69 * MEMORIAS

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La relación con Lu Lu no mejoró en absoluto, pero al menos ella permitía que siguiera visitando a su hijo. Cada que se encontraban ella le dedicaba miradas asesinas, rara vez cruzaban palabra y en última instancia ambos se ignoraban, era mas pacífico de ese modo.

Luchaba cada día para poder ganar un poco de dinero y así, ayudar a los gastos de Fan Xing.

Cuando el niño ingresó a la escuela un mundo nuevo se abrió a sus ojos, preguntaba todo y quería saber todo. A veces preguntaba porque él no vivía con ellos y él solo desviaba el tema, pensó que Xuan Lu le había dicho algo, pero al parecer ella no le dio explicación a este hecho, eso le complicaba las cosas.

Hablaba tanto con Fan Xing que olvidaba que era su hijo y sin querer se le iba el nombre de Nian Zhen en innumerables ocasiones. Tenía que explicarle y rogarle que no le dijera nada a su mamá sobre estas conversaciones, no quería que ella lo alejara de él.

El niño sabía que Nian Zhen fue amigo de su padre en la infancia y nada mas, nada mas. Sus compañeros de trabajo solo sabían que su matrimonio terminó por un amor que no pudo ser y que "ella" ya había muerto. Nadie le preguntaba detalles despues de mencionar eso, no quería entrar en el tema y mencionar que "ella" era un "él".

Pasaron los años y su padre murió, regresó a la aldea para sepultarlo y volvió a Pekin con su madre para que no se quedara sola en ese lugar en el que ya no tenían nada que hacer.

Al menos ella encontró un poco de alivio y consuelo en el pequeño nieto que la visitaba los fines de semana.

Un día, después de una agotadora jornada, encontró la única foto que tenía de Nian Zhen, enmarcada y acomodada en la mesa que usaban para comer. Resulta que, unos vecinos habían tirado un par de portaretratos a la basura y su madre los había recogido. Ahora una fotografía de su padre estaba a un lado del único amor de sus vida. Cuando se sentaban a cenar tenían a los hombres a los que la muerte les arrebató, acompañadolos en silencio.

Fan Xing no paraba de crecer, así como su vicio por la bebida, ambos hacían que su vida se sintiera menos vacía.

Su hijo heredó, de quien sabe quien, el gusto por la lectura; leía todo lo que llegaba a sus manos, le contaba a él todas las cosas fascinantes que descubría, él solo lo escuchaba atento, aveces pensaba que Nian Zhen y Fan Xing se parecían demasiado.

Él solo le podía hablar de los libros que alguna vez leyó para Nian Zhen, y en ocasiones leía con él Cumbres Borrascosas y Veinte mil leguas de Viaje submarino, esos dos libros que jamás pudo leer estando en la pensión y que aun estaban con él.

El diario de Nian Zhen era una lectura exclusiva para él, se sentía celoso de pensar que alguien mas pudiera escuchar o leer esos hermosos pensamientos plasmados en ese cuaderno de hojas beige. Lo había leído tanto que juraba se sabía las frases de memoria.

Entre su empleo mediocre y mal pagado, los momentos con su hijo, la compañía silenciosa de su madre y esos fines de semana turbulentos, no se dio cuenta cuando el tiempo paso a un ritmo acelerado.

Una mañana, mientras se preparaba para ir a la gasolinera, notó arrugas debajo de sus ojos, no sabía si en las comisuras de sus labios había mas, la barba que desde hace años estaba ahí probablemente las ocultaban.

Un día de tantos, Fan Xing llegó a su casa con una noticia que marcaría el inicio del camino a su fin.

Su hijo se marcharía, se iría lejos de él.

Xuan Lu creyó que era buena idea irse a Norteamérica para trabajar en el restaurante de una amiga. Quería que su hijo fuera a vivir y educarse a la tierra de las oportunidades, que tuviera el sueño americano.

Era un niño de 14 años, y cuando Wei Qi vio el entusiasmo de su hijo cuando le habló de lo hermoso que sería vivir en California, supo que no podría detenerlo, él no era nadie para evitar que su hijo viviera sus propios sueños.

Fan Xing le dijo que no queria irse y dejarlos solos a él y a la abuela pero Wei Qi le pidió no preocuparse por ellos, "nosotros estaremos bien si tu lo estas", nunca supo de donde saco valor para decir estas palabras, era obvio que ni él ni su madre estarian bien.

La pequeña luz en sus vidas se alejaba de ellos.



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