5. Castigo

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Cualquier otro martes por la mañana hubiera sido sinónimo de aburrimiento, sueño y desesperación por salir pronto del infierno que suponían las clases a tanta lejanía del fin de semana, pero esta vez era muy distinto. Los nervios, rabia y una pizca de miedo inundaban la cabeza de Ally junto a mil pensamientos de posibles escenas que podrían llegar a ocurrir en esa infernal hora que la esperaba limpiando el comedor junto al imbécil de Luke Hemmings.

La hoja que tenía sobre la mesa poco a poco se iba quedando sin hueco de tantos garabatos que en una hora Ally había escrito en él. Cuando se ponía nerviosa cogía un folio en blanco, un boli cualquiera y dejaba correr su imaginación en él para así poder evadirse de todo lo que le rondara por la cabeza. Aunque esta vez era muy distinto, porque no conocía de nada al chico al que el día anterior había cabreado de una forma sobrenatural y había sacado su lado más terrible. Para ella el ángel rubio de ojos azules con el ego más alto del instituto se había convertido en el diablo bajo la manta de invisibilidad de Harry Potter, ocultando así su lado más terrorífico y mostrar su lado bueno.

- Para mañana quiero que os estudiéis todo el punto de hoy. Espero que hayáis atendido porque sino os costará mucho estudiarlo.- dijo el estúpido profesor de matemáticas.

Ally bufó ante eso último. Lo que le faltaba, por un día que no atendía en clase y su tarde se había sentenciado a hacer trigonometría sin ton ni són.

Cogió sus cosas y las metió en la mochila, hoy no tenían clase por la tarde pero se tendría que quedar una hora esperando a que los de otros cursos acabaran de comer para poder limpiar el comedor, por lo que en realidad el castigo consistía en dos horas más en el colegio. Genial.

Se puso la mochila al hombro y sin prisa salió de la clase. Hoy Diana no había venido a clase ya que tenía cosas que hacer, las cuales no contó a Ally y esta se molestó, pero no tenía la cabeza como para pensar en Diana y sus estupideces, ahora se centraba en qué hacer hasta la hora del castigo y como sobrevivir a él. Aunque... ¿Y si en el fondo Luke no era como ella se imaginaba? ¿Y si ayer simplemente tuvo un mal día? Cruzaba los dedos porque alguna de esas preguntas fueran ciertas y en el fondo el chico no fuera tan imbécil como aparentaba.

Hacía mucho frío, por lo que descartó esperar en el patio, pero tampoco quería estar encerrada una hora más en silencio en la biblioteca, así que optó por ir a la sala descanso. La sala descanso era una gran sala acristalada llena de mesas donde los alumnos podían pasar los recreos o simplemente pasar el rato sin tener que pasar frío. Ventajas de colegios adinerados. Estaba prácticamente vacía, de las veinte mesas que habría solo tres estaban ocupadas, por lo que no le costó mucho coger su mesa favorita, la del fondo en el medio, Ally podía considerarse una chica de costumbres fijas y alguna que otra manía. Dejó sus cosas sin ninguna gana y apoyó su frente sobre sus brazos cruzados encima de la mesa, suspirando sonoramente y cerrando los ojos.

- Vaya, veo que alguien no ha tenido un buen día hoy.- dijo alguien que se sentó en frente de Ally.

Por su voz dulce y tranquila rápidamente Ally supo quién era, ese tono ronco y adulto solo podía ser de Diego. Una sonrisa apareció en su rostro antes de levantar la cabeza, aunque al hacerlo esta aumentó más debido a la acertada deducción sobre quién era su acompañante.

- Ni te lo imaginas... Solo quiero que pasen estas dos horas corriendo e irme a casa a dormir.

- ¿Dos horas aquí? - abrió mucho los ojos.- ¿Para qué te tienes que quedar dos horas más?

- Ayer tuve un pequeño altercado en el comedor... Problema de no saber controlar mis impulsos.- se encogió de hombros.

- Ya veo... ¿Eres la responsable del momento más divertido del año cuando el imbécil de Luke Hemmings se quedó con los pantalones por las rodillas y el ego bajo tierra? - sonrió de oreja a oreja.

La Sombra de las Estrellas [Luke Hemmings]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora