48 * MEMORIAS

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Recapitulando lo que había pasado en su vida la última semana, podría decir que "él" había vuelto para quedarse, hasta que la muerte los separara.

Su abuelo paterno murío cuando Nian Zhen tenía 9 años. El hombre nunca tomó un avión ya que le tenía pavor a las alturas, cuando descubrió que estaba muriendo, debido a su higado, se lamentó por no haber tenido el coraje de subir a un avión en su vida. Recién había leído la biografía de Amelia Earhart y la nececidad de emprender el vuelo creció dentro de él.

El padre de Nian Zhen sentía tristeza por su padre y decidió tomar clases de vuelo para poder darle un buen obsequio de despedida al hombre que le había regalado la vida.

Y, así fue, como padre e hijo subieron a una avioneta que se utilizaba para fumigar los campos de cultivo en la aldea donde creció. Nian Zhen aun recordaba la hermosa expresión de su abuelo al bajar del avión y las lagrimas de felicidad de su padre por lograr el objetivo de darle esa pequeña alegría.

Eso era Wei Qi, era su regalo de despedida por parte de sus padres.

Sabía lo que todos le ocultaban, él sentía que no vería la llegada de un nuevo año, tal vez ni siquiera llegaría al invierno.

Ya no vería de nuevo la nieve ni patinaría en hielo, no tomaría chocolate caliente junto a la chimenea en compañía de Zi Yi. Recordaba como jugaba con Wei Qi lanzandosé bolas de nieve... hermosos y bellos recuerdos que solo estaban es su memoría ahora.

Seguía sin poder hablar con él, quería preguntarle todo, pero al mismo tiempo no quería escuchar las respuestas, así que, simplemete se autosilenció.

-Deberiamos leer algo de lo que tienes aquí. -Vio como esos largos dedos tomaron un libro al azar del pequeño librero en la habitación. -Mira, este habla sobre los mitos griegos de las constelaciones, ¿tu favorita es la de Orión verdad?

Como decirle que la razón por la que era su favorita era porque las tres estrellas que conformaban el cinturón eran idénticas a los lunares que él tenía en la espalda baja.

Estaba acostado mientras escuchaba la torpe voz de Wei Qi, la lectura en voz alta nunca fue su fuerte, pero la voz... esa voz gruesa ya no se parecía nada a la de aquel niño del que se separó una vez en esa estación de trenes para iniciar su vida en Pekin. El niño que lo había ido a despedir, el que había sido su mejor amigo 15 años, ahora era un padre de familia, bueno hasta hace un mes.

Las lagrimas no salían tan facilmente, supuso que había llorado tanto, que sus lagrimales se habían secado, o tal vez era la deshidratación, quien sabe.

Las semanas transcurrieron, la enfermedad avanzó, su peso corporal disminuyó y su cabello empezó a caer. En medio de toda la trágica escena algo bueno ocurrió, Zi Yi volvió a visitarlo.

Se disculpó con él tantas veces que parecía cómico, estaba comprometida, realizando junto a su madre y  amigas todos los planes de boda. Le llevó una lujosa invitación hecha de piel de cordero.

-Ya le he dado una a tus padres y confirmaron asistencía, pero tú eres mi mejor amigo y mereces un trato especial. -Le pellizcó la nariz, mimandolo como siempre lo hacía.

-Estoy muy feliz por ti, pero ahora que por fin viniste me aprovecharé de ti ¿puedes llevarme al jardín un rato? -Se acercó a ella para ponerle una carita suplicante.

-¡Claro que sí!, el aire de primavera te hará bien, vi a mi llegada que los cerezos del patio central estan ya florecidos, ven vamos a deleitarnos la vista.

Con ayuda de Wei Qi, a quién por cierto le había dicho solo un par de líneas educadamente, bajaron al jardín para tomar aire y se sentaron en una banca destinada para el descanso del paciente.

-Zi Yi ¿puedo recostarme en tu regazo?

-Por supuesto ¿por qué preguntas esas cosas?, ven te ayudo. -Tomó su cabeza con cuidado y la colocó en la frazada que puso sobre sus piernas para mayor comodidad, al hacerlo se percató de los puños apretados y la cara de ¿celos? de Wei Qi.

-Pregunté porque tal vez a Ming Ying le molesta ver a otro hombre en las piernas de sus futura esposa.

-Sabes que no es así. -Levantó la vista para ver a la otra persona presente. -Wei Qi pudes dejarnos un momento a solas.

Se fue, empezó a sentirse ansioso, no le gustaba ver como esas largas piernas se alejaban de él, ver esa espalda le hacía recordar aquella vez que se separaron en la aldea.





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