Cuando me hicieron avanzar hacia el auto, trate de buscar como dejar una pista, pero ahora parecía imposible, así que fingi volver a tropezar, pero esta vez para terminar cayendo en el piso.

     —Dios, si que eres torpe —se quejó la mujer más anciana mientras dejaba caer una colilla de cigarro delante de mí y se agachaba para ayudarme a parar.

     Haciendo su tarea lenta, deposite todo mi peso en su apoyo y tome la colilla entre mis dedos ya unidos por la cinta, aprovechando el papel quemado, hice una flecha y solté la colilla nuevamente, para cuando me levanto, puse mi pie ocultando mi señal y subí al auto.

     Durante el trayecto pude oír como su líder comenzaba a hablar por la radio, estaba diciendo una serie de códigos y protocolos a otra voz, pidiendo refuerzos y demás, ahora estaba segura de una cosa: había más Salvadores y los habíamos hecho enojar. En mi mente trate de mantener un tiempo preciso de nuestro trayecto, pero sólo el sol en mis manos me hizo consciente de que ya había pasado una hora, mínimamente. Había tratado de marcar la trayectoria por la movimientos del auto, pero me resultó un poco imposible hacerlo, ya que el conductor manejaba rápido y con mucho ajetreo.

     Cuando detuvieron el vehículo, estaba segura de que había pasado poco más de una hora, nos hicieron bajar de él y comenzar a avanzar, oímos el abrir y cerrar de una puerta, luego, las capuchas desaparecieron y tenía a un caminante frente a mi, por instinto lo empuje, pero no contaba con que estuviera amarrado con cadenas.

     —Eso te pasará si tratas de escapar —me dijo la pelirroja, a la cual preferí nombrar Loca #1—. Avancen —nos indicó mientras nos hacía pasar por el camino tan estrecho que dejaban los caminantes.

     Con cuidado, pase por entre las manos de estos, aunque me mantenía a la defensiva. Aproveché que íbamos lento para ver los señalamientos, según unos, había una salida de emergencia, pero no sabía si estaría custodiada igualmente por más caminantes. Me iba a desviar a propósito cuando nos detuvieron frente a una puerta y terminaron por amordazar. Sin ningún cuidado, abrieron ésta y nos dejaron entrar, luego de ponernos en diferentes esquinas, se retiraron de nueva cuenta a la puerta.

     —Las reto a intentar algo —amenazo Loca #1 mientras salía con todos por la puerta.

     Mire a Maggie y Carol, no se veían asustadas, pero esta última parecía más bien preocupada, volví a mirar a Maggie, ella señaló algo a un lado de mi, me giré y vi una delgada placa de metal, la tome y rápidamente la deslice entre mis manos para ocultarla, era una tarea difícil, mas no imposible. De manera discreta comencé a presionar la cinta de mis manos contra el filo de esta, sin embargo, no estaba cediendo como yo hubiera querido, iba a seguir concentrada con ello, cuando oí una serie de respiraciones agitadas, levanté la vista y vi que Carol estaba a punto de tener una crisis de pánico, mire a Maggie, ella estaba tan desconcertada como yo. Aun sin poder hablar, comenzamos a llamar la atención de Carol, que parecía ignorarnos a propósito.

     A causa de nuestro alboroto, nuestros captores volvieron y le quitaron la mordaza a Maggie, quien les señaló a Carol. La loca más anciana fue a quitarle la mordaza a ella mientras que la más joven me la quitaba a mi. Manteniendo mi vista en Carol, vi que le daban un rosario de cuentas negras, recordaba conocerla lo suficiente como para no habérselo visto antes.

     —Oh, así que eres una de esas, ¿como es posible que hayas sobrevivido tanto tiempo si estás tan muerta de miedo? —le preguntó.

     —No tengo miedo de lo que pase conmigo, pero por favor, no las lastimen a ellas... ni a los bebés —pidio, yo asentí y miré a Maggie

     Esperen un momento... ¿que demonios había dicho? ¿a ellas? ¿bebés?

     Mire a Maggie, pero ella me hizo un gesto que entendí como un "finge", serene mi rostro mientras la loca #1 nos miraba con mucha gracia.

El Arquero del Fin del MundoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora