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-No lo voy a tirar. -Tuvó que tomarlo, no hacerlo sería descortes, parecía que ahí dentro había tarjetas.

Podrían ser tarjetas de descuentos como las que sus innumerables proveedores les daban al fin de año, podía aceptar eso y repartirlo entre los empleados.

-Señor Li, es usted una gran persona, espero disfrute el presente, se lo merece por tomarse el tiempo de ayudar a los niños.

-Usted también esta ayudando, de verdad señor Wu muchas gracias por su ayuda.

-Tengo hijos señor Li, si ellos no me tuvieran me gustaría que alguien como usted se preocupara por ellos.

-Deben ser unos pequeños muy agradables. -El hombre solo le sonrió, tenían que ser pequeños, el señor Wu se veía de su edad.

Salió del lugar feliz de saber que ya no tenía que buscar un benefactor. Ahora, podría ocupar su tiempo libre en darle amor y mimos a sus dos amores, su novio y su pequeño bebé gatuno.

Llegó a la oficina y descubrió que el cheque era en realidad tan grande como la gran muralla, ¿quién diría que las manzanas dejaran tanto dinero?

Se lo entregó a su jefe y este lo felicitó por tan buen trabajo, si eso no hacía que le subieran el sueldo nada lo haría.

Regresó y observó el gran sobre que aun no había abierto, mientras desprendía las pestañas de verdad esperaba encontrarse con tarjetas de descuento.

Nada mas alejado de la realidad.

Se quedó de piedra cuando vio el contenido del sobre.

Era fotografías, al menos 50 fotografías de su novio. Yibo bebé, Yibo sin dientes, Yibo en bicicleta, Yibo en uniforme escolar, Yibo con un perro, Yibo jugando en la nieve, Yibo, Yibo... Yibo.

Algo hizo click es su cabeza, un foco se encendió y el velo que cubría sus ojos cayó.

¡Sabía que había visto esa cara antes!, era mínimo el parecido, pero ahí estaba, si el señor Wu no era el padre de Yibo se cortaba una mano.

Ya le habían dicho que no se veía como un hombre adulto, en realidad lucía mas juvenil de lo que pensó.

Ahora no dejaba de pensar en todo lo que Yibo le contó, las cosas que ese hombre amable y de sonrisa cálida era capaz de hacer. Un escalofrío le recorrió el cuerpo, ¿por qué le había obsequiado fotografías?

¿Tendría intenciones ocultas?, ¿sería esto una clase de mensaje al puro estilo de la mafia china?

Trato de sacar esas ideas de su cabeza y disfrutar de lo que tenía en sus manos.

Después de su miedo inicial empezó a sentir ternura, ver todas esas imagenes de Yibo mientras iba creciendo era simplemente hermoso.

Cuando el reloj marcó las seis, se fue directamente a una tienda donde vendían objetos de madera, compró varios portatetratos, se estaba saliendo nuevamente de su presupuesto mensual, pero valía la pena si podía decorar su hogar con varías de esas fotografías.

Yibo le mencionó que saldría luego de la escuela con Yi Zhou, así que, en compañía de Aslan, eligió las diez mejores para acomodarlas en la pared de su habitación y en el espacio junto a su balcón, había comprado once portaretratos, pero uno lo ocupó para acomodar las dos flores que Yibo le regaló aquella noche que fue a buscarlo luego de lo ocurrido con Chu Yue Peng.

Ji Yang le sugirió que las llevara a un sitio donde las colocaron dentro de resina para que así se conservaran por mucho tiempo, otra cosa que le costó, pero que igual no le importaba si podía tenerlas siempre con él.

Se quedo mirando la pared como un bobo enamorado, le gustaba ver que en el mismo sitio pudiera ver la hermosa carita de Yibo junto a la fotografía de sus padres, también junto a la de Aslan y la suya donde salía con su ropa de graduación, ahora también estaban las flores que para Zhan significaban ese hermoso reencuentro, el momento que supo que Yibo no se iría de su lado.

Había aun un pequeño espacio, sabía que uso le daría, solo faltaba una foto de ambos para que la vista que tenía ahora fuera perfecta.

Cargó al gato en sus brazos.

-Mira bebé, ¿no es lindo?, quizás a cualquier diseñador de interiores le parezca horrible, pero yo creo que se ve asombroso.

Empezó a preparar la cena, después de lo ocurrido en el día, recordó la noche en que sus planes de cena romántica se arruinaron, su cumpleaños se acercaba y creyó conveniente hacerla realidad esa noche.

-Voy a cumplir ya 28 años, me merezco cumplirme un capricho, ¿tu que opinas?

El gato solo ronroneo a modo de respuesta.

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