—Juro que no lo iba a agredir con ella —mentí, ella me miró con confusión—. Oh, no era eso para lo que me llamabas, ¿verdad?

     —No, en realidad no. De hecho quería que vinieras a caminar conmigo un momento, ¿puedes? —pregunto, yo mire a Daryl.

     —Ve, yo me encargo —dijo, yo asentí y le di la pala a Merle.

     —Trabaja —le mande, él rió, pero aún así la tomó y comenzó a buscar una forma de poder usarla, yo reí ante la imagen y comencé a caminar con Deanna.

     —Parece que te llevas muy bien con él, aunque también parece que pelean la mayor parte del tiempo —comentó mientras nos alejabamos, yo reí, pero asentí.

     —Asi es nuestra relación, ¿sabes?, somos como dos hermanos, siempre peleamos, pero daríamos la vida por el otro —le aclaré, ella asintió.

     —Y con el otro señor Dixon es igual, ¿verdad? —cuestiono y me miró de reojo, yo me detuve, inevitablemente giré a ver a Daryl, él caminaba hacia nosotras, empujando de nueva cuenta la carretilla.

     —Si —respondí cuando nuestras miradas se cruzaron.

     —Aunque resulta evidente que entre ustedes dos hay algo más, así que he estado pensando, ya que hay más espacio en Alexandria y vamos a extendernos un poco más, tal vez les resultaría más cómodo tener una casa para ustedes dos, ¿no? —pregunto y miró a lo lejos, a mi se me fue un gritito de sorpresa, pero no por la propuesta, sino porque estaba muy segura de que había sentido un ligero golpe en mi trasero, giré rápidamente mi vista y vi que Daryl había pasado detrás de mí, él me miró con inocencia—. Entonces, ¿que opinas?

     —¿Es... es enserio? —le cuestione tratando de fingir que Daryl no me había dando un golpe en el trasero mientras la miraba, ella asintió.

     —No se que tan enserio vayan, pero como has visto, las parejas tienen sus propios espacios y dado a que te has estado esforzando con la comunidad, me parecería una negligencia no recompensarte, bueno, a ambos —se explico, en ese momento Daryl ya venía de regreso, yo fingí que lo consideraba, pero sólo estaba esperando el momento para devolverle el gesto, así que apenas pasó detrás mío, le devolví el golpe, disfrazando mi travesura con el secuestro de su pañuelo, él se giro y yo lo sacudí, terminó por sonreír y seguir caminando.

     —Es muy amable la propuesta, pero tampoco es algo que yo pueda decidir sola, además, pues aunque parezca notorio, muchos de nuestros amigos no saben, preferimos llevar esto con calma, digo, no se si me explique —dije, ella asintió y sonrió.

     —Si cambias de opinión, las llaves estarán a tu disposición cuando quieran verla —ofrecio, yo asentí y le sonreí, ella dejó de mirarme y se centro en la imagen de toda Alexandria trabajando—. Es maravilloso, ¿no?

     —Sin duda alguna lo es, pero bueno, ahora debo de ir a hacer mi parte, esto no se hara sólo.

     —Comprendo... Vanessa, quería pedirte algo —añadió antes de que me fuera, la mire—. He visto que eres buena enseñándoles a disparar a los demás, ¿crees que podrías enseñarme? —pidio, la mire con sorpresa.

     —¿Estas segura?, normalmente estoy a tu lado, aunque ya no sea tu guardaespaldas, te sigo cubriendo.

     —Puede que no siempre sea así, además, nunca está de más.

     —Bien, lo haré, pero de una vez te advertire que soy una maestra muy estricta —la previne, ella sonrió y asintió.

     —Eso es bueno y, por cierto, también fui joven, pero, si tú y el señor Dixon quieren mantener un perfil bajo, deberían de guardar ese intercambio de... caricias para cuando tengan menos público —aconsejo, yo la mire con una vergüenza increíble.

El Arquero del Fin del MundoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora