45 No lo soporto

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—¿Elsa sigue durmiendo?

Jack dio un respingo y miró a Anna. Se le veía apurada, con el cabello mojado y los zapatos colgando en sus manos. Él debía verse como un desvergonzado, saliendo de la habitación principal con el cabello alborotado, los pies descalzos y la playera echa girones.

—La estoy buscando —dijo, esperando dar la idea de haber estado a punto de entrar. También era indecoroso, mínimo no al mismo nivel—. Creí que estaría contigo.

Anna rodó los ojos con media sonrisa. Jack notó el rechazo a su comentario, recordó la incomodidad de la noche anterior. Se dio vuelta para quedarle de frente a Anna y la miró fijamente hasta que ella pareció darse cuenta.

—Desapareció tu mechón blanco.

—¿Mi qué? ¡Ah! El cabello. Sí, después del corazón congelado y todo eso desapareció. A veces aun me parece extraño que no esté, me daba personalidad, cierto encanto.

—Te ves bien así también.

—¿Me viste alguna vez cuando lo tenía? Espera, olvido que eres invisible, estuviste aquí hace un año por lo que me dijo Elsa, y durante nuestra infancia...

Jack escondió los labios. Anna hizo cuentas en silencio. Ninguno estaba muy seguro de revelar primero el recién descubrimiento.

—¡Kristoff! —recordó Anna—. Me está esperando, es mi novio. Vamos a desayunar y... ¿Quieres venir? Si no te ve estoy segura de que puedo hacerlo creer, verás él vive con-

—¿Kristoff? ¿El de Pabbie?

—¿Conoces a Kristoff también?

—Conozco a Pabbie.

—Oh, entonces será fácil. Acompáñame, le diré a alguien que ponga otro plato.

—¿Y Elsa?

Anna dejó de caminar. Se le veía contenta y despreocupada, sin embargo, algo en su evitar la mirada e intensidad le reveló una similitud con él mismo.

—Olaf está con ella. Deben de estar en el jardín o con Kai o Gerda. Sabe dónde encontrarnos. Encontrarte. O a quien busque.

El muchacho asintió y siguió a Anna por el pasillo, escuchando en silencio como ella y Kristoff se habían conocido durante la tormenta de Elsa, riéndose ocasionalmente por sus ocurrencias hasta que llegaron al comedor en donde el novio y su reno esperaban ansiosos por Anna. Al verla, a Kristoff se le iluminó el rostro y se puso de pie, parando en seco al notar a...

—¿Puedes verlo también? —Preguntó Anna. Jack estaba pasmado.

—¿Qué? —Preguntó Kristoff.

—Quiero decir, Gerda no te vio ayer, pero estaba muy oscuro. ¿Seguro eres invisible?

Una criada entró al comedor empujando el carrito de servicio con sus desayunos humeando y la bajilla para el té brillando. Saludó con una inclinación y puso la mesa para dos y el plato de Sven con zanahoria rallada en el suelo. El reno se restregó contra su hombro, sacándole una risita. Hizo otra reverencia y se situó a escasos centímetro de la pared, donde esperaría por su siguiente instrucción o a que terminaran sus alimentos. Pasado unos segundos la mujer se mostró nerviosa, insegura ante el silencio y quietud de los comensales.

—Disculpe, princesa, ¿se le ofrece algo más?

Anna salió de su estupor y miró a Jack, impresionada. Volvió a mirar a la criada completamente ciega ante la magia.

Trilogía: A Través Del TiempoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora