54 * MEMORIAS

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Se quedó dormido en el regazo de Zi Yi, pensaba en las palabras de su amiga mientras se quedaba dormido.

¿Cómo quería pasar sus últimos días? Si esa pregunta se la hubieran hecho hace 5 años, definitivamente diría que quería pasar los últimos instantes en la compañía de su ser amado, Wei Qi.

Se despertó en su cama, Zi Yi estaba ahí mientas leía uno de los libros de Nian Zhen.

Cuando vio que despertó, enseguida habló.

-Wei Qi te trajo cargando hasta la habitación. -Dejó el libro a un lado para poder mirarlo. -Hablé un poco con él para pedirle disculpas, pero al igual que tú no las aceptó.

-No tienes la culpa de nada, deja de sentirse así. -Trató de incorporarse un poco y su amiga se apresuró a ayudarle. -Zi Yi... yo... se como quiero pasar mi tiempo con él, solo no se como hacerlo.

-No te presiones, tomalo calma, el tiempo encauzara el rio.

Tiempo, él no tenía tiempo.

Zi Yi se retiró después de darle algunos discos de Vivaldi y Schubert, leyó en algun lugar que la música era buena para la salud.

Removiendose un poco en sus frazadas encontró un par de flores de cerezo entre ellas, las guardó porque quería darselas a Wei Qi, pero no lo hizo, simplemente las guardó.

A partir de ese día las cosas cambiaron un poco, solo un poco. Podía dirigirle algunas miradas cálidas a Wei Qi y pequeñas frases a modo de agradecimiento por lo que hacía por él.

Por las noches le permitía leer lo que él eligiera y se quedaba dormido arrullado por su voz, luego de varias semanas de lecturas nocturnas la dicción de Wei Qi había mejorado mucho.

Un par de meses después de que él hubiera vuelto a su vida, fue cuando la relación de ambos empezó lentamente a sentirse como antes de que se separaran por primera vez.

Hablaban de viejos recuerdos de infancia, a veces comentaban las lecturas del día anterior y escuchaban a Mozart y Wagner. Paseaban por el jardín de la pensión y ocasionalmente bromeaban y contaban chistes.

Llegaban momentos en que los padres de Nian Zhen creían que esos niños, que alguna vez rompieron el costozo juego de té Victoriano de la abuela, jamás hubieran crecido y aun estaban en la aldea haciendo travesuras.

Sin embargo la realidad los traía de vuelta con las constantes decaídas de Nian Zhen, todo en su salud era cada día peor y era claramente visible.

Sin embargo para Nian Zhen estos momentos podrían pasar como la etapa mas féliz de su vida, estaba con Wei Qi, él lo cuidaba como si fuera algo delicado y precioso, aquellas manos torpes que siempre sirvieron para el trabajo pesado, eran en extremo gentiles cuando se trataba de él. Lo mejor de todo, no tenía que esconderse de sus padres, ellos conocían bien sus sentimientos y no lo despreciaban por esto.

Nunca le dio las flores.

-¿Qué quieres que te lea hoy?

-El Principito. -Le fascinaba la historia, Wei Qi ya lo había leido al menos cinco veces.

-Ese libro me aburre, pero si tú quieres...

-¡No es aburrido!, es hermoso.

Wei Qi terminó de acomodarle la almohada para despues darle inicio a la lectura.

-Todo comienza cuando leí un libro sobre la vida de los animales salvajes...

Era increíble la paz que sentía tan solo por escuchar su voz antes de dormir. Toda su vida fue privilegiado, nunca le falto nada, ni dinero ni afecto. La gente solo necesita pequeñas cosas para ser féliz. Él, por ejemplo, solo necesitaba la voz del hombre que amaba para recibir un enorme trozo de ese pastel llamado dicha.

*
*

El día afuera era hermoso, el sol estaba en lo alto, pero adentro de la habitación todo era distinto.

Desde hace unos días la salud de Nian Zhen había decaído de manera preocupante. En este momento, mientras Wei Qi moría de calor, su amigo se envolvía mas en las gruesas mantas debido al frío que sentía.

Él no era médico, no tenía estudios suficientes para hacer alguna afirmación, pero si sabía, que eso de tener tanto frío en pleno verano no era buena señal.

Continuó a su lado como si nada pasara, como si la madre de Nian Zhen no le hubiera dicho que los doctores no le daban esperanzas.

Durante una de sus tantas noches de lectura Wei Qi se aburrió de leer sobre el confucianismo, ni siquiera cuando iba a la escuela se vio obligado a entender esta corriente de pensamiento.

Decidió recostarse junto a Nian Zhen y este no lo apartó, continuó leyendo pero sin prestar la minima atención. Sintiendo el cuerpo ajeno, sintiendo a la persona que amaba.

Sintiendo que algo malo se avecinaba.




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