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-Pero yo... yo encontré un árbol de cerezo en la esquina de la lavandería donde llevamos la ropa, y...

Su novio lo miró preocupado.

-No pienses mal, no robé nada o algo parecido, yo recogí un par de flores que cayeron a la calle.

Pensó que serían poca cosa para alguien como Zhan, así que, decidió no darselas, pero ya estando ahí, frente a él, cambió de opinión. Las sacó de su bolsillo en la sudadera que llevaba y, aunque ya estaban algo aplastadas, así se las dio.

-Yibo... ¡que bonitas son! -Ese hombre y su increíble facilidad de ver belleza donde no la había.

-Gege, no me digas eso, primero te di un gato feo y ahora unas flores aplastadas.

-¡No digas eso!, a mi me gustan.

Solo le dio una última mirada, y una leve despedida.

Con el corazón latiendo a mil por hora se fue apresuradamente de ahí, antes de cometer un error y preferir quedarse junto a Zhan.

Aun tenía que encontrarse con Yi Zhou para saber que había hecho Hai Kuan con el imbécil ese.

Se encontro en un lugar con olor a orina y cigarro; a veces no entendía a su amigo, era de esas personas que podía divertirse en un antro vulgar y oscuro, tomando cerveza barata, como podía disfrutar en el bar mas exclusivo de Beijing mientras bebía champagne o un buen escoses.

Lo ubicó en la barra en cuanto entró, se acercó y se sentó a su lado, pidió un tarro de cerveza al igual que él, no iba a actuar como "niña", Yi Zhou se había burlado demasiado de él por ser "delicado" y "suave".

-¡Por fin llegas!

-Pase a ver a Zhan-ge de camino aquí.

-Ya veo, espero que las cosas entre ustedes dos mejoren... ahora, solo voy a decirte que dejes de preocuparte por Chu Yue Peng, terminó inconsiente en el hospital dondé trabajo; mi padrino es el director del lugar, así que, por aprecio a mí no dira nada a las autoridades, si ustedes ya no reportan nada a la policía, no tendran con que trabajar y daran por cerrado el caso tarde o temprano. -Dio un trago largo a su bebida. -Por él... bueno estara bien en unos días, en cuanto lo den de alta Hai Kuan le pondrá las cartas sobre la mesa, o se larga para siempre o lo entregamos a la policía.

-Entregarlo a la policía... ¿podría decir algo sobre mí?

-No dira nada, tenemos demasiadas cosas en su contra, no le conviene decir nada.

-No quiero que quede libre.

-Es un cobarde, se irá, te lo aseguro, no se quedará... además ya sabe que Zhan te tiene para protegerlo.

-Esta bien... si regresa no dudaré en ponerle una bala entre los ojos. -Lo haría, claro que sí.

-¡Vaya!, así que perdiste la virginidad y ahora te sientes un hombre completo.

-Cierra la boca, después de todo mi abuelo y mi padre tienen una reputación, vengo de una familia en donde no te juzgan por eso, que mas da un nombre en mi lista.

-Tu padre y tu abuelo guardaban sus manos para personas importantes, no manches las tuyas con basura.

Yi Zhou había escuchado bastante de sus traumas de infancia, darte cuenta que tu padre y tu abuelo eran bestias dispuestas a matarse entre ellas, justo como en la naturaleza, no era algo fácil de digerir para un niño.

Yixing le cortó la garganta a su padre y su abuelo jugó a la ruleta rusa con el revólver favorito de su padre, el Clan Wu era una cajita de sorpresas.

Si se hablaba de sorpresas, él era la prueba irrefutable de eso.

Aun recordaba el día en que su abuelo paterno lo enseñó a andar en bicicleta; no creía en las técnicas de enseñanza paternales como las que publican en esas tontas revistas que engañan con sus títulos a padres primerizos, creía que había sido blando con Yixing y eso lo había vuelto inutil. Cada vez que Yibo lo visitaba, el hombre lo trataba duro "para que formara caracter", ese día lo lanzó desde lo alto de una colina en la mansión Wu para que aprendiera sobre el equilibrio. Yibo se estampó contra un viejo roble, perdió unos dientes de leche y quedó inconsiente por un rato.

Durante su "ausencia" viajó a un lugar desconocido, fue como si fuera a morir y toda tu vida pasara por sus ojos; el problema era, que no era "su vida", no la vida del niño de 7 años que golpeó contra el árbol, mas bien, fueron imágenes abrumadoras de otra persona, o eso creía él.







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