—Bien, espero que no les moleste compartir de la botella, si traemos vasos, todos se darán cuenta del olor —dijo la dueña de la celda, negamos y abrió dos, como éramos cuatro, no hubo problema en compartir, en cuanto el sabor amargo de la cerveza lleno mi boca, acaricié con la yema de mis dedos el recuerdo del antiguo mundo, vaya que si a veces lo extrañaba.

    —Oigan, somos chicas en un cuarto, solas y con alcohol, ¿por que no hacemos algo más emocionante? —pregunto la menor de todas, la miramos cómo si estuviera loca.

     —¡Claro!, hagamos una fiesta y digamosle a todos que tienes alcohol —ironizó una, estaba de acuerdo con ella.

     —Bueno, algo que no sea tan ruidoso, ¿conocen el juego de yo nunca, nuca? —ay, no, ese juego no. No fui la única que se quejó, una más se unió a mi, pero la dueña de la celda se unió a ella.

    —Vamos, así nos conoceremos un poco más —pidió, mire a la otra que se rehusó, soltamos un suspiro de derrota.

    —Esta bien, un rato —respondí, ellas sonrieron.

     Y así, terminamos sentadas en un círculo, con tres botellas de alcohol en medio de nosotras, al inicio las preguntas eran las normales, sin embargo, conforme se acabó la primera botella, nos desinhibimos más, por lo que el tono de las preguntas aumento.

     —Ah, sí, pues yo nunca, nunca tuve mi primera vez después de los diecisiete —dijo una, tome la botella, fui la única que bebió, desde hace un momento estaba bebiendo constantemente.

     —Haber, yo nunca, nunca... lo hice más de tres veces en una noche —dije, todas me miraron, ninguna tomó, demonios, me tocaba volver a beber—, ustedes no vivieron la vida —comente y le di un trago al brandy, ya tenía la garganta algo caliente y estaba ligeramente mareada, tal vez por la combinación de tantos tipos de alcohol.

     —Vamos, no lo hacemos a propósito, tu... —de pronto se calló y miró a mis espaldas, demonios, debía de ser Rick, me gire lentamente, en parte por el mareo, pero también para pensar en una excusa, la cual no llegó, de todos modos no era necesaria, no era Rick quien estaba en la puerta, era Beth.

     —Oh, yo solo venía a buscar a Vanessa... —dijo bastante apenada, le sonreí y le hice un ademán con la mano para que se sentara a mi lado, avanzó con duda.

    —¿Que sucede? —pregunte mientras trataba de enfocarla.

     —Pensé que te gustaría salir un rato, pero veo que estás ocupada, ¿enserio es alcohol? —pregunto, yo llevé un dedo a mis labios y le pedí que guardará el secreto—. Rick te matara si se entera.

    —Yo no le diré, ellas no le dirán, y estoy segura de que tu no les dirás... digo, le dirás —me corregí, demonios, mi lengua la estaba algo torpe, estaba segura de que no me faltaba mucho para olvidarme del inglés y comenzar a hablar español.

     —¿Que estaban haciendo? —pregunto ignorando la torpeza en mis palabras.

    —Jugamos al yo nunca, nunca —le explico una.

     —¿Y eso que es?

     —Dices yo nunca, nunca algo, y si alguien sí lo hizo, bebe, si alguien no lo hizo, tu bebes —le expliqué, ella asintió.

     —Quiero jugar —pidió, la mire con duda.

     —Si Hershel se entera... se que le dirá a Rick, y eso sería peor —podría estar ebria pero seguía estando consciente.

     —Si no juego, le digo a Rick —sentencio, la mire con sorpresa.

     —No serías capaz —la rete.

El Arquero del Fin del MundoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora