46. El cazador, el rival ,las comerciantes y el ladrón, parte 1

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La casa o mejor dicho la mansión de Aveline, era hermoso por no quedarse corto con el termino, literalmente, estilo de los muebles era de los de Luis XIV, todo lo de alrededor era de etiqueta, cosas más caras que cualquiera de sus cosas en el presente. Cosas que ellas para poder comprárselas tendrían que endeudar su casa o directamente convertirse en piratas como Tyki.

Tan absortas estaban con la decoración que no se dieron cuenta de que alguien estaba allí dándoles la bienvenida, Aveline carraspeó llamando la atención de las dos hacía la mujer que tenían en frente.

Madeleine de L'Isle era particularmente experta en manipular a otros, descubriendo sus debilidades y luego explotándolas. Esto la convirtió en una oradora particularmente persuasiva, quien siempre se encontraba "obligada a responder", más allá de la cortesía que le debía a Madeleine. De hecho, al aprovecharse de la paranoia del lugar y alimentar sus mentiras sobre los Asesinos. De manera similar, ella podía dirigir las conversaciones en cierta dirección, si así lo deseaba.

Madeleine consuela a Aveline después de que este último se despertó de una pesadilla

Al criar a Aveline, Madeleine perfeccionó el papel de una madrastra cariñosa. Su acto se volvió tan convincente que, en muchos sentidos, su cuidado y amor por Aveline parecían ser casi genuinos. Esto hizo difícil determinar si Madeleine estaba sinceramente encariñada con su hijastra, o simplemente interpretando su parte para tener más control sobre Aveline. Como mínimo, ella consideraba a Aveline demasiado valiosa para que los Asesinos desperdiciaran sus talentos.

"Veremos a haber cuanto le dura el cuento, sabiendo como va a terminar aunque ya es costumbre saber lo que va a pasarle a algunos" pensó Samanta mientras Madeleine se acerco a ellas.

- Aveleine, ¿ellas son las damas de que me hablaste? De la familia Velazquez, un placer conocerlas, soy Madeleine de L'Isle, siento que mi marido no fuera a recibirlas está en un viaje de negocios - dijo Madeleine, haciendo una reverencia mientras Aveleine la imito, Samanta y Juana hicieron lo mismo para no parecer irrespetuosas.

- Es un placer conocerla, señora Madeleine y gracias por ayudarnos en el negocio - dijo Samanta

- Si se lo agradecemos mucho, cuando tengamos los beneficios deseados gracias a su ayuda, les recompensaremos bien - dijo Juana 

"Buena actuación, Juana si señor" pensó Samanta 

Madeleine sonrió y miro a Aveline - Mi hija estará gustosa de ayudaros en vuestro negocio, tenemos una zona de mercado montado, cerca del puerto. Hacerle caso a sus indicaciones y ella os ayudará en todo.

Samanta y Juana se miraron entre sí no teniendo ni idea de a que se refería, ellas venían a "buscar telas", siguiendo el plan de Aveline pero ¿ir al puerto? ¿Qué se habían perdido? Las dos rápidamente miraron a Aveline buscando una explicación sobre lo que estaba pasando.

- Madre, ya hablamos sobre eso, ellas son comerciantes más que cualificadas. Además, estarán cansadas del viaje y no necesitan mostrar nada - dijo Aveline manteniendo el tono dulce pero le estaba costando.

Madeleine, dirigió una mirada fría a Aveline que pasó desapereciba para Samanta pero para Juana, Madeleine sonrió para calmarlas, para nada, ahora Samanta se había puesto también un poco nerviosa.

- Aveline, no estamos haciéndolas trabajar, es aprendizaje tardando menos. Estas damas quieren aprender y que mejor manera que ir allí - dijo Madeline dirigiendo a Aveline y a las demás a la puerta

- Pero Madre...

- Nada de peros, iré a veros en el mercado... - dijo Madeline echándolas a la mansión

Breaking The Fourth DimensionWhere stories live. Discover now