—¿Donde estoy? —pregunte.

     —Estas a salvo, te explicaré, todo lo que ves, más un par de calles a la redonda, es Alexandria, . Mi nombre es Aarón, tu eres Vanessa, ¿cierto?... te estaban persiguiendo bastantes de esas cosas, yo estaba con Erick cuando oímos tus disparos, fuimos a ayudarte, pero antes de llegar a nuestro vehículo te desmayaste —me informó mientras se sentaba en la silla.

     —¿Hace cuanto? —demande, él frunció los labios.

     —Tres días, cuando te trajimos aquí, Pete, nuestro doctor, te revisó, dijo que habías perdido mucha sangre, te hizo una transfusión, curiosamente, estabas tan consciente aún como para decirnos tu tipo de sangre, y como tienes la misma que yo, bueno, no lo dude, la necesitabas.

     —Gracias —murmure, de pronto recordé un gran detalle—, ¿vieron a mis amigos?

     —No, no dejaste de mencionarlos durante todo el camino, pero aun así no los vimos. También mencionaste una iglesia, pero...

     —¿Pero qué?, dime —exigí.

     —Encontramos la iglesia, Santa Sarah, pero...

     —¿Que?

     —Esta abandonada, bueno, hay muchos cuerpos de esas cosas por toda la iglesia, dentro y fuera, como si la hubieran atacado, pero no hay rastro de tus amigos, lo mas probable es que hayan escapado.

     —¿Y por qué no me esperaron? —pregunte, pero la verdad me golpeó de inmediato, todos los que se habían quedado, pensaban que yo estaba de camino a Washington con Abraham y los demás—, ¡no! —me queje mientras frotaba mis sienes.

     —¿Estas bien?

     —Es obvio que no, potencialmente acabo de perderle la pista a mis amigos y no tengo posibilidades de que me busquen, pues creen que voy de camino a Washington con otra parte del equipo en una misión de suma importancia —respondí y me deje caer en la almohada, le escuché reir—, ¿que es tan gracioso?

     —Tu, estás saliendo de un estado que bien te pudo haber llevado a la muerte y sólo te preocupas por tus amigos, no se, me pareces adorable —admitió.

     —Deja que me quite el suero y te mostraré cuán adorable puedo ser —respondí y lleve mi mano a la aguja, sin embargo, una mala tos nos interrumpió, mire a nuestro nuevo invitado, a él lo recordaba más—. Tu...

     —Si, soy yo, mi nombre es Eric, es un gusto verte en tus cinco sentidos, Vanessa —me saludo, se veía más amable, entró y se colocó a un lado de Aarón, posando una mano en su hombro—. Te pido lo disculpes, a veces puede llegar a ser insoportable.

     —No me cabe la menor duda. Entonces, según lo que entendí que me explico, ustedes son una comunidad que resiste el holocausto, ¿no? —pregunte, él cabeceó, pero terminó por asentir.

     —Mas que resistir, tratamos de olvidar que la infección está a fuera. Es cosa fácil, con el tiempo lo verás, tu...

     —Yo no me voy a quedar —le interrumpí—. Yo ya tengo una familia y no pienso abandonarla, están fuera, peligrando... no sería capaz de quedarme dentro de estos muros, sabiendo que estoy segura, no mientras ellos estén corriendo por sus vidas.

     —Por unos días no es como si tuvieras otra opción —comento Aarón, lo mire confundida—. Extrajeron una bala de tu pierna, debes de reposar para que los puntos no se abran, mínimamente debes de quedarte cuatro días más, hasta que te quiten los puntos.

     —Es mucho tiempo, debo de alcanzar a mis muchachos antes de que lleguen a Washington —respondí, ellos compartieron una mirada significativa—, ¿sucede algo?

El Arquero del Fin del MundoWhere stories live. Discover now