3. Diego Vega

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Ojalá se pudiera decir que el cálido sol de la mañana, entrando tímidamente por entre las cortinas y chocando en la cara de Ally hacían que esta se levantara con la mejor sonrisa y ganas de comerse el mundo, pero no era así. Aún era de noche y el horrible sonido del despertador no cesaba. Ally sacó de entre las sábanas su brazo derecho, toqueteó su mesilla de noche hasta que dio con el causante de aquel dichoso sonido y sin levantar cabeza lo dejó caer al suelo consiguiendo que este callara.

Segundo despertador roto en este mes.

Odiaba madrugar, lo odiaba con todas sus fuerzas, y más si aún era de noche y las calles aún no estaban ni siquiera puestas, como solía decir su madre. Con los ojos cerrados y con un gran bostezo consiguió sentarse en la cama, su pelo estaba hecho un auténtico alboroto y no tenía ni fuerzas para levantarse más y menos de peinarse. De repente empezó a sonar la puerta con pequeños golpecitos del otro lado. Poco a poco esta se fue abriendo, dejando colarse el pelo largo negro y rizado de su madre, ese pelo que tanto envidiaba y desde pequeña quiso, pero por desgracia había heredado el liso pelo marrón de su padre. Cuando su madre entró por completo a la habitación encendió la luz, haciendo que Ally cerrara con fuerza los ojos y se los frotara.

- Buenos días cariño.- dijo feliz.- Hoy entro un poco más tarde, ¿Te apetece que te lleve?

- Si no es mucha molestia, por mi perfecto. Odio dejar aparcada la moto en ese colegio.- dijo a duras penas y entre bostezos.

- ¿Por qué? Dudo que la gente de ese colegio se interese por tu moto.

- Gracias por recordarme que mi moto es comparable con cualquier chatarra para la gente del colegio, mamá.- rodó los ojos.

- No seas tonta anda, vístete y arréglate ya que nos vamos.- cerró la puerta dejando a Ally en su posición.

Por fin era lunes, el día que tanto había pensado desde el incidente en la fiesta. ¿Se acordarían de ella? ¿Se burlarían? Todas esas preguntas y más la perforaban la mente haciendo que se sintiera incómoda. "Bueno, todos estaban borrachos, quizá no se acuerden" pensaba sin parar.

Se levantó al fin y se miró al espejo del baño que tenía incorporado a la habitación, se lavó la cara y volvió a mirarse, ahora más despierta.

- Vamos Ally... ¿Desde cuando te importa lo que la gente piense de ti? - se dijo a sí misma sonriendo y poniéndose sus gafas. Ultimamente no le apetecía ni siquiera ponerse las lentillas.

Y es que, Ally podía presumir del don de no darle importancia a cosas tan absurdas como esa, porque a fin de cuentas, era una estupidez que ya se habría olvidado.

Tras una ducha rápida y ponerse la ropa, bajó con la mochila a cuestas a la cocina, donde se encontraba su madre terminándose el café. Cogió un muffin de chocolate del armario de los dulces y se dirigió a la puerta.

-¿Nos vamos ya?- sonrió a su madre.

- Claro.- se levantó y se dirigió junto a su hija.- Como se te ocurra llenar el coche de migas te aseguro que lo limpiarás tú sola a mano.- dijo señalándola con el dedo.

- Vale...

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-¡No me puedo creer que nos haya puesto un examen de bioquímica mañana tía! - dijo Diana indignada a la salida de clase con su típico tono de pija. Porque por mucho que lo desmintiera e intentara negarlo, Diana poseía el típico tono de pija rubia barbie de las películas, además su estilo hipster a la hora de vestir no ayudaba para nada.

- Si hubieras estudiado día a día lo que dábamos, no te habría pasado esto.- contestó Ally con el archivador entre sus brazos.

- Como si tú lo hubieras hecho... Te conozco demasiado Ally, no coges un libro sin que haya un examen ni aunque te paguen.- enarcó una ceja.

La Sombra de las Estrellas [Luke Hemmings]Where stories live. Discover now