuparte.

–¿Enserio? ¿Dónde? A Seba no le gusta el maní –dijo y pude ver que hacía una mueca mientras servía el jugo.

Hazel salió de la cocina con dos vasos en sus manos, caminando hacia el sofá.

–En el café de tu tío –respondí. –Sebastian me llevó ayer, el lugar es muy bonito –comenté.

–Oh, –dijo ella, deteniéndose y mirando hacia abajo. –¿Quieres que te prepare algo más? Puedo hacer otra cosa si quieres –ofreció luego de poner los vasos en la mesa y tomó mi plato.

–No, no es necesario, esto está bien –la detuve.

Hazel no dijo nada, regresó mi plato a la mesa y se sentó junto a mí.

–¿Segura? –frunció el ceño.

–Sí, estoy segura, enserio –añadí.

–De acuerdo.

–Gracias por el desayuno.

–No hay de que –respondió, sonriéndome.

Mientras comíamos, Hazel y yo, platicábamos de varias cosas triviales. Nada de suma importancia o personal.

Al terminar, acompañé a Hazel hasta la cocina y le ayudé con los platos.

Hazel era una chica muy alegre y simpática. Decía todo tipo de ocurrencias y me hacía reír de vez en cuando.

–Oye, –captó mi atención. –Esta noche quedé en hacer una pijamada con unas amigas del piso.

–¿Una pijamada?

–Sí, quería saber si te animabas en acompañarnos –ofreció.

–No lo sé...

–¡Vamos! Será divertido. Vendremos todas aquí a conversar, vamos a comer, veremos películas... –comentó. –La pasaremos de maravilla.

–Hoy quedé en que Sebastian me llevaría a la comisaría cuando regresara del trabajo –expliqué.

–Puedes ir mañana –respondió. –De todos modos, a la hora a la que regresa mi hermano es muy tarde, la comisaria estará muy ocupada.

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