6 La quería a ella a su lado

Start from the beginning
                                    

—Les pedí que no corrieran—mencionó antes de que pudiera generarse cualquier palabra por parte de nadie.

—Gracias, Gerda—dijo la reina mirando a las niñas con desaprobación—. Puedes retirarte.

—Lo siento, Gerda—dijo Elsa cuando la vio salir.

—Lo siento, Gerda—imitó Anna y la criada, mientras salía de la biblioteca, hizo un gesto con la mano para que no se preocuparan.

—Siéntense—ordenó el rey con amabilidad. Las princesas obedecieron—. Queremos hablarles sobre cómo serán las cosas de ahora en adelante.

—¿Van a abrir las puertas? —interrumpió la más pequeña. El rey y la reina intercambiaron una mirada con Elsa.

—No. Por ahora no. Van a estar cerradas hasta que ambas completen su educación. Elsa, yo seré tu maestro.

La princesa sonrió con alivio. Ya le había sido difícil ocultar sus poderes a sus antiguos tutores y a acostumbrarse a cada uno de ellos por constantes cambios de personal en los que se involucraban con ella. Tener uno fijo, su padre, que era quien podía ayudarla en todos los aspectos era una gran idea. Quizá, la mejor en los últimos días.

—Anna, tú-

—¡Yo tendré a mamá!

—No, tú conocerás mañana a la primera candidata para ser tu institutriz.

—¿Qué? —chilló con la voz más aguda que podía hacer—. ¿Por qué yo tengo que tener una ins... intu... a otra mujer gorda para que me moleste?

—Anna, no llamamos gorda a tu antigua institutriz. Y no vienen para molestar, vienen a enseñar.

—¿Y por qué Elsa no tendrá una?

—Porque Elsa es la mayor y dado que yo soy el rey, le enseñaré como ser una buena reina.

Anna se cruzó de brazos y se encogió en su lugar, inflando las mejillas con su enojo. Cuando se giró a su hermana mayor ésta le dedicó una risilla y le sacó la lengua para molestarla. No podía evitar disfrutar de la ventaja que tenía en la situación. La pequeña le sacó la lengua de regreso.

—Entonces­—continuó Agdar—, Elsa, por mis deberes no podré asistirte todas las mañanas, pero tu madre será nuestro apoyo y aprenderás también a llevar una educación independiente. Es decir, por ti misma. Te asignaremos una habitación de estudio propia, mientras tanto, estudiaremos en tu habitación.

—¿Por qué no aquí? —Preguntó Anna en voz baja.

­—Aquí estudiarás tú. Anna, debo pedirte que mañana te comportes correctamente y hagas caso. Si lo haces bien y ella no te agrada, conseguiremos otra, pero debes cooperar.

La niña desvió la vista, fastidiada. Su padre comenzó a hablarle más alto, dando ejemplos de las múltiples ocasiones que las travesuras de Anna, con Elsa incluida varias veces, habían resultado en desastre: mujeres gritando, muebles rotos y accidentes. (Omitió la más reciente.) Le recordó que ahora no podían salir del castillo cuando les placiera y que si trataban de escabullirse en secreto de nuevo habría serias consecuencias. Insistió en que no le gustaba regañarlas o castigarlas, pero si era por su bien y seguridad, no dudaría en hacerlo las veces que fuera necesario. Ordenó que ahora más que nunca obedecieran a Gerda, no dieran problemas a los empleados y no interrumpieran el tiempo de estudio o sueño de la otra. Si dormían en cuartos separados era para que tuvieran espacio para cumplir con sus obligaciones y pudieran aprovechar su privacidad para desarrollar cada una sus propias cualidades.

Trilogía: A Través Del TiempoWhere stories live. Discover now