30. Desconcierto

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Los tres días siguientes tras la marcha de Diego a París habían sido sin duda algo diferentes a lo que Ally se había imaginado. El chico apenas la había llamado un par de veces debido al ajetreado trabajo de instalarse, conocer el idioma y explorar la ciudad más importante de Francia.

Aunque afirmara que eso no la importaba y que estaba bien, en su interior se sentía vacía. Acababa de pedirla ser su novio y no podía disfrutar de él como ella quería o en su cabeza miles de veces se había imaginado. Sin duda, la vida era injusta para algunas cosas y de eso estaba más que segura.

Patinaba por la calle con una simple sudadera y un beanie como de costumbre bajo los finos rayos de sol que se colaban tras algunas nubes que cubrían el cielo pensando en absolutamente nada. Tenía la mente en blanco, como si en ella solo se reprodujera una canción sin fin la cual carecía de letra y poco a poco cada vez se iba haciendo más pesada.

Patinaba y patinaba chocando el viento contra su cara y dejando su media melena al aire bajo su gorro. Ni siquiera estaba atenta al camino hasta que llegó a un sitio que rápidamente se le hizo más que familiar. No sabía por qué había llegado hasta allí, ni siquiera se acordaba del camino, pero había acabado en el lugar menos esperado de todas las afueras de Madrid. De día todo era distinto, incluso la carencia de gente lo hacían irreconocible, dejando así que solo fuera una simple explanada con un par de muros de por medio.

Rodó por el lugar escuchando solamente el sonido de su skate sobre el cemento y algunos coches de fondo en la lejanía. Recordaba el momento en que llegó ahí con Diego en su moto y al bajarse sintió toda su sangre congelarse ante la impresión, pero no podía compararse con la sensación que tuvo al ver aquellos ojos azules como el mismísimo cielo.

Llegó a uno de los muros y dejó su skate apoyado en él, cogió impulso con el cuerpo y de un salto se subió en él, la altura no era muy elevada por lo que apenas le costó esfuerzo sentarse en él. Se ajustó el gorro y miró de nuevo a la nada hasta que su móvil empezó a vibrar.

"¿No crees que ese es un lugar peligroso?"

El mensaje era de Luke. No entendía absolutamente nada y sin dudarlo ni un segundo más le contestó.

"¿De qué estás hablando?"

"A que en cualquier momento alguien podría ir por tu espalda y..."

-Buh.- oyó tras de sí.

Ante aquel inesperado susto Ally gritó saltando del muro y llevándose las manos a la boca cuando cayó al suelo, que gracias a sus reflejos cayó de pie. Al otro lado de este se veía a Luke riendo tanto que parecía que las lágrimas le saldrían en menos de lo que cantaba un gallo. Rápidamente pasó su mano por su flequillo echándolo hacia atrás y recomponiéndose de tan placentero momento se limpió los ojos y una enorme sonrisa apareció en su cara.

-¿¡Qué se supone que haces aquí, Luke!?

- Creo que yo debería de formular esa pregunta, ¿No crees? Este es mi lugar favorito y tú has irrumpido en él.

- ¿Cómo? Cuando llegué no había nadie.- dijo extrañada.

- O no te fijaste bien. - saltó el muro y se puso frente a Ally.- ¿Qué te ha traído hasta aquí? No te había visto nunca a estas horas en este sitio.

Ally se rascó la cabeza mientras intentaba buscar una buena respuesta que darle al rubio, pero por mucho que lo buscara no había ninguna. Había llegado allí de casualidad y sin darse cuenta, pero si le decía eso claramente se aseguraba una buena burla por parte de Luke, cosa que no estaba dispuesta a aguantar.

- Como si tú vinieras mucho por aquí a estas horas.- intentó excusarse.

- Siento decirte que en efectivo lo hago.- rió entre dientes.- Aquí vengo prácticamente todos los días que puedo a despejarme de todo lo que me rodea.

La Sombra de las Estrellas [Luke Hemmings]Where stories live. Discover now