—Extraño, ¿no? —pregunto.

     —Sí, siento que llegue en medio de la guerra, pero...

     —Disculpa —me llamo la afroamericana que había ayudado, la miré.

     —¿Si? —pregunte.

     —Mucho gusto, soy Jacqui —dijo y me tendió su mano, yo la tome—, gracias por la ayuda hace un momento.

     —Ni lo menciones —dije—, por cierto, soy Vanessa.

     —Si quieres tengo algo de ropa que te podría quedar... —dijo y miro la mía, yo la imite, demonios, estaba bañada en sangre, asentí—, te la traeré.

     —Te lo agradezco —respondí, ella asintió y se fue.

     Permanecí en silencio con Glenn, la noche había empezado a enfriar, la pequeña fogata a nuestros pies no lograba calentarme, pero supongo que era mejor que nada, unos minutos más tarde la mujer volvió con una blusa y un pantalón, los tome y los puse en mi regazo, luego se fue, mire a Glenn.

     —¿Hay algún lugar donde me pueda cambiar? —pregunte, él lo considero.

     —Sigueme, te prestaré mi tienda —dijo, yo asentí.

     Comenzamos a caminar en silencio hasta una parte lejana de donde estábamos, la familia latina estaba en la tienda a un lado de la de Glenn, él me dijo que me dejaría a solas para que me cambiara, asentí y se marchó, antes de ponerme la ropa limpia me quite la mochila y busque mis botellas de agua, pero estaban vacías, necesitaba lavarme, pensé en pedirle un poco a Glenn, por lo que deje mis cosas ahí y comencé a buscarlo.

     —Glenn —lo llame en un susurro, pero no lo veía, y mucho menos con mi ceguera nocturna—. Glenn —repetí, pero no hubo respuesta, me giré derrotada hasta que me di de bruces con alguien, levante la vista y vi a Daryl.

     —¿Qué haces? —me pregunto con un tono de molestia, o tal ves ese era su tono normal.

     —Buscaba a Glenn, aunque tal vez podrías ayudarme —respondí mientras trataba de enfocarlo con la escasa luz de la fogata, él se cruzó de brazos—, necesito un poco de agua para limpiarme la sangre, una de las suyas me dió algo de ropa y, bueno, no quisiera devolverla con sangre de infectado.

     —¿Por qué les llamas así?

     —¿Te molesta que no les diga caminantes como ustedes?

     —¿Qué te hace pensar que están infectados?

     —Eran como nosotros antes de esto, la enfermedad se propagó, por eso están infectados con ella y buscan contagiarla... Además, prefiero pensar en ello a que son unos putos muertos vivientes...

     —Pero lo son.

    —Lo sé, aún así es mi modo de lidiar con todo esto, conozco la verdad, pero así es más llevadero —dije, él asintió.

     —Ven por aquí —me indico y se dió media vuelta, yo lo seguí, caminamos donde había unos contenedores tirados en el piso, vi un balde y lo tome, él destapó uno y me dió un poco de agua en uno de esos, asentí como agradecimiento.

     Sentí la temperatura, estaba congelada, sin embargo no la podía pedir caliente viendo como estaban las cosas, comencé a frotar mis brazos, mi piel se erizo de inmediato, me eché el cabello para atrás y me lavé la cara, no sabía si tenía algo de sangre en mi rostro, pero por lo menos el sudor se desprendió de mi piel, cuando acabe era un carámbano tiritante, tiré el resto del agua y me incorporé, para mi sorpresa Daryl seguía ahí, frote mis brazos, él se movió por la oscuridad y obtuvo un pequeño trapo seco, me lo tendió, lo tome y comencé a secar mi rostro, luego mis brazos, seguía muerta de frío, pero por lo menos seca.

El Arquero del Fin del MundoWhere stories live. Discover now