14 ~ Interrupción

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Una vez llegamos al lobby, esperamos a que las puertas del ascensor abrieran y salimos del elevador.

–Espera aquí, –Hazel me detuvo. –Regreso en un minuto –dijo antes de irse por una de las puertas por las que sólo el personal del edificio estaba autorizado a entrar, dejándome confundida.

Hazel había desaparecido antes de que pudiera decir algo. Suspiré, girándome a ver el resto del lobby y vi que había asientos libres en el bar. Caminé hasta allí y me senté en una de las sillas de la barra.

–¿Desea algo? –preguntó un chico que apareció del otro lado de la barra.

–No, gracias –negué, el chico asintió y se fue a servirle a otras personas que se encontraba allí.

Cuando volteé a mirar, vi que se trataba de tres chicas que llevaban vestidos de noche, siendo las diez de la mañana, y que parecían coquetearle al bar tender. Sus vestidos apenas y les cubría mitad del muslo y no paraban de reír junto con el chico.

–Hola –escuché una voz familiar a mis espaldas.

Me giré en mi asiento, encontrándome con Seba. Al ver su rostro, sonreí de inmediato.

–¡Seba, hola!

–¿Qué haces por aquí? ¿Esperas a alguien? –se metió las manos en los bolsillos de sus jeans.

–Sí –respondí, a lo que Seba me miró sorprendido.

–No, no sabía que veías a alguien –comentó.

–Estoy esperando a Hazel –sonreí.

–Oh –sus hombros se relajaron y reí. –Yo, pensé que tú... –se rascó la nuca, nervioso.

–Sé lo que pensaste –reí. –Sólo iremos al centro comercial –expliqué, pero luego fruncí el ceño. –¿No se supone que estés en el café? –pregunté y él rio por lo bajo, mirando sus pies.

–No me sentía muy bien para ir a trabajar –se encogió de hombros.

–¿Y te sientes mejor? –pregunté, él asintió repetidas veces, dejándome claro que no tenía nada de qué preocuparme.

–Sí, pero, esa es mi excusa, no me la puedes robar cuando tengas que trabajar los fines de semana –sonrió.

Mi hornada anterior sólo cubría los cinco días de la semana y los turnos eran por las tardes, después de la promoción que me había dado Jeremy, tendría que venir los siete días de la semana, todas las mañanas, comenzando desde el lunes.

Esta vez, mi turno sí coincidiría con el de Seba, por lo que nos veríamos todos los días en el trabajo.

–No prometo nada –dije y ambos reímos.

Dejamos de reír y Sebastian se empezó a remover en su lugar, otra cosa que hacía cuando estaba nervioso.

Pasó una mano por su cabello, despeinándolo en el proceso y me miró a los ojos mientras cambiaba constantemente su peso de pierna en pierna.

–¿Estás bien? –lo miré, arqueando una ceja.

–Sí, sí, estoy bien –respondió. –Yo... –comenzó a decir, pero se detuvo.

–Tú... –lo incité a continuar.

–Me preguntaba si... Si tú quisieras... Si tú querías, –se aclaró la garganta. –Uhm, salir... –un grito lo interrumpió.

–¡Sebastian!

Hazel corría hacia nosotros.

–¡Uff! –exclamo Hazel, apoyando su antebrazo en el hombro de su hermano. –Tengo que ponerme en forma... –murmuró. –Créeme, me da mucho... mucho gusto verte, pero... –empezó a decir entre jadeos. –Pero Stelle y yo tenemos que ir a un lugar muy, pero muy importante –alcé una ceja, al escuchar lo que decía Hazel. –Así que... ¡Nos vemos luego!

Hazel me tomó de la mano, haciendo que me pusiera de pie, mientras caminábamos en dirección hacia la salida.

–¿Qué? ¡Espera! –escuché que Sebastian nos llamaba, pero Hazel no se detuvo.

Mientras seguía caminando junto a Hazel, miré hacia atrás y vi la cara de frustración de Sebastian, le di una mirada de disculpas.

Cuando volteé hacia enfrente, me encontré a Hazel, quien de igual forma observaba a Sebastian, con una mirada cómplice, por lo que la miré extrañada.

Hazel notó que la miraba y borró la sonrisa de su rostro.

Una vez fuera del edificio, Hazel liberó mi mano de su agarre, pero siguió caminando hacia la calle.

La seguí y me paré junto a ella, mientras que ella alzaba su brazo hacia la calle, para detener un taxi, mientras observaba con atención los autos que venían.

–¿Qué fue eso? –pregunté.

–¿No es obvio? Intento conseguirnos un taxi –me sonrió.

–Sabes a lo que me refiero –me crucé de brazos.

–No se dé qué hablas –frunció el ceño, pero sabía que fingía.

–Seba intentaba decirme algo y no lo dejaste terminar –acusé.

–Ah, ¿Eso? No, nada en específico –se encogió de hombros.

–Hazel –dije, en tono de advertencia –¿Sabes algo que yo no? –le pregunté.

Un taxi se detuvo frente a nosotras y Hazel abrió la puerta de atrás para mí, mirándome expectante. Bufé antes de entrar, deslizándome por los asientos hasta llegar al lado de la ventanilla opuesta. Luego, Hazel también entró junto a mí y cerró la puerta.

–¿No me dirás nada?

–No te preocupes –hizo un ademán con su mano, restándole importancia. –Pronto lo sabrás.

Amnesia || Magcon [✔️]Where stories live. Discover now