26 Su propia familia mágica

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Kristoff se había quedado huérfano desde muy pequeño, ni siquiera podía recordar a sus padres y no le interesaban. Eran desconocidos para él y nadie le demostró que fueran importantes en la vida de uno. 

Desde que recordaba siempre había estado con los cultivadores de hielo. Ellos lo habían cuidado en su niñez temprana en favor a su difunto padre que había trabajado con ellos. Sin embargo, no lo consintieron, lo mimaron, ni lo apreciaron especialmente. Lo educaron en lo básico para aprender a caminar, a leer, a obedecer y a picar y recolectar hielo. Poco paternales, como habían sido sus propios padres, los hombres de hielo lo querían, pero no lo demostraban más de lo que consideraban necesario, y Kristoff pronto mostró indiferencia a su falta de afecto. Era un niño alegre y tranquilo, disfrutaba de su trabajo y tenía todo lo que necesitaba: un techo sobre su cabeza, comida en su plato y algo que hacer para gastar su energía. Otros niños no le llamaban la atención, o más bien no tenía la oportunidad de que lo hicieran porque siempre estaba ocupado o acompañando a sus compañeros.

A sus ocho años los hombres le regalaron un reno bebé de mascota tras los regaños que la esposa de uno de ellos les dio por volverlo un niño solitario. Ese fue el día más feliz de la vida de Kristoff, fue el día en que se dio cuenta lo que era tener un amigo, alguien a quien querer incondicionalmente y al que cuidar. Aquello cambió su vida para siempre, porque fue gracias a Sven que logró seguir a la familia real hasta el escondite de los trolls, un día en que paseaban en el bosque de madrugada. Siguieron el sendero de hielo y escondidos detrás de una roca vieron el secreto mejor guardado de Arendelle; los poderes de Elsa y las memorias intercambiadas de su hermana. Detrás de esa piedra los encontró Bulda, hija de Pabbie, quien se enamoró de ambos al instante y decidió adoptarlos.

Al irse la familia real, Kristoff mencionó que debía irse también. Tenía trabajo. Bulda le sonrió y con un poco de magia tocó su frente.

—Ahora sabrás como regresar.

Kristoff no tenía planeado hacerlo, jamás se había planteado ser adoptado y creía tenerlo todo en el mundo. Fue hasta volver con los demás hombres que se percató de dos verdades: no tenía a quien contarle lo ocurrido y nadie se había dado cuenta de sus horas ausente.

Por primera vez se sintió solo.

Entonces regresó con Bulda por la noche y para su sorpresa, todos los trolls lo estaban esperando, ansiosos de conocerlo. Celebraron su llegada, cantaron y bailaron con él, lo abrazaron y quisieron desde el primer momento y Kristoff decidió quedarse para siempre. Bulda se volvió su madre y su esposo Cliff, su padre. Por el día volvía con los hombres a trabajar y por la noche a su hogar.

Los trolls llenaron lo que le faltaba y vivió con tranquilidad los siguientes trece años, con su propia familia mágica y sus secretos, indiferente a la del castillo y a todo el resto del mundo.

Así fue hasta que volvió a encontrarse envuelto en sus percances.

No reconoció a Anna al instante, parecía una pequeña tonta perdida en la tienda y le había hecho el desafortunado comentario de que su trabajo ya no lucía prometedor en esas circunstancias. Él había tenido que morderse la lengua para no insultar a la reina en voz alta, y gracias a eso la muchacha se le había vuelto a acercar para pedir su ayuda. Anna se presentó como la princesa y prometió pagarle y acabar con el invierno. Kristoff le creyó, notando el mechón blanco de su cabello. No se sorprendió cuando Anna le dijo que Elsa era la culpable, ella no lo notó. Oyéndola hablar se dio cuenta de que el secreto del reino había estado bien guardado hasta entonces, las memorias de Anna seguían tan falsas como siempre. No le interesaba revelarle la verdad, sabía que tampoco debía, por órdenes de Pabbie, y no planeaba involucrarse con ella más de lo necesario. Era un hombre solitario y estaba bien así. Pero también era atrevido y burlón y no pudo evitar tratar de hacerla entrar en razón cuando la escuchó hablar de su compromiso.

Trilogía: A Través Del TiempoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora